Cómo aprovechar el celular en la escuela y en la educación

La relación de los adolescentes con el teléfono movil es cada vez más estrecha. Cómo estimular un buen uso de esta pantalla.
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La mayoría de los adolescentes argentinos tiene encendido el celular las 24 horas. Por su carácter portátil, es la pantalla que más los acompaña durante el día y, por consiguiente, todos lo llevan a la escuela. Además, lo utilizan en los tiempos libres y duermen con el teléfono en su habitación. Los estudios internacionales dicen que es la tecnología que los chicos más valoran y la que más lamentarían perder si mañana desapareciera.

El smartphone es la pantalla principal en sus vidas y en un futuro muy cercano, se convertirá también en la única. La pregunta es cómo integrarlo a la escuela de manera saludable y provechosa.

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Los chicos están muy pendientes de su teléfono. Según una encuesta online realizada por Motorola (“Quiz Phone Life Balance”), 9 de cada 10 chicos de 10 a 19 años chequean su celular tan seguido que nada cambió desde la última vez que lo vieron. Ante esa pregunta, solo un 3 por ciento dijo que nunca le pasó. En el otro extremo, 6 de cada 10 aseguraron que les pasa siempre o muy frecuentemente y un 30 por ciento dijo que le pasa algunas veces.

¿A qué se debe que los chicos chequeen el celular con una frecuencia tan alta que no les permite encontrar nada nuevo en la pantalla? La respuesta –dice la doctora Roxana Morduchowicz, especialista en cultura juvenil, consultora de Unesco y autora del libro “Ruidos en la web”- “es la necesidad que tienen los adolescentes de estar permanentemente conectados. Esta es una marca de identidad juvenil: saber que están disponibles para sus amigos, algo que les da pertenencia a un grupo y que fortalece su vida social, dimensiones fundamentales en esta etapa de la vida”.

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El principal uso que hacen los jóvenes de Internet en su celular es comunicarse con amigos. Necesitan estar comunicados todo el día (y para muchos, toda la noche).
Sentir que sus amigos están siempre presentes y viceversa. Por eso suelen dejar abierto su perfil en las redes sociales toda la noche, “por si alguien aparece o se
conecta”.

“Las tecnologías han creado nuevas formas de sociabilidad entre los adolescentes. La
comunicación por Internet no anula ni sustituye la vida social de los chicos en el mundo real. La mayoría utiliza las redes sociales para comunicarse con gente que ya conocen. La comunicación a través de la pantalla complementa la sociabilidad cara a cara. No la desplaza ni la reemplaza”, agrega Morduchowicz.

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En lo que tiene que ver con la escuela y el educación, el celular en el aula es un tema controversial, pero podría convertirse en un método útil en el proceso de aprendizaje. Todo depende del uso que se le dé.

Un buen punto podría ser que los educadores canalicen esta herramienta y busquen formas distintas de incluir los celulares como material de apoyo en sus clases. Estos dispositivos pueden entregar múltiples beneficios, ya que es una manera muy efectiva de interactuar con los adolescentes por medio de un código comunicativo que conocen y al que están acostumbrados.

En cuanto a los padres, pueden hacer algo para que cuando los chicos vuelven a sus hogares no estén tan pendientes del celular –explica la especialista. Por ejemplo, diversificar las actividades para el tiempo de ocio. Que, además de interactuar con las múltiples pantallas, puedan ir a la plaza, al club, al cine, al museo, al teatro, ya que la diversidad enriquece el capital cultural.

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Los jóvenes y el celular: una relación cada vez más estrecha

Hay que tener en cuenta que esta necesidad de estar pendientes y comunicados a través del smartphone forma parte de la cultura juvenil del siglo XXI. Un dato lo confirma: 5 de cada 10 adolescentes tienen el celular al alcance de su mano 12 horas por día, según una encuesta realizada por Motorola.

En otras palabras, el 50% de los chicos tienen el móvil en su mano la mitad del día. La relevancia del celular en la vida cotidiana de los jóvenes se hace aún más clara, cuando se analizan los dos extremos de la tabla. Sólo un 2% dijo que lo tenía en su mano una hora o menos. Y, en el otro extremo, un 20% (o sea 10 veces más) tienen el teléfono móvil al alcance de su mano las 24 horas, es decir, todo el día.

“Las investigaciones internacionales coinciden en que los adolescentes tienen el celular encendido las 24 horas. La pregunta formulada en el estudio de Motorola da un paso más. El teléfono no sólo está activo sino que está prácticamente en sus manos todo el tiempo. No está encendido mientras ellos realizan otra actividad: la actividad es el propio celular”, explica Morduchowicz.

Su carácter portátil, posiblemente, genera que el teléfono móvil sea la pantalla que más acompaña a los adolescentes durante el día. En todo el mundo, el celular es la pantalla principal (y en muchos casos la única) en la vida de los chicos

Realizan todas sus actividades a partir del teléfono móvil: se comunican con amigos, escuchan música, buscan información, juegan en red y hacen la tarea escolar. “La vida diaria de los chicos del Siglo XXI se define por su relación con las pantallas. Las tecnologías han transformado la manera en que ellos aprenden, leen, se informan, se entretienen, miran películas, ven series, escuchan música y se relacionan con los demás. Se trata, sin duda, de transformaciones muy recientes y muy dinámicas: hace diez años ningún adolescente mencionaba a las redes sociales y hoy, no hay ninguno fuera de ellas. En solo una década, las redes sociales pasaron de no existir a convertirse en la principal actividad de los jóvenes cuando navegan por Internet”, explica Morduchowicz.

Esta situación se intensifica cuando llegan las vacaciones. Durante el receso escolar, lo chicos tienen más tiempo libre y, por lo tanto, muchas más horas para pasar navegando por la red desde sus teléfonos inteligentes.

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Cómo gestionar la relación de los chicos y el teléfono

Un buen punto de partida es acordar el tiempo de uso del dispositivo y las acciones que realizan. De esta manera, padres e hijos pueden convenir qué momentos están libres de pantallas, y qué otras actividades pueden realizar para que la tecnología no ocupe la totalidad del tiempo libre en vacaciones. Leer un libro, compartir actividades en familia, ir a una plaza, a un club, a un cine, a un museo o a la casa de un amigo pueden ser momentos apropiados para que estén libres de tecnología y que sus celulares pasen a  un segundo plano.

En cuanto a la relación de los más grandes con sus teléfonos, es importante que los adultos estén al tanto de lo que hacen con las tecnologías. Esto se refleja en la necesidad de que los padres incorporen una nueva pregunta al diálogo familiar: “¿Qué hiciste hoy en Internet? Qué sitios conociste, con quién te comunicaste, hubo algo que te gustó o algo que te enojó… Esta es la mejor manera de conocer, saber y compartir el uso que hacen los chicos de las tecnologías”, concluye la especialista.

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