Entender la importancia de la danza para los niños surge de algunas preguntas clave: ¿qué lugar le damos al cuerpo?, ¿qué significa el cuerpo para nosotros?, y en particular, ¿qué pasa con el cuerpo en la infancia?
Sabemos que los niños tienden naturalmente a moverse. Descubren el mundo, a través de la curiosidad que los mueve. Así comienzan desde bebes a reptar, gatear, fortaleciéndose para afianzar la marcha. Sabemos que es una etapa difícil para los papas que tienen un pequeño trepándose por todos lados, queriendo tocar todo, moviéndose de un lado a otro. Pero sabemos que es la forma de aprender, de crecer, de fortalecerse.
En nuestra sociedad actual, en las grandes ciudades, la niñez se ve condicionada. Con espacios de vivienda reducidos, lejos de la naturaleza, atravesada por la tecnología y las exigencias laborales de los padres. En consecuencia, comienza a suceder que los niños a muy temprana edad entran en estados sedentarios: horas frente a las pantallas, horas sentados en las escuelas. Y nos sorprendemos cuando desde el colegio se plantean supuestos problemas de conducta: “No se puede quedar quieto”, “Su hijo tiene ADD, hiperquinesia infantil, no presta atención”.
Entonces, ¿qué pasaría si facilitamos espacios para el movimiento y la exploración? ¿Cuánto nos pueden contar? Si les brindamos un espacio lúdico, de encuentro con el cuerpo en movimiento, en donde los chicos se sienten aceptados y cuidados, también se sentirán libres para crear y así desarrollar sus habilidades motrices, mentales y expresivas que favorecerán su autoestima y le darán confianza para participar creativamente del mundo.
Descubriendo que pueden saltar, girar, hacer equilibrio, que tienen fuerza para treparse, van generando seguridad en sí mismos que, naturalmente, se trasladará a otras áreas de su vida.
La danza creativa les da oportunidad a todos los chicos de bailar, de descubrirse, incentivando la imaginación. No es fácil muchas veces vencer las inhibiciones pero siempre hay estímulos que llevan al movimiento: sensaciones, colores, músicas, pinturas, cuentos y elementos que son una invitación para crear: telas, aros, cintas, pelotas, instrumentos musicales.
Es muy lindo presentar desafíos, sorpresas y aportar técnicas que acrecientan la confianza en ellos mismos. “¿Qué pasa si invierto mi cuerpo?” “¿Y si hago una rueda? Y siempre es gratificante escuchar: “¡Uh! ¡Me sale la medialuna!” Y después de la clase salen corriendo a mostrarle la nueva destreza a sus padres.
Los niños aprenden a manejar la energía, a jugar con su cuerpo. “Podemos correr como chitas, o ser pesados como un elefante, fuerte como un super héroe o livianos como una pluma.” Al pasar por las distintas dinámicas el niño aprende que hay momentos de descarga y mucha energía pero también momentos sutiles, de espera y de otro tipo de atención.
El proponer consigas que los invite a hablar de sus sensaciones, emociones y pensamientos, con la palabra y luego con el movimiento, abre un canal de expresión que libera tensiones o preocupaciones, que aparecen en la infancia. Por ejemplo, expresar la alegría con un salto o el cansancio con una leve caída. Al compartirlo con el grupo, que escucha y observa, genera empatía entre los niños. Aprenden a ponerse en el lugar del otro y comprenden que hay situaciones que todos compartirnos.
Y hay algo clave que tenemos que empezar a entender como sociedad: la danza no es sólo para las niñas. Los estereotipos culturales inician desde una edad muy temprana los roles de cada género. El espacio que se les ha dado a los varones en el campo de movimiento está ligado a los deportes, dejando de lado la creatividad y la exploración. Ellos desde muy pequeños también disfrutan descubriendo todo lo que pueden hacer con su cuerpo: los varones también necesitan expresarse.
Todos los niños son bienvenidos a las clases de danza
En este mundo que nos lleva constantemente a ir hacia el afuera, en las clases de danza, les damos la oportunidad de mirar un rato hacia adentro, conectarse con ellos mismos, para aportar creativamente, las semillitas que cada uno de ellos trae para dar.
Celeste Gerardi es bailarina y profesora de esferodinamia. Hace 18 años esta involucrada en la enseñanza para niños, adolescentes y adultos incorporando nuevas pedagogías. Más información en su sitio: www.celestegerardi.com.ar
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