Ante la grave crisis que enfrenta la humanidad, el desafío es un cambio profundo que debe empezar por cada uno de nosotros. Compartimos un hermoso texto de Sergio Elguezabal, que nos invita a reencontrarnos con lo más profundo.
Transformarnos
Transformar nuestra mirada ante el que piensa distinto. Asimilar y aprender de lo diferente. Escuchar.
Transformar nuestra mirada ante los ancianos, ante niños y niñas. Asimilar sus derechos, reforzar la identidad.
Transformar nuestra mirada ante los jóvenes y sus intereses.
Ante los que no tienen trabajo o vivienda.
Ante los niños, jóvenes, adultos y ancianos que viven en la calle.
Ante la basura. Es un bien que puede transformarse y servir a las personas. Genera trabajo y es parte de nuestra memoria. Una botella, las cáscaras del huevo o la fruta, las celdas que envuelven una medicina, hablan de nosotros.
Transformar nuestra mirada ante los alimentos. La comida no se tira.
Ante el paisaje. Merece nuestra veneración y requiere una especial atención frente a proyectos desbocados de personas, gobiernos o corporaciones que han perdido el juicio.
Ante el agua. El agua tampoco se tira.
Transformar nuestra mirada ante los recursos en general. Los recursos no se dilapidan ni se concentran, se reparten.
Ante el descarte en todas sus formas. Siempre habrá alguien que pueda aprovechar lo que en determinados contextos ha perdido significación.
Transformar nuestra mirada frente a los liderazgos. Líder, ante todo, es aquel que ocupa un lugar en el corazón de las personas.
Transformar la mirada sobre los trabajos. Nadie debiera sacrificarse para dar de comer o hacer estudiar a sus hijos. Eso se emparenta más a la esclavitud que a un derecho humano.
Transformar el ego que no deja ver lo esencial: lo que le pasa al otro, nos pasa a nosotros.
Transformar las palabras. Para que cada dicho atienda, antes que nada, el marco de lo colectivo.
Quizá haga falta transformarlo todo en poesía. Para humanizar nuestras conversaciones, el trato entre semejantes y recuperar el espíritu sensible que anima a la especie.
¡Gracias Sergio por tanta sensibilidad!
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