Con la población de elefantes cayendo en picada, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, decidió la semana pasada que daría marcha atrás a un veto impuesto por Barack Obama sobre la importación de cabezas de elefante por parte de cazadores estadounidenses.
De acuerdo con algunos informes de Safari Club International —grupo que se opone a la prohibición—, la decisión de derogar la ley promulgada en 2014 fue anunciada durante el African Wildlife Consultative Forum en Tanzania.
La decisión de Trump permitiría a los cazadores importar las cabezas de los elefantes asesinados en Zambia y Zimbabue, a pesar de que estos animales están dentro de la lista de especies amenazadas
Para lograrlo, la Casa Blanca está aprovechando un vacío legal que permite entrar al país con un trofeo si es visto como beneficioso para la conservación animal. La decisión se aprovecha de un vacío legal que permite introducir a Estados Unidos partes de estos animales como trofeos de caza, siempre y cuando se otorgue una compensación a las comunidades.
“La caza deportiva legal y bien regulada como parte de un programa de gestión racional puede beneficiar la conservación de ciertas especies al proporcionar incentivos a las comunidades locales para conservarlas, además de devolver ingresos muy necesarios para la conservación”, explicó un vocero del Servicio de Pesca y Fauna Silvestre de los Estados Unidos a BuzzFeed.
Wayne Pacelle, presidente de la Humane Society en Estados Unidos, dijo: “Se trata de un acuerdo nefasto que Zimbabue ha puesto en marcha junto con la industria de la caza”
No solamente la élite rica de la sociedad estadounidense se divierte asesinando animales en su hábitat natural, también algunos funcionarios del gobierno de Zimbabwe fueron acusados por organizaciones protectoras de animales por participar en la caza furtiva de elefantes y la exportación ilegal de colmillos.
En Zambia, la población de elefantes ha disminuido de 200.000 elefantes en 1972 a poco más de 21.000 en 2016, de acuerdo con un reporte reciente.
Los hijos del presidente Donald Trump también parecen disfrutar bastante de la cacería. Imágenes del 2012 los muestran en Zimbabue posando con el cadáver de un elefante, un kudú, una civeta y un antílope.
Otra activista que lucha por la defensa de los elefantes en África, es Chelsea Clinton, hija del expresidente Bill Clinton y de la excandidata demócrata Hillary Clinton, quien desde hace años lucha junto distintas organizaciones ambientales por una iniciativa que en 2013, a través del Clinton Global Initiative, donó 80 millones de dólares para la protección de los elefantes.
Tras la indignación generalizada, aparentemente Trump dejaría vigente la prohibición para importar trofeos de elefantes a EEUU. Esto según su twitter, por medio del cual anunció que mantiene en vigencia, hasta nuevo aviso, la prohibición para importar trofeos de elefantes cazados a Estados Unidos.
“Pongo en espera la gran decisión de los trofeos hasta que haya revisado todos los elementos de conservación”, escribió el presidente en su cuenta de Twitter tras las críticas de representantes de organizaciones de conservación consternados por el hecho de que los colmillos de esta especie sean vistos como trofeos.