Ser agradecido o expresar reconocimiento por lo que nos han dado o por alguna experiencia de que nos han permitido vivir es mucho más que una cualidad o una emoción agradable. “La gratitud es un auténtico motor de bienestar para quien la cultiva y para quien recibe su expresión”. La frase, de la psicóloga Rebecca Shankland, es uno de los pilares de la psicología positiva, una disciplina que tiene mucho para sumar a nuestras vidas.
Shankland es la autora del libro “El poder de la gratitud”. Allí menciona diferentes estudios que han demostrado que las emociones positivas tienen un fuerte impacto en la salud y el bienestar.
Ser agradecidos, coinciden, tiene poderosos efectos sobre la calidad de vida y es una cualidad que podemos cultivar para sentirnos mejor y sostener relaciones sociales lindas y saludables.
La capacidad de ser agradecido se entrena. Es algo que se puede incorporar y fortalecer si nos enfocamos en ello y algo que puede mejorar tu calidad de vida notablemente. La gratitud, junto con las cualidades de poder apreciar, percibir y saborear las experiencias de la vida, se consideran factores determinantes para el bienestar de las personas.
A veces creemos que algunas palabras, como felicidad o agradecimiento, requieren de grandes momentos o cosas importantes para asomar en la paleta de emociones que transitamos con frecuencia. Pero no: justamente, la sabiduría está en registrar y vivenciar estos sentimientos en las pequeñas cosas, en la vida cotidiana. “Nos habituamos a lo bueno y dejamos de agradecer”, dice Shankland.
La psicología positiva, que estudia científicamente todo aquello que brinda bienestar psicológico, inició a fines de los 90 una investigación sobre los efectos de la gratitud, liderada por Robert Emmons de la Universidad de California y Michael McCullough de la Universidad de Miami.
Sus conclusiones demostraron que la ansiedad, el estrés y los síntomas depresivos disminuyen en las personas que experimentan sentimientos de gratitud en su vida cotidiana. También, que ser agradecido mejora las relaciones interpersonales y disminuye la sensación de soledad.
Para empezar, es clave entender qué es la gratitud y revisar nuestras definiciones al respecto. La gratitud es una de las muchas emociones positivas que podemos sentir: consiste en centrarse en las cosas buenas de nuestra vida cotidiana.
Ser agradecido es detenerse a darse cuenta y valorar las cosas que solemos dar por sentadas, como tener seres queridos, un lugar donde vivir, comida, agua limpia, ropa, etc. No requiere grandes acciones: es sólo dedicar un momento a registrar lo afortunados que somos cuando nos pasan cosas buenas, por pequeñas que sean.
Según los psicólogos, la gratitud exige que haya un sistema de valores éticos, un “trabajo” personal que nos habitúe a una experiencia vital en la que están resueltos los conceptos de dar y recibir, además de una renuncia a la visión egocéntrica de la vida.
Las personas que no son capaces de experimentar gratitud tienen un nivel elevado de narcisismo, y muchas veces dan por sentado que merecen toda la ayuda que reciben.
A su vez, si lo asociamos a la satisfacción y a la valoración de cada cosa que logramos o tenemos, ser agradecidos se parece mucho a la paz y a la serenidad, dos estados del ánimo que permiten un manejo de las emociones muy saludable.
Los beneficios de la gratitud son muchos. Como otras emociones positivas, nos permiten ver más posibilidades y refuerzan nuestra capacidad de aprender. Tomar conciencia de aquello que consideramos valioso mejora nuestra salud mental.
Las personas agradecidas son más felices y están más satisfechas con su vida, sus amistades, su familia, su comunidad y su persona. Experimentan más esperanza, optimismo y autoestima y rinden más en la escuela y el trabajo.
Según un estudio realizado por Rollin McCraty y Doc Childre, representantes del HeartMath Research Center, respectivamente, las personas agradecidas obtienen grandes beneficios para el buen funcionamiento de su corazón, tienden a enfermar menos y son, en general, más felices.
La gratitud puede aumentar los neuroquímicos esenciales. Una mentalidad optimista libera neuroquímicos del bienestar como la dopamina, la oxitocina y la serotonina.
Lo interesante es que a ser agradecidos se aprende. Es una decisión que puedes tomar hoy para vivir mejor y que puede lograrse recorriendo el paso a paso de un proceso que supone aprendizaje y que encantará transitar.
Para empezar, los expertos recomiendan cultivar la humildad, que es la cuna de la gratitud. Ser capaz de percibir y agradecer los pequeños gestos genera bienestar y refuerzas las acciones positivas de los demás.
¿Cómo crear el hábito de ser agradecidos? Puedes hacer un recuento de las cosas buenas que te ocurren cada día. Empieza prestando atención, simplemente, a todas las cosas que te alegras de tener en tu vida.
Ya conoces algunos de los beneficios de la gratitud. Hay maneras de entrenarla, incorporando algunos hábitos:
Poco a poco, el hábito se irá creando y podrás notar el bienestar que estas acciones proporcionan.
Practica la gratitud. Disminuye la velocidad, conecta con lo que importa. Baja el ritmo y toma conciencia de lo que te rodea. ¡Hasta un día de sol puede impactar distinto en tu bienestar si tomas conciencia de la suerte que tienes de verlo y disfrutarlo!
Te puede interesar:
Utilizamos cookies de terceros para mostrar publicidad relacionada con tus preferencias. Si continúas navegando consideramos que acepta el uso de cookies. Puede obtener más información en:
Politica de Privacidad