La técnica de asociación de cultivos es uno de los pilares de las huertas orgánicas y agroecológicas. Se trata de una práctica que se fue perdiendo en la agricultura industrial, especialmente como consecuencia de la llegada de la tecnología y el monocultivo. Sin embargo, resulta fundamental para favorecer el desarrollo natural de los vegetales, sin usar agroquímicos.
Asociando cultivos correctamente generamos un espacio biodiverso (con flores, aromáticas, hortalizas, raíces y otras). Así, podemos obtener una huerta más sana y productiva, ya que ahuyentamos plagas y evitamos que los vegetales compitan entre sí por recursos como los nutrientes, el sol o el espacio.
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La plantación conjunta de distintos cultivos tiene el propósito de que estos se ayuden entre sí. Algunas plantas, principalmente aromáticas, atraen fauna beneficiosa como alguaciles, vaquitas de San Antonio, arañas y avispas, que se alimentan de otros insectos como moscas blancas o pulgones. De esta forma, logran protegerse entre ellas de diversas plagas.
La tierra, el espacio y el agua siempre son mejor utilizados en cultivos bien asociados que en monocultivos.
Algunas plantas crecen en altura, mientras que otras cubren el suelo; algunas tienen raíces que se hunden profundamente, mientras que otras envían sus raíces horizontalmente. Las plantas a las que les afecta el sol aprovechan la sombra de las que lo buscan. Así, optimizamos al máximo los recursos.
El control sobre el crecimiento de malezas también es un resultado positivo de una asociación de cultivos estratégicamente planificada.
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A la hora de decidir qué asociaciones hacer, es conveniente tener en cuenta los siguientes factores:
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Partiendo desde estas premisas es mucho más simple confeccionar una planificación de siembra y hacer lugar a las mejores asociaciones para nuestra huerta. A continuación, siguen algunos ejemplos concretos:
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Algunas consecuencias de la agricultura industrial -basada en la utilización de agroquímicos y enormes cantidades de energía- son la erosión del suelo y el incremento de la salinidad, la pérdida de biodiversidad, el incremento de enfermedades agrícolas y plagas y la contaminación de aire, suelo y agua.
Como contraparte, existe la agricultura orgánica y la agroecología. Se trata de cultivar de forma natural, dejando que la naturaleza equilibre sola todos sus elementos y aprovechando al máximo sus recursos.
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