“Los tipos de tareas normalmente realizadas por niñas – la preparación de la comida, la limpieza y el cuidado de los demás – no sólo establecen un escenario para generar cargas desiguales en momentos posteriores de la vida, sino que también limitan sus perspectivas y su potencial cuando aún son jóvenes”, explica un nuevo documento publicado por UNICEF, la la agencia de Naciones Unidas que tiene como objetivo garantizar el cumplimiento de los derechos de la infancia.
Según un nuevo estudio de UNICEF, la disparidad en todo el mundo entre los quehaceres domésticos no remunerados asumidas por las niñas de 5 a 14 años de edad, en comparación con sus homólogos masculinos, asciende a 40 por ciento más de tiempo – o 160 millones más de horas al día.
En Oriente Medio, África del Norte y Asia del Sur, la diferencia es aún mayor, ya que allí las emplean el doble de tiempo que los niños.
“La sobrecarga de trabajo doméstico no remunerado comienza en la primera infancia y se intensifica a medida niñas llegan a la adolescencia”, dijo Anju Malhotra, Asesor Principal de género en el Fondo de la ONU para la Infancia (UNICEF) en un comunicado de prensa.
La desigualdad entre unos y otros empieza a ser evidente cuando las niñas son lo suficientemente mayores como para responsabilizarse de las tareas del hogar, lo cual empieza a ocurrir desde que son muy pequeñas. Pero la brecha crece a medida que las niñas se hacen mayores. A los 10 a 14 años de edad emplean el 50 por ciento más de tiempo qu los varones, o 120 millones más horas cada día.
“Como resultado, las niñas sacrifican importantes oportunidades para aprender, crecer y simplemente disfrutar de su infancia”, afirmó la asesora.
Por otro lado, como explica el informe, estas actividades no benefician a la constitución de su carácter. Tampoco lo hacen con las aspiraciones laborales que, algún día, les podrían garantizar ser económicamente independientes.
La demarcación del trabajo que este rol desde la infancia impone a las mujeres las lleva a estar acostumbradas a tener expectativas menores que la de los hombres. Para peor, las labores domésticas están menos valoradas que aquellas actividades que dan dinero a la familia, lo cual afecta en su autoestima de forma duradera.
“Esta desigual distribución del trabajo entre los niños también perpetúa los estereotipos de género y la doble carga de trabajo a las mujeres y a las niñas a través de generaciones,” añadió Malhotra.
UNICEF considera que el primer paso para acabar con la desigualdad de género, sería conseguir una distribución más equitativa de las tareas domésticas. “Las tareas domésticas y los patrones de género negativos deben ser abordados antes que se arraiguen en la edad adulta”, dice el estudio.
Debemos entender que si bien el paradigma laboral en cuestiones de genero ha venido cambiando aún queda mucho camino por recorrer. Según el informe el Foro Mundial Económico Global de la Brecha de Género, entre 2006 y 2015, 250 millones de mujeres entraron en el mercado laboral.
Pero esto no significa aún un logro, sin apenas el primer paso de un camino que debe ser abordado desde muchas áreas y desde edades muy tempranas.
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