Se cumplieron treinta años del inicio de la primera intifada (levantamiento), y la violencia y la ocupación continúan siendo el día a día en los territorios palestinos, especialmente tensos esta semana tras el reconocimiento de Jerusalén como capital de Israel por parte de Estados Unidos.
El 9 de diciembre de 1987 un jeep militar israelí chocó en Gaza contra un vehículo palestino, matando a sus cuatro ocupantes, un incidente que tuvo el efecto de una chispa cayendo sobre un barril de pólvora. Este hecho marcó la región con protestas y enfrentamientos durante los siguientes cuatro años.
Más de 170 israelíes y más de 1.100 palestinos murieron en los enfrentamientos, protagonizados del lado palestino por jóvenes -lo que le dio el nombre de Intifada de los Niños– y coordinados a través de comités populares que surgieron a nivel local y lograron agruparse en el llamado Liderazgo Nacional Unificado del Levantamiento (UNLU).
La intifada se llevaba adelante con acciones tales como violencia y desobediencia civil, con huelgas, boicots, barricadas y enfrentamientos con las fuerzas israelíes. Acciones que realizaban con piedras y cócteles molotov, con los jóvenes en primera fila e incluso adolescentes, por lo que también se la conoce como Intifada de las Piedras.
Un palestino muy activo en el levantamiento con los grupos del Frente de Liberación Popular de Palestina (PLFP), dice:
“Se han olvidado de los palestinos. El príncipe (saudí) Salman dice que nos quedemos con Abu Dis como capital, ¡que eso es suficiente para nosotros!”
El reconocimiento de Trump a Jerusalén, una ruptura con el consenso internacional y un acto que elimina a EE.UU. de su histórico papel como mediador para la paz, vuelve a poner en boca de algunos palestinos el llamamiento a un nuevo levantamiento.
El movimiento Hamás, que cumple esta semana también tres décadas desde su nacimiento, ha llamado a una tercera intifada, pero está por ver que se traduzca en hechos en el terreno
Que la decisión de EE.UU. sea hoy como aquella cerilla que generó la revuelta hace tres décadas es todavía impredecible, pero desde los Acuerdos de Oslo con los que se puso fin a la revuelta en 1993 “nada ha mejorado”, valora Jamis Nemer de 47 años.
El coste y la deriva de la segunda intifada (2000-2005) en la que murieron más de 3.300 palestinos y 1.000 israelíes, sin embargo, retrae a quienes apuestan por esta vía.
“Una intifada popular es mejor que disparar cohetes o lanzar bombas contra Israel. Hacer esto llevaría al mundo a pensar que somos terroristas y queremos destruir Israel, pero una intifada es una lucha real contra el ocupante que arrastraría un amplio apoyo popular”, propone Ghadeer Abu Salama de 45 años desde la Franja de Gaza.
Fuente: eldiario.es