No hay recetas mágicas pero sí hechos comprobados que nos ayudan a vivir mejor. En la búsqueda de esas recetas siempre es bueno considerar el tipo de vida que realizamos y que nos gustaría seguir haciendo hasta nuestros últimos días.
La mayoría de nosotros vive inmersos en una sociedad, nos manejamos normalmente con independencia en nuestras funciones de la vida diaria, como es vestirnos, asearnos y preparar nuestra propia comida en nuestro hogar.
También lo normal es que vivamos de alguna ocupación, empleo o profesión, y que acudamos a controles periódicos de salud con nuestro médico de cabecera. Con esa idea aquí comparto cinco puntos para un envejecer pleno y activo.
1) Estar “conectado” y ser protagonista de la comunidad es fundamental. Para ello, pensar en la necesidad de un aprendizaje continuo a lo largo de la vida nos permitirá adaptarnos y actualizarnos sobre los nuevos roles, necesidades y capacidades que la vida moderna con su acelerado ritmo impone. Será, al mismo tiempo, una forma de alejar el momento de la jubilación o retiro formal, como medida administrativa que mayoritariamente se vive como una crisis personal y social. Un estudio del Departamento de Psicología de la Universidad Brigham Young (EEUU) demostró que el aislamiento social real y subjetivo se asocia con un aumento del riesgo de mortalidad temprana. La soledad, el aislamiento social, y vivir solo lleva a un promedio de 29%, 26% y 32% de mayor probabilidad de mortalidad, respectivamente.
El aprendizaje continuo nos permitirá adaptarnos a los nuevos roles y capacidades que la vida moderna impone. Y será una forma de alejar la jubilación o retiro formal, que suele ser vivida como una crisis personal y social
2) Ser funcionalmente autónomo. Cuando los investigadores le preguntamos a las personas mayores en qué momento se han sentido “viejos”, la respuesta es unánime: al no poder valerse por uno mismo, especialmente en las actividades de la vida diaria. Por eso, un programa de actividad física regular que combine resistencia cardiovascular, flexibilidad y equilibrio junto a fuerza muscular nos ayudan a mantenernos funcionalmente independientes.
3) Poder vivir en nuestro propio hogar es el deseo de la mayoría de las personas mayores. Para ello, se debe pensar en algún momento cómo ir adaptándolo a nuestras necesidades y considerar que tener una buena condición de salud suele ser el mayor determinante para permanecer en la propia casa.
4) Una buena condición de salud es fundamental para vivir activo e independiente. La consulta con el propio médico de cabecera o de familia y un examen periódico de salud suele ser un gran apoyo.
5) La independencia económica que implica una labor remunerada es el gran desafío. De allí la necesidad propia del aprendizaje continuo: ¡Nunca es tarde para comenzar algo nuevo! El envejecimiento de la fuerza de trabajo es un desafío y preocupación global frente a una vida laboral más prolongada y flexible, lo que ha vuelto un recurso valioso a las personas mayores. Por ello, una redefinición del mercado laboral y económico bajo una perspectiva “amiga del adulto mayor” se vislumbra próxima.
Una redefinición del mercado laboral y económico bajo una perspectiva “amiga del adulto mayor” se vislumbra próxima
Como médicos sabemos que las recetas universales no existen, pero pensar en estos cinco considerandos básicos puede que hagan la diferencia al menos estadísticamente. Especialmente para aquellos que piensan vivir muchos años más, lo que estadísticamente nos incluye a todos, tengamos la edad que tengamos.
Diego Bernardini es médico, especialista en adultos mayores y envejecimiento. Es autor del espacio Mayores en Buena Vibra, y autor del libro “De Vuelta”.