Humanitas, una organización de servicio social en Holanda, ha creado un modelo fantástico que ayudar a los estudiantes con sus gastos, por un lado, y, por el otro, a los adultos mayores con su cuidado y su necesidad de interacción social, tan necesarios para mantener su salud física y psíquica.
A cambio de 30 horas al mes de tiempo de calidad compartido con ancianos que viven en una casa de retiro en Holanda, el asilo ofrece apartamentos pequeños completamente gratuitos para estudiantes
Por el alojamiento temporal en el hogar de ancianos en Deventer, los estudiantes compartirán tiempo con los 160 residentes ancianos que viven allí, ayudándolos de varias maneras: preparándoles la comida, haciendo compras, enseñándoles a trabajar con la computadora, a usar nuevas tecnologías y hasta a pintar arte callejero.
El programa ataca dos problemas al mismo tiempo, y lo hace de una manera maravillosa. Mientras algunos ancianos suelen presentar serios problemas de aislamiento, soledad y tristeza, muchos jóvenes tienen dificultades para acceder a su primera vivienda o encontrar trabajo para financiar la vivienda que les permita estudiar.
Abuelos y jóvenes, separados por una amplia brecha generacional, han encontrado con este programa la clave para solucionar los problemas de ambos, nutriéndose de manera recíproca y reforzando el espíritu solidario que mejora la sociedad.
Diversas residencias de la tercera edad han puesto en marcha modelos de ayuda mutua tan innovadores como sorprendentes. Sería hermoso que estas experiencias se multipliquen
El programa iniciado por Gea Sijpkes, director ejecutivo de Humanitas Deventer, también ha inspirado a otras organizaciones sociales en Europa a explorar oportunidades similares. En Francia, por ejemplo, se ha creado un proyecto para que los estudiantes paguen una renta subsidiada si trabajan como voluntarios en casas de retiro.
“Cuando tenés 96 años de edad y un problema en la rodilla, es muy probable que los médicos no puedan hacer mucho. Pero lo que podemos hacer es crear un ambiente en el que te olvides de la rodilla dolorosa. Los estudiantes traen del mundo exterior un montón de calor con el contacto”, destacó el jefe de Humanitas.
“No sólo no tengo que pagar alquiler, también me gusta trabajar con las personas mayores”, cuenta una estudiante de periodismo de 22 años de edad.
Dado que las habitaciones de los estudiantes son demasiado pequeñas, sucias y caras, esta es una fantástica alternativa. Además, los estudiantes pueden salir y entrar cuando quieran, siempre que no molesten.
Sin lugar a dudas ésta es una iniciativa digna de imitar, ya que cuando hay afecto todos ganan.