“Durante mucho tiempo creí que la felicidad solamente estaba vinculada a la vida personal: la familia, los amigos, los hobbies, etcétera; que el negocio, por otro lado, estaba vinculado a los números, los resultados, la negociación, y que estaba muy lejos de la felicidad. De hecho “negocio” me parecía una palabra contraria a la felicidad.
Empecé entonces a hacerme una pregunta: ¿Negocio y felicidad son efectivamente palabras contradictorias? Y ésta me llevó a otras preguntas: ¿El que sabe de negocios sabe de rentabilidad y sabe de bienestar, o la rentabilidad y el resultado del negocio solo se miden por el balance contable? ¿Cuándo un negocio es verdaderamente exitoso?
La palabra “negocio” me parecía una palabra contraria a la felicidad. Eso me disparó un montón de preguntas
¿Soy feliz con mi negocio solo porque me genera ingresos económicos? Y tomando en cuenta a quienes tienen gente a cargo, empecé a pensar: “Si mi negocio me hace feliz porque alimento a X cantidad de familias, ¿me importan realmente esas familias? Quiero decir, ¿me importan esas personas, las imagino sentadas a la mesa, compartiendo momentos, pienso en su desarrollo económico, cultural, educativo? O solo me importan porque detrás de esa familia veo a un empleado que rinde?”
Intentando dar respuesta a estas cuestiones, me pregunté qué es en definitiva la FELICIDAD y qué es el NEGOCIO. Para Aristóteles, por ejemplo, la felicidad es el fin supremo del hombre, lo que da sentido y finalidad a cualquier otro propósito que tenga en la vida. De esto entiendo que todos tenemos como fin ser felices y es por eso que hacemos todas las cosas que hacemos. Las definiciones de negocio que encontré en el diccionario o las que recuerdo de la secundaria, lo caracterizan como “el objeto de una ocupación lucrativa o de interés”, o “una ocupación, actividad o trabajo que se realiza para obtener un beneficio”.
Entonces, ¿felicidad y negocio pueden estar relacionados, si una es el fin supremo de la vida, y el otro tiene siempre un fin de lucro? La polémica me acompañó por muchos años”.
El ámbito laboral puede incluir los sentimientos, los vínculos, las emociones. Debe hacerlo para generar felicidad
A partir de estas inquietudes, profundas, movilizadoras, Daniel Cerezo escribió Gerencia de Felicidad. El libro, del que tomamos estos primeros párrafos, nos habla, precisamente, “de un ámbito laboral que incluya los sentimientos, los vínculos, las emociones. Que permita romper con la idea de que la persona va por un carril y el recurso humano, por otro; el gerente por una vereda y el empleado, por la vereda de enfrente; el trabajo por un lado y la felicidad, por otro.
Daniel Cerezo se responde: “Creo que el negocio y la felicidad, que parecen dos ideas totalmente distintas, pueden generar algo transformador: el hecho de que esas dos cosas pueden caminar juntas genera la magia”.
“Podemos aprovechar nuestro trabajo para mejorar la calidad de vida de las personas”, afirma. Cuenta el camino que recorrió para encontrar respuestas e invita a multiplicar. Su libro es un camino sin retorno para quienes tienen ganas de cambiar las cosas.
Del libro “Gerencia de Felicidad”. De Daniel Cerezo, Ediciones B
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