Me di cuenta de que cuando uno hace un retrato de alguien, uno ve una imagen de ese alguien, pero la foto no termina de mostrarnos qué siente esa persona, qué piensa, cuál es su realidad, cuáles son sus sueños.
Creo que subestimamos demasiado a las personas, categorizamos todo por trabajos y hasta creemos que unos son más importantes que otros, sin ver que detrás de cada uno de esos roles, detrás del que te carga nafta o te arregla el auto hay un ser humano, que siente, que piensa, y que está cumpliendo un rol en la naturaleza, tan importante y único como el tuyo.
Los retrálogos surgen en noviembre de 2015, y creo que surgieron como una expresión natural de una búsqueda interna: la profundización de lo que es mi propia misión en la vida, cuya esencia es contar historias, y un reencuentro con mi país y más específicamente con mi barrio y las personas que lo habitan, después de haber estado casi cuatro años viviendo con mi esposa y mi hijo en Brasil.
Después de muchos años tuve la alegría de poder llevar a mi hijo a la misma calesita a la que me llevaban mis padres, en la plaza Sarmiento, en San Fernando. Y entre vuelta y vuelta tuve la oportunidad de tener uno de los más lindos diálogos de este proyecto.
YO: ¿Cómo se llaman?
CACHO: Luis di Marco, pero me dicen Cacho. Y ella es Cristina, o “Cristinella”, como me la presentaron. Vos sabés que nos conocimos en una calesita…
YO: ¡No! ¿en serio? Cuéntenme: ¿cómo fue eso?
CACHO: Yo lo ayudaba a mi papá, Arturo, él me enseñó todo lo que sé. Y un día vino Cristina y empezamos a charlar… Y las vueltas de la vida también vienen con sortija, en ese caso fue de casamiento. Y terminamos teniendo una familia…
YO: ¿Y vos Cristina también sos calesitera?
CRISTINA: Sí, tenemos dos calesitas, una en San Fernando y otra en José León Suárez. Las manejamos entre los dos, y nuestro hijo Sebastián también es calesitero, él ayuda los fines de semana.
CACHO: Y vos sabés que él también conoció a su mujer en la calesita. Ella traía a su hija los fines de semana porque sabía que venía mi hijo, y se terminaron enganchando.
YO: ¿Y cómo definirías el trabajo de calesitero?
– Y… Un calesitero es un artesano de la diversión. La calesita trae alegría, no es un negocio, si querés hacer negocio te ponés otra cosa, pero ser calesitero es algo único. Mirá, con esto vas a entender…
(Me muestra un panel con dibujos que los nenes les hicieron a ellos).
YO: Mirá vos qué lindo… Y decime: ¿cuesta sacarse la sortija?
CACHO: Nooo… Al contrario, mi viejo me enseñó que todos los nenes tienen sacarse la sortija al menos una vez, porque ellos vienen por eso, y vuelven por eso.
(Cacho aprovecha la salida de la gente y me trae unas notas que le hicieron de algunos diarios).
YO: Entonces ustedes realmente aman lo que hacen…
CRISTINA: Sí claro, este además de ser un oficio hermoso es un trabajo que une, porque te permite compartir todas las comidas en familia.
#retrálogos
Transformar el karma en misión (el karma puede ser positivo o negativo), no es más que encausar el propio potencial al servicio del rol que naturalmente poseemos dentro del universo
Es muy simple: el que hace lo que le gusta, el que desarrolla plenamente su misión en la vida es, sin dudas, mucho más feliz que el que hace algo por obligación, o porque no le queda otra. Darme cuenta de eso cada vez que hago un retrálogo es lo que me mueve a seguir haciendo lo que realmente me gusta.
Jorge Ponce Betti
Acá podés ver los retrálogos de Jorge Ponce Betti y acá su trabajo como director
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