En tiempos de pandemia y de millones de niños lidiando con tristezas varias, hay algunos cuyas batallas cotidianas merecen, sino un podio, la mirada y el aplauso rotundo de todos los argentinos. Sobre ellos queremos poner la lupa hoy: los adolescentes de una comunidad aborigen del Chaco y sus maestros, héroes anónimos que sacan energía y recursos de donde no tienen para sembrar futuro de la mano de lo único que sirve a largo plazo: la educación. Una educación que, en las escuelas pobres y rurales del Chaco, va de la mano con la posibilidad de comer.
Hablamos de 143 niños que reciben educación en la Escuela Secundaria Nº 127 del Lote 40 de Machagai, Chaco. Niños que, a pesar de la situación sanitaria que vive el mundo desde que se declaró la pandemia, realizan junto a sus profesores un esfuerzo inhumano para seguir aprendiendo y para no soltar las pocas chances de tienen de torcer su destino.
Es que hay gente que vive desde siempre de una “normalidad” que tiene poco de “normal”, si entendemos por normal algo agradable y digno. Algo bueno. Gente a la que el coronavirus le quitó lo poquitísimo que tenía y que, aún así, la sigue peleando
Hablamos de gente maravillosa de la Colonia Aborigen Chaco, fundada en octubre de 1911 y reconocida como municipio recién en 2015. Ubicada entre las localidades de Quitilipi y Machagai, debe recurrir a estas ciudades cercanas porque nada llega a sus territorios. Las malas condiciones y las carencias con las que viven hacen que su población se vea obligada a relacionarse cotidianamente con dichas ciudades para poder acceder a la educación y, sobre todo, a la salud.
La Escuela de Educación Secundaria Nº 127 está ubicada en el centro de la Colonia, funciona en el turno tarde y cuenta con 143 alumnos. Viviana Gómez es actualmente la directora y se encarga de coordinar las clases junto con los profesores y, también, de conseguir la comida que les entregan a los chicos, tanto para que consuman en la escuela como para que se lleven a sus casas.
Ante esta nueva realidad que golpea al mundo desde que se declaró la pandemia de coronavirus, Viviana relata los pesares de esos niños con una mezcla de dolor y tristeza: “somos una comunidad humilde, de familias muy grandes y de recursos escasos. Las oportunidades no son iguales para nuestros chicos, están en completa desigualdad por la falta de conectividad. Algunos ni siquiera tienen luz”.
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Los dolores de esta comunidad aborigen chaqueña tienen larga data y se estrellan desde hace décadas contra la misma indiferencia: su gente está acostumbrada a lidiar con las carencias más básicas, ya que el abandono de los gobernantes, que sólo los miran en tiempos de elecciones, hizo que todas estas familias vivan a la deriva y convivan a diario con una pobreza inadmisible: no se trata de internet, sino de luz y agua, entre otras carencias.
A pesar de eso, la directora cuenta que, una vez más, se encuentran dando pelea desde la escuela para que los chicos no dejen de comer y no dejen de aprender. “Sólo 12 de los 143 alumnos todavía no pudieron empezar con sus tareas, sabemos que tuvieron muchos inconvenientes familiares y por eso los estamos acompañando para que puedan retomar los estudios”, cuenta.
“Formamos un grupo con los 60 alumnos que tienen conectividad de WhatsApp para mandarles las tareas que pudimos transcribir. Les mandamos mensajes de audio explicándoles esas tareas y a algunos los llamamos por celular para enseñarles, porque la mala señal que hay hace que no puedan ver videos y mucho menos formar parte de una video llamada. Muchos se juntan en la casa de alguno que tenga celular y señal y otros se acercan a los caminos que es a dónde suele haber señal de celular y están ahí horas haciendo sus deberes”, continúa.
Pero, ¿qué pasa con los chicos que no tienen acceso a ningún tipo de tecnología? Viviana explica: “tenemos guardias rotativas en la escuela. Ahí llevamos los cuadernillos y las tareas para que los chicos que no tienen otra forma de hacerla y tienen ganas de aprender puedan acercarse y nosotros les explicamos. A los que no tienen ni conexión ni pueden llegar a la escuela, viajamos hasta su casa para explicarles”.
La otra gran preocupación es cómo hacer que esos chicos no dejen de recibir los alimentos necesarios. Ante esto, Viviana comenta que “antes teníamos un grupo de mujeres que ayudaba y venía a cocinar pero muchas son muy grandes y no podemos exponerlas al coronavirus. Asique le damos una bolsa a cada alumno con 8 alimentos, es muy poco, sabemos que no alcanza para mucho, pero es en lo que podemos ayudar. Hay muchas familias con grandes necesidades pero desde la escuela tratamos de colaborar en lo que podemos y en ningún momento dejamos de asistirlas”.
“Algunos se acercan a los caminos, que es a dónde suele haber señal de celular, y están ahí horas haciendo sus deberes”
Las dificultades sanitarias están presentes en el Lote 40, donde está ubicada la escuelita, desde hace mucho tiempo. “Hoy hay una salita que no cuenta con remedios ni profesionales, un encargado se ocupa del lugar y, si bien le pone toda su voluntad y está a disposición todo el tiempo, al no ser médico no tiene los recursos necesarios para afrontar la situación”, explica Viviana.
Por otro lado, la falta de agua hace que la higiene no se cumpla como se debe ya que para ellos es difícil mantener los protocolos que recomiendan desde el Gobierno. “Lo sanitario siempre tuvo falencias, pero con este virus todo se potenció mucho más”, asegura.
En el marco de la pandemia, la Municipalidad de Machagai, realizó un concurso entre todas las escuelas secundarias en el que, aquellas que deseaban participar, debían realizar un video que muestre la prevención y cómo la escuela viene viviendo el aislamiento.
Viviana no dudó en sumar a sus alumnos a este desafío. “Recibimos la invitación del Municipio y los chicos se prendieron enseguida. Ellos fueron arrojando ideas y se reunieron con un profesor, que es fotógrafo, y su maestro de tecnología para ver si podían armar algo. Les llevó tiempo pensarlo, filmarlo y realizarlo. Armaron un gran equipo de trabajo en el que todos pusieron gran empeño, subieron el producto final a las redes sociales y nos llenaron de orgullo resultando ganadores”.
“Es emocionante ver a los chicos con ganas de aprender a pesar de todo. 22 alumnos egresan este año y ya hay 14 que decidieron continuar sus estudios y ya saben qué van a estudiar. Eso, para nosotros, es muy reconfortante porque vemos que nuestro trabajo tiene sus frutos y nos alienta a no bajar los brazos”, concluyó.
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