Ya se usan en las cocinas de los grandes restaurantes y poco a poco se van acercando a formar parte de la rutina en nuestros hogares.
Las impresoras 3D comenzaron a imprimir alimentos con un control exhaustivo de los ingredientes, entre los que se incluyen menús sin gluten, por lo que pronto se convertirán en un electrodoméstico más en las cocinas domésticas, como lo están haciendo en grandes restaurantes.
La mayoría de impresoras 3D de comida funcionan de manera similar a una manga pastelera: van añadiendo capas y capas de comida y es habitual que se empleen con ingredientes cremosos y no duros, como chocolate, crema de queso, pasta, helado, mermelada o mostaza.
Para imprimir una pizza o un pastel, hay que proveer la máquina de la materia prima, programarla y esperar a que prepare el plato, un proceso que puede tardar desde sólo cinco minutos hasta veinte o treinta, dependiendo de la receta y la dificultad.
“En un futuro próximo aspiran a convertirse en un electrodoméstico más con fines gastronómicos”, explicó Alex Vidal, profesor de los Estudios de Ciencias de la Salud de la Universitat Oberta de Catalunya (España), quien destacó que esta nueva tecnología está ingresando en la cocina, como ya se emplea para imprimir piezas en el sector industrial o fabricar prótesis para la medicina.
“Con esta nueva herramienta puedes diseñar elementos, volúmenes y texturas para dar una vuelta más a las diferentes propuestas y los platos que hacen grandes restaurantes”, aseguró el especialista.
En un estudio realizado en octubre, la consultora Gartner pronosticaba que en 2016 se venderían más de 455.000 unidades de impresoras 3D, una cifra que de cara al 2020 se incrementará hasta exceder los 6,7 millones de unidades.
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