El miedo aparece en la infancia con fuerza, muchas veces sin pedir permiso. A veces se esconde debajo de la cama. Otras, se asoma detrás de una puerta entreabierta. Puede surgir al dormir fuera de casa, cuando se apaga la luz, o simplemente cuando mamá o papá se alejan un instante. Y muchas veces, ni siquiera tiene forma o causa aparente. Simplemente está.
El miedo es una emoción básica, humana, universal. Pero cuando aparece en los chicos, son los adultos quienes enfrentamos un desafío: contener, acompañar, traducir… y no salir corriendo detrás de una solución rápida.

Durante mucho tiempo se creyó que la mejor manera de lidiar con el miedo infantil era ignorarlo, minimizarlo, burlarse o, incluso, empujar al niño “a enfrentarlo”. Pero hoy sabemos que el miedo necesita algo mucho más simple, aunque no siempre fácil: ser mirado a los ojos.
Nombrarlo, validarlo, abrazarlo. Aceptar que quizás no desaparezca, pero que podemos aprender a convivir con él. Como en tantas otras cosas, la práctica —y la compañía— hacen al maestro.
Los miedos infantiles según la edad
Los miedos no son iguales a lo largo de la infancia. Cambian de forma, se adaptan a la edad, al contexto y a las vivencias de cada niño. Entender esto puede ayudarnos a acompañar mejor:
A los 8 meses: la angustia del octavo mes
Ruidos fuertes, personas extrañas, separarse de figuras de apego. La llamada “angustia del octavo mes” es uno de los primeros grandes desafíos emocionales. Se dan cuenta que son un ser separado de mama y que la pueden perder.
Cómo acompañar: contacto físico, anticipación verbal, rutinas previsibles y mucha presencia.

A los 2 años: miedos con berrinches
Al crecer en autonomía, también se alejan de ciertas seguridades. Ellos quieren dominar su vida propia, pero eso les da mucho miedo! Aparecen los monstruos, las brujas, los miedos a la oscuridad o a que los papás se pierdan, a los ruidos.
Cómo acompañar: validar el miedo sin ridiculizar, ofrecer cuentos y juegos simbólicos. No forzar, pero sí habilitar expresión y ritualizar el sueño.
A los 4 años: entender que son buenos y malos
Cuando los chicos tienen cerca de 4 años descubren que ellos y todos los demás tienen su lado luminoso y su lado obscuro y luchan porque su sombra no salga. Tratan de tapar sus emociones “malas” y eso les genera mucho miedo interno.
Cómo acompañar: Necesitan acompañamiento desde las emociones, más que nunca la capacitación emocional juega un papel fundamental. Validar sus emociones obscuras va a hacer que ellos se animen más y pierdan de a poco los miedos.
De 6 a 8 años: lo concreto y real
La muerte, los robos, los incendios. El miedo empieza a tomar forma en hechos reales. Piensan que lo que pasa en las noticias les puede pasar a ellos y eso les da muchísima inseguridad. También surgen ansiedades escolares y sociales.
Cómo acompañar: con lenguaje claro, respuestas simples y honestas. Mostrarles que los vamos a acompañar siempre, que no están solos.

Desde los 13 años: identidad y futuro
El miedo ya no está debajo de la cama. Está en la mirada de los otros. En no pertenecer, no cumplir expectativas, perder vínculos.
Miedos profundos: al fracaso, al juicio ajeno, a no ser suficiente, a no encajar. Se suman los cambios físicos y la necesidad de autonomía.
Cómo acompañar: sin respuestas cerradas. Validar emociones, no minimizar ni asustarse con sus preguntas. Ser un refugio, más que un juez.
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Lo que sí ayuda
A veces no hacen falta grandes discursos. Una frase suave puede ser más poderosa que cien explicaciones:
- “Qué susto que da esto, ¿no?”
- “Cuando era chica también le tenía miedo a las arañas.”
- “No es fácil animarse a separarse de mamá.”
También podemos invitar a que dibujen al miedo, le pongan nombre, le escriban una carta, o lo tiren por la ventana en forma de papel arrugado. El juego, la creatividad y la palabra son aliados clave para darle forma a eso que asusta.
Y claro… están los cuentos.
Cuentos que abrazan
Los cuentos tienen una magia especial. Nos permiten hablar de lo difícil desde un lugar más seguro. Los chicos se identifican con los personajes, y a través de ellos, empiezan a poner en palabras lo que sienten.
Este 1º de agosto, con mucha emoción, publicamos con Marichu Seitún un nuevo cuento para niños que habla justamente sobre los miedos. No da respuestas mágicas, pero sí abre puertas —y algunas ventanas— para dejar que el miedo salga un ratito a pasear. Y, tal vez, se achique al sentirse menos solo.

Porque el miedo, como tantas emociones, no se elimina. El miedo se transforma cuando se comparte.
Cuando lo escuchamos sin juzgar.
Cuando lo sostenemos juntos.
Este libro es una invitación a que juntos descubramos que pasa con los miedos y cómo podemos acercarnos a ellos de una forma cálida y respetuosa.
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