Huerta y Jardín

Por qué es importante saber asociar los cultivos de tu huerta

Al momento de iniciar y llevar adelante una huerta es importante combinar bien las plantas. Consejos de experta.

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La técnica de asociación de cultivos es uno de los pilares de las huertas orgánicas y agroecológicas. Se trata de una práctica que se fue perdiendo en la agricultura industrial, especialmente como consecuencia de la llegada de la tecnología y el monocultivo. Sin embargo, resulta fundamental para favorecer el desarrollo natural de los vegetales, sin usar agroquímicos.

Asociando cultivos correctamente generamos un espacio biodiverso (con flores, aromáticas, hortalizas, raíces y otras). Así, podemos obtener una huerta más sana y productiva, ya que ahuyentamos plagas y evitamos que los vegetales compitan entre sí por recursos como los nutrientes, el sol o el espacio.

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Por qué asociar cultivos en la huerta

La plantación conjunta de distintos cultivos tiene el propósito de que estos se ayuden entre sí.  Algunas plantas, principalmente aromáticas, atraen fauna beneficiosa como alguaciles, vaquitas de San Antonio, arañas y avispas, que se alimentan de otros insectos como moscas blancas o pulgones. De esta forma, logran protegerse entre ellas de diversas plagas.

La tierra, el espacio y el agua siempre son mejor utilizados en cultivos bien asociados que en monocultivos.

Algunas plantas crecen en altura, mientras que otras cubren el suelo; algunas tienen raíces que se hunden profundamente, mientras que otras envían sus raíces horizontalmente. Las plantas a las que les afecta el sol aprovechan la sombra de las que lo buscan. Así, optimizamos al máximo los recursos.

El control sobre el crecimiento de malezas también es un resultado positivo de una asociación de cultivos estratégicamente planificada.

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Cómo asociar cultivos en la huerta

A la hora de decidir qué asociaciones hacer, es conveniente tener en cuenta los siguientes factores:

  • Velocidad de crecimiento: si plantamos un cultivo rápido (como la lechuga) en el espacio libre que hay hasta que crece el cultivo más lento (coles), aprovechamos el espacio y apenas hay competencia entre ellos.
  • Compatibilidad: Las plantas de la misma familia suelen ser incompatibles entre sí, por lo que debemos evitar cultivarlas juntas. Algunos ejemplos: cucurbitáceas (sandía, melón, calabaza, calabacín, pepino), leguminosas (habas, arvejas, porotos, lentejas) o solanáceas (berenjena, tomate, pimiento, patatas).
  • Necesidad nutricional: para incorporar nitrógeno y otros nutrientes al suelo cuando cultivamos alguna planta exigente, es recomendable plantar leguminosas. La zanahoria, el apio, el maíz suelen ser voraces y “agotar” el terreno. Para contrarestar este efecto, se recomienda la plantación de leguminosas.
  • Salud: el cultivo de frutas y hortalizas junto a plantas florales y aromáticas propicia la llegada de insectos beneficiosos atraídos por el aroma de estas últimas. Como consecuencia, se minimiza el riesgo de plagas.

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Partiendo desde estas premisas es mucho más simple confeccionar una planificación de siembra y hacer lugar a las mejores asociaciones para nuestra huerta. A continuación, siguen algunos ejemplos concretos:

  • Tomate y albahaca: esta última mejora el sabor del tomate y aleja a las moscas que dañan su desarrollo.
  • Romero y zanahorias: es bueno colocar el romero cerca de zanahorias y coles, ya que repele insectos.
  • Menta y brócoli: la menta es muy buena para alejar a las plagas que atacan a los coles.
  • Zanahoria y puerro:esta asociación se considera eficaz para repeler a la vez a las moscas de la zanahoria y la del puerro.
  • Zanahoria y cebolla: alternadas, sembraremos tres hileras de cebolla y dos hileras de zanahorias, o a la inversa, distanciando 25 cm en las hileras.
  • Leguminosas y otras familias: las leguminosas de huerta, como arveja, haba o lenteja, se asocian bien con la mayoría de las hortalizas. La asociación de arvejas con coles o zanahorias en hileras alternas se considera particularmente beneficiosa.
  • Cebolla y frutilla: en hileras alternas.

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Algunas consecuencias de la agricultura industrial -basada en la utilización de agroquímicos y enormes cantidades de energía- son la erosión del suelo y el incremento de la salinidad, la pérdida de biodiversidad, el incremento de enfermedades agrícolas y plagas y la contaminación de aire, suelo y agua.

Como contraparte, existe la agricultura orgánica y la agroecología. Se trata de cultivar de forma natural, dejando que la naturaleza equilibre sola todos sus elementos y aprovechando al máximo sus recursos.

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