“En casa están preocupados porque tienen miedo que traiga el covid de la escuela, y mi mamá dice que no sabe cómo va a hacer para llevarme y traerme del colegio. Ella sigue trabajando en mi casa, y la oficina está al lado de la escuela, pero mi casa no. No sé cómo vamos a hacer, un lío todo”.
Quien habla tiene 8 años y mucha preocupación.
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Vuelven las clases de manera presencial y la ansiedad está presente en todos los actores.
En los docentes y personal de los establecimientos educativos porque tienen que ser creativos, flexibles e innovadores en un marco de la pandemia. La responsabilidad para ellos es muy grande.
Las familias porque tienen que adaptar y organizar logísticas complejas para poder cumplir con los cronogramas académicos.
Y los chicos por supuesto, que vuelven a ver a sus compañeros y a sus seños luego de un año lleno de miedos, aislamiento y frustración.
La ansiedad en todos los frentes, pero vamos a ordenar. En este escenario de regreso a las aulas, algunas herramientas, que preciso a continuación, son claves.
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En el relato del inicio, luego de que mi paciente me contara sus temores hablé con su madre y le pedí que llevara calma, que no sea el niño y su hermanita (en este caso) los receptores de sus miedos.
El mensaje tiene que ser: “Quédate tranquilo/a, que entre todos vamos a buscar las maneras para que todo vaya bien. ¡Qué bueno que puedas volver a las clases en tu escuela!”
Los adultos tienen que transmitir tranquilidad a los pequeños. Digo una vez más, los niños no nos escuchan todo el tiempo pero no dejan de mirarnos; perciben nuestros miedos y se “asustan con nuestro susto”
Si hacemos las cosas bien, las cosas tienen que ir bien. Y esta es quizás la frase más importante de esta nota. ¿Es obvio no?
La buena noticia es que depende de cada familia que el éxito de esta iniciativa de vuelta a las escuelas funcione bien.
Si hacemos las cosas bien, las cosas tienen que ir bien
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El equipo adulto es clave en este momento
La tarea de las familias no es ser pares de los docentes. Padres deben ser padres, madres deben ser madres, y maestros ser maestros. Suena redundante, pero es uno de los grandes problemas de la intersección entre escuela y hogar. Niños jugando a consolas, adultos despotricando y haciendo finalmente las tareas que les competen a los hijos.
“¡Me tengo que sentar con vos porque si no te quedas ahí papando moscas!” Y el clima familiar, los momentos de encuentro y la apropiación del saber en los niños, ausentes sin aviso.
¿Parece fácil no? Créanme que cuando hay adultos convencidos de que así debe ser, es mucho más fácil de lo que parece.
Y esto es problema antiguo que va más allá de la pandemia, pero es buen momento para empezar a cambiar.
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Después de un año caótico, de trasnochadas con pantallas y clases desde la cama es esencial que los chicos vuelvan lo más rápidamente posible a una rutina que funcione como esqueleto de sus días.
Lunes a viernes tendrán un esquema, fines de semana otro distinto. Las pantallas se apagan temprano y se regula lo que se deba regular
Imagino las expresiones de las familias diciendo “que venga el psicólogo a casa a que apaguen los celus los chicos a ver si puede”. Y les digo que tienen que poder los padres poner límites, que no son castigo ni penitencia, son cuidado y amor responsable. Difícil, pero no imposible.
Si las rutinas funcionan los chicos irán descansados a clase y todo será más sencillo. Es un desafío lo que viene, pero uno lindo
Después del 2020 el que los chicos puedan estar al menos unas horas con amigos y seños es una gran noticia, y bien valen los esfuerzos. Es mucho lo que han extrañado ese ámbito y les va a venir muy bien. Es lógico el miedo, porque venimos de pasarla mal.
Adultos tranquilos y responsables, chicos cuidados y felices. Fue el 2020 un año duro y difícil
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¿Es muy iluso contar con gobiernos que prioricen la educación, pero no sólo desde lo discursivo, sino con mayor inversión en infraestructura (para tener establecimientos seguros) y docentes bien remunerados? Creo que no, y si lo es, seguramente no seré el único.
Aprendamos de viejos errores, trabajemos en equipo, sumemos por y para nuestros niños.
Que tengamos un hermoso comienzo de clases, volvamos a la empatía y la sensación de los primeros tiempos de pandemia cuando estábamos convencidos de que esta lluvia nos moja a todos
Sumemos para un mundo más solidario, podemos crecer desde la crisis. ¡Si hacemos las cosas bien, las cosas tienen que ir bien! ¡Suerte en la tarea!
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