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Qué es la crematomanía: síntomas de la obsesión por el dinero

El apego excesivo al dinero, la riqueza y la acumulación tiene nombre en psicología: la crematomanía. Una enfermedad maníaca, difícil de tratar.

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El excesivo apego a las riquezas tiene un nombre en psicología médica, y se inscribe en el marco de las llamadas “manías”: el deseo obsesivo por acumular dinero y riquezas se llama crematomanía. Sus síntomas son claros: quienes sufren esta patología son capaces de anteponer la idea de ganar y guardar plata ante todo lo demás, afectando a la familia, a las amistades e, incluso, en casos extremos, puede llegar a transgredir la ley detrás de su objetivo. Es más: todo lo que no sirva a ese interés es rechazado o menospreciado sistemáticamente.

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Según los expertos, esta patología, como todas las manías, no sólo difícil de abordar sino que se ha vuelto cada vez más frecuente dada la excesiva idolatría al dinero que conlleva la sociedad de consumo.

La obsesión por el dinero es patológica y, progresivamente, abre una brecha entre quien pone toda su pasión en poseer y quien apuntala sus vida con valores e intangibles relacionados con el ser

Qué es la crematomanía: síntomas

La palabra manía viene del griego antiguo manía que significa “locura, demencia o estado de furor”. Es un trastorno mental que consiste en una elevación anómala del estado anímico frente a determinados estímulos o cuestiones.

Crematomanía viene del griego: khrematos (casualmente, con K): dinero, riqueza, posesiones. Y manía: estado obsesivo o, lisa y llanamente, alteración mental.

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Avaricia desmedida e incontrolable, insatisfacción permanente y resentimiento son algunos de los rasgos más representativos de las personas que sufren crematomanía. Todos síntomas que, en la mayoría de los casos, los enfermos niegan padecer. Por el contrario, no perciben esto como un problema, se definen, en el mejor de los casos, como gente muy inteligente para ganar dinero, o muy ahorrativa.

La crematomanía es el deseo obsesivo por acumular dinero y riquezas hasta el punto de poner en riesgo la salud. Lo que caracteriza a los crematómanos es la avaricia extrema, la insaciabilidad y la insatisfacción permanente. Nada alcanza, todo es poco

Debido a su obsesión por el dinero, este tipo de individuos son capaces de anteponer prácticamente todo a la búsqueda de riquezas. Eso suele llevar a cierto aislamiento o al distanciamiento, al menos, de quienes no ponen toda su pasión en poseer y apuntalan sus vidas sobre la base de otros valores y objetivos.

Las personas que padecen de crematomanía son desconfiadas, temen que quienes los rodean les roben, son avaros, valoran más el dinero que el tiempo y hasta consideran que disfrutar del tiempo es una pérdida de dinero. Todos sus actos equivalen a una inversión para multiplicar la riqueza.

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En general, detrás de la ambición desmedida se esconden emociones primarias mal resueltas, como la necesidad excesiva de reconocimiento social o profesional, el deseo de liderar o estar por encima de los demás, etc. En este marco, el dinero se vuelve un medio para saciar necesidades que nunca se resuelven, profundizando un vacío que pide más y más. Sin límite.

Una patología con historia

“La crematomanía está incluida en los manuales de psiquiatría. Los crematómanos son personas que tienen cubiertas todas sus necesidades y, sin embargo, viven obsesionadas por el dinero y organizan su vida en torno a la ganancia y la acumulación de riqueza, perdiendo incluso la posibilidad de disfrutarla. Esta es la paradoja principal. Pero, claro, como bien sabemos, el dinero es poder y esta acumulación de dinero implica un complejo entramado de relaciones entre estos dos elementos inseparables”, explica el escritor Federico Andahazi.

El origen griego

Rastrear el origen de la palabra crematomanía es muy interesante. El mito griego del Rey Midas, que gobernaba el país de Frigia ilustra esta patología. Midas amaba el oro, tanto que al tener la posibilidad de pedir un único deseo al dios Dionisio, eligió que se convierta en oro todo lo que él tocara. ¿Y qué pasó? No podía siquiera comer, porque hasta la comida que se llevaba a la boca se convertía en oro. Y cuando, desesperado, quiso abrazar a su hija Zoe, también se convirtió en una hermosa estatua de oro. “Como siempre la cultura griega, fundacional y universal, nos explica las grandes pasiones y las más terribles miserias humanas”, dice Andahazi.

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