Un cambio esperado por años se ha convertido en realidad. Como fruto de un largo período de esfuerzos e investigaciones, hoy es posible afirmar que la Medicina se ha hecho cargo de la vida infantil.
Todos los trastornos que aquejan a los chicos son identificados por la ciencia médica. Cada “anormalidad” tiene su nombre, su clasificación y su medicamento. Ya no es necesario inquietarse por contextos cambiantes ni por minucias personales. Se dispone de drogas apropiadas para cada situación, dolencia o rasgo.
En especial los sentimientos infantiles que, medidos con precisión, pueden hoy ser medicados adecuadamente. Ajustando la dosis para cada individuo nada ni nadie quedará librado al azar.
La tristeza, principal síntoma estudiado, ahora es prevenida desde los primeros meses de edad. Con gotas, jarabe o pastillas es posible reducir o bloquear todo cuadro de desazón, abatimiento y dolor anímico.
Para la ira, se han perfeccionado medicamentos que evitan que los niños vuelvan a enojarse, exasperarse o violentarse. Aquellos casos resistentes al tratamiento estándar podrán ser derivados a unidades de Cuidado Intensivo Colérico, donde reciben tratamiento más enérgico.
La historia individual ha sido reemplazada por la uniformidad.
Los partos se reglamentaron a fin de que todos los niños nazcan por operación cesárea y con un peso obligatorio de 3.200 gramos. En aquellos nacimientos naturales irrefrenables se medicará a la pareja para evitar repetir el trastorno.
Los bebés con peso diferente al citado recibirán una combinación de vitaminas y minerales para estabilizar la anomalía.
Asimismo, el crecimiento irregular observado en bebés alimentados al pecho ha obligado a suspender toda lactancia materna. El uso de fórmulas químicas asegurará desarrollos óptimos, según las estadísticas actuales.
En el calendario oficial se incorporó la vacuna para la prevención de rabietas infantiles. El esquema final incluye dosis a los 3, 6 y 12 meses, y un refuerzo a los 3 años. Para mayores de 5 años se aplicará sólo una dosis. Los resultados preliminares indican una reducción del 86% en los enojos, caprichos y desobediencias en el grupo tratado, comparando con un grupo control, sin vacuna.
Uno de los aspectos más estudiados fue la falta de motivación al estudio escolar. Para su clasificación fueron convocados expertos de diversos países, acordando cuatro niveles: falta leve, moderada, severa y extrema. Cada uno fue definido según un puntaje calculado en base a un estudio efectuado en 217 niños voluntarios centroafricanos.
El uso de diferentes drogas orales mejoró la motivación en los primeros tres niveles. En cambio, la falta extrema de motivación para aprender mostró disímiles resultados, por lo que se propone que dichos niños sean aislados y tratados terapias invasivas para uniformar su deseo y encaminarlos en el aula.
La timidez infantil es un importante aspecto pendiente de estandarización y medicación por parte de los especialistas. Los estudios muestran que las drogas actuales causan un alto porcentaje de efectos paradójicos, como exceso de alegría y de movimiento. Para revertir tales problemas se agregarán fármacos inhibidores. Se encuentran en etapa experimental combinaciones de drogas con el objeto de tratar el cohibimiento y la introversión pero evitando una exagerada expresividad en niños tímidos.
A la espera de más investigaciones quedan otros aspectos de la conducta infantil, como la pereza al despertarse, la extrema imaginación, el placer por los helados, la negativa a abrigarse, la aversión por las verduras y algunos desafíos adolescentes. En breve serán tema de estudio de grupos de científicos fuertemente preocupados por el vacío terapéutico en estos temas.
La industria de telefonía móvil, en tanto, desarrolla aplicaciones que permiten –mediante el registro de sonidos e imágenes en el celular- detectar otras desviaciones de la conducta infantil pasibles de medicación.
Es posible confirmar que la regulación de la vida humana podrá alcanzarse de manera completa en poco tiempo. Así, quedaría todo resuelto.
Por: Enrique Orschanski. Médico pediatra. Especialista en infancia y familia. Autor del libro Pensar la infancia, y coautor con la psicopedagoga Liliana González de los libros Cre-cimientos (2011) y Estación Infancias (2013)
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