“Pongan música si no tienen otra cosa“, les dijo el hermano de Maldonado a los periodistas que le ponían sus micrófonos al cuello. Y les pidió piedad: había estado horas enteras junto al cuerpo de su hermano flotando desfigurado en el río. Lo había buscado más de dos meses y medio y seguro que se había imaginado algo así o peor. Pero pienso que esta constatación fue aún más terrorífica. Y las horas la hicieron peor.
“Pongan música“. No me hieran más, pienso que quería decir. Me da verguenza. Seguro que muchos periodistas sienten algo así. No hieran así a la gente. No hagan pelota a la profesión que ya bastante desprestigio tiene.
Seguro que entre los que ponían sus micrófonos en el cuello de Maldonado había chicos y chicas que saben poco del oficio pero son contratados porque aceptan salarios ofensivos a cambio de la oportunidad dorada de hacer periodismo. Y peor aún, hay personas allí y en algunas redacciones y estudios que saben un poco más pero buscan audiencia desesperados por el rating en tiempo real.
Peor son los empresarios, y los periodistas que conducen a esos que ponen sus micrófonos en el cuello de las víctimas. Y también los que, en vez de usar el oficio y la creatividad, hacen lo más fácil que hay: usar el poder que nos da el ser periodistas para hostigar sin pensar, lastimar quién sabe cuán hondo sin pensar.
Me da piel de gallina ver la cara de dolor y la templanza del hermano de Maldonado. Qué fuerza tiene. Está atrapado por los micrófonos que tiene al cuello y porque nos necesita. Lo tenemos de rehén. Nos necesita. Somos su mal necesario y nos aprovechamos
Desesperados por las condiciones del sistema, los llevan de la nariz y caen en una operación tras otra, operaciones de los que tienen responsabilidad por el crimen o de los que sólo sacan provecho. Algunos caen por ignorancia y falta de oficio y otros entran con los ojos abiertos porque reciben órdenes y/o porque “No importa, quiero brillar, quiero complacer”.
Hay también buenísimos periodistas y buenos medios que han tratado el crimen de Maldonado con verdadero oficio. Pero cada vez son menos.
- Roberto Guareschi dirigió la redacción de Clarín entre 1990 y 2003, y la de El Cronista Comercial en 1975 y 1976. Además, participó en la creación de Clarín.com y de otras publicaciones digitales y de papel. Hoy es consultor y columnista. En Twitter: @rguareschi