Hace 39 años, el 30 de octubre de 1983, después de 7 largos años de una sangrienta dictadura, el pueblo argentino votaba y elegía como presidente de la Nación al doctor Raúl Ricardo Alfonsín.
La fecha quedó guardada en el corazón de los argentinos y se identifica con la recuperación de la democracia. Ese día, no sólo se ponía punto final a la dictadura militar, también se proponía ponerle punto final a los golpes de Estado que desde el 6 de septiembre de 1930 y en forma recurrente interrumpían el ciclo democrático.
Treinta y siete años después podemos decir que esos objetivos se cumplieron:
El 30 de octubre fue la primera de muchas jornadas de expresión de la voluntad popular, y la democracia mantiene su vigencia. Sin embargo, tiene grandes deudas para con la sociedad.
Discurso de Alfonsín
El 10 de diciembre de 1983, el día que Alfonsín asumió la presidencia de la Nación, habló desde los balcones del Cabildo:
“Iniciamos una etapa que sin duda será difícil, porque tenemos todos la enorme responsabilidad de asegurar hoy y para los tiempos, la democracia y el respeto por la dignidad del hombre para todos los argentinos”
Las palabras de Alfonsín siguen resonando: “Se acabó la dictadura militar. Se acabaron la inmoralidad y la prepotencia. Se acabaron el miedo y la represión. Se acabó el hambre obrero. Se acabaron las fábricas muertas. Se acabó el imperio del dinero sobre el esfuerzo de la producción. Se terminó. Basta de ser extranjeros en nuestra tierra”.
Luego el Presidente recitó nuevamente el Preámbulo de la Constitución, ese verdadero programa incluido al comienzo de nuestra Ley Fundamental, cuya lectura basta para comprender lo lejos que seguimos de cumplirlo.
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“Porque entre todos -convocaba Alfonsín- vamos a contribuir a la unidad nacional, consolidar la paz interior, afianzar la justicia, proveer la defensa común, promover el bienestar general y asegurar los beneficios de la libertad para nosotros, para nuestra posteridad y para todos los hombres del mundo que deseen habitar el suelo argentino”.
La distancia que sigue existiendo entre aquellos grandes enunciados y la realidad es muy grande. La dirigencia en su conjunto -y, por cierto, no sólo la política- debería asumir la responsabilidad que le cabe cuando nos acercamos a las cuatro décadas de democracia después de mucho tiempo
Ninguna “grieta” puede explicar la larga lista de frustraciones por las que hemos atravesado y atravesamos, pero sí podemos afirmar que la actual es uno de los factores importantes que contribuyen a extenderla.
La vigencia de la Constitución y de la democracia como sistema de convivencia es un gran logro de la sociedad que, hoy más que nunca, debemos celebrar y defender. Aunque no sea suficiente, no conocemos ninguna otra forma de organización social mejor y sabemos bien de los enormes riesgos derivados de perderla.
Por eso el recuerdo del 30 de octubre es siempre necesario y desde Buena Vibra volvemos a celebrarlo.
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