El libro “Tranquilos y atentos como una rana”, de Eline Snel, se convirtió en bestseller y su método se aplica en un gran número de países. Los sapos y ranas han tenido un papel revelador en las historias de niños y no tan niños: príncipes encantados que despertaban al ser besados, mensajeros de secretos escondidos a quienes buscan la verdad e, inclusive, artífices del despertar espiritual.
Sí, hasta el propio Anthony de Mello (sacerdote jesuita de la India que practicó meditación y prolífico conector del mundo occidental y oriental) tiene una historia en la cual una rana ayuda al monje Bruno a descubrir que, en su croar, también está la magia de la atención plena. “La oración de la rana” se llama ese hermoso libro de cuentos.
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Más acá en el tiempo y en sintonía con la tarea de hacer de nuestros niños y adolescentes personas más conectadas y más felices está la obra de Eline Snel, terapeuta holandesa creadora de la Academie Voor Mindful Teaching (AMT). De sus ranitas hablaremos hoy.
Snel relata en la introducción de su best seller “Tranquilos y atentos como una rana”- un libro predominantemente dirigido a los padres-, que su hija, de pequeña, le decía que no podía dormirse porque su cuerpo estaba cansado pero su mente continuaba recibiendo cientos de pensamientos.
Eline intentaba de todo, incluso hasta amenazarla, hasta que comprobó que finalmente se tranquilizaba si prestaba menos atención a sus pensamientos y más a su vientre. “Ahí no había pensamientos. Allí estaba la respiración que, con su suave vaivén, movía ligeramente su vientre sin cesar. Un movimiento que poco a poco la mecía hasta dormirla”.
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Con el tiempo fue amasando su gran obra. El aporte de esta terapeuta fue darse cuenta de que todo comienza por la atención. Ya lo hemos remarcado en estas columnas, todo proceso cognitivo y buena parte del emocional tiene que ver con la puerta de entrada a nuestra mente: la atención. Aquello que no atiendo, no existe para mí. Es por ello que tenemos que enfocarnos en el cultivo de la excelencia atencional.
En mis capacitaciones a docentes suelo destacar que el problema en clase no es que el niño “esté distraído”. Eso es casi natural, todo niño tiene momentos de distracción. El verdadero problema es que “no se da cuenta que está distraído” y, al no detectarlo, permanece viajando en ensoñaciones con su mente errante.
La psicóloga Fátima Pérez, experta en el método de Eline Snel e integrante del equipo “Proyecto Mindfulness” de Montevideo, Uruguay, fundamenta el trabajo con niños y adolescentes en “las dificultades que tienen para gestionar la atención y las emociones, además del impacto negativo del estrés sobre el aprendizaje. El estrés afecta a los procesos neurológicos asociados a comportamientos específicos (no distraerse, concentración), control de impulsos y planificación. Asimismo, un niño con estas características va a sufrir la afectación de su memoria de trabajo, la regulación de sus emociones y la amabilidad en los vínculos”.
En los últimos años, Argentina como Uruguay han tenido la posibilidad de poder contar con la presencia de Eline que brindó la formación en su programa “¡La Atención funciona!”.
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“Esto ha sido de mucha importancia para todos los que estamos abocados a introducir mindfulness en las diversas áreas donde los niños y adolescentes forman parte de la población, ya sea como alumnos o como pacientes”, dice la profesional uruguaya.
“Entrenando la atención de forma divertida los niños aprenden a concentrarse, toman conciencia si están distraídos o no y saben qué hacer para volver a concentrarse. Y lo más importante, aprenden a desarrollar la capacidad de relajarse y a conseguir una mente más calmada para favorecer el aprendizaje”.
El método ha demostrado ser adecuado tanto en educación como en salud y en el marco público como privado. En la actualidad se aplica ya en muchas escuelas y prácticas privadas en países como Holanda, Bélgica, Francia, Hong Kong, España, Argentina, Chile y Uruguay, remarca.
El programa, que dura de 8 a 10 semanas, está pensado para chicos y chicas de 5 a 19 años, divididos en grupos etarios específicos (5-7, 8-11, 12-14, 15-19).
“Cada grupo tiene un manual con actividades lúdicas (metáforas, cuentos, juegos) y meditaciones acordes a las edades, siendo las áreas de trabajo: el entrenamiento de la atención (observación y concentración, reconocimiento de la emociones y sentimientos y cómo gestionarlos, observación de los límites y señales del cuerpo, los deseos y la frustración, concentración en la respiración, el mundo de los pensamientos), las preocupaciones, ser amable es divertido, el secreto de la felicidad y vivir agradecidos.”
Ante la pregunta de los contenidos de los adolescentes, agrega que “en ellos hay dos clases más: el arte de la comunicación y menos tensión y estrés (aprender a gestionar el estrés y regular las emociones)”.
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“La rana es el logo que identifica el método y se utiliza como imagen ya que se puede seguir fácilmente la respiración de la rana, los chicos pueden observarla muy claramente.
Una rana está muy atenta y consciente al entorno y solo se mueve cuando es necesario, ante el peligro o para alimentarse. Además una rana puede permanecer quieta y dar un salto muy grande. También podemos estar muy quietos pero nuestros pensamientos pueden dar saltos enormes”, explica Fátima.
“En mis sesiones he escuchado a los chicos manifiestar que sienten más calma al realizar los practicas de respiración. En oportunidades que experimentan estrés o cuando sienten una emoción muy intensa, enojo por ejemplo, pueden ser conscientes de ello y al realizar el ejercicio de los tres pasos del momento mindfulness (M&M), parar-observar, relajar y responder, les proporciona un gran alivio”.
Y añade: “En otra oportunidad un chico manifestó en el grupo que en la semana había practicado el ser amable con él y con los demás y había podido notar lo bien que se sentía ante esto y que ver al otro bien por su amabilidad lo hacía sentirse mejor. Otro chico que tiene el deseo de poder jugar al futbol manifestó en su casa que había aprendido que cuando se desea algo con mucha fuerza, tenía que confiar que con su esfuerzo y paciencia podía llegar a lograrlo”.
—Fátima, ¿cómo te sentís trabajando el mindfulness con niños?
—Realmente es conmovedor escucharlos y ser testigos, semana tras semana, de los cambios que se van produciendo en cada uno, en algunos más que en otros.
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La confianza de que vamos sembrando una semilla, que ahora o más adelante puede llegar a florecer, eso ya lo hace esperanzador.
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