El estrés es el conjunto de reacciones fisiológicas que preparan al organismo para la acción. Es por eso que, en niveles moderados, es útil para la vida diaria. Pero, ¿qué pasa cuando se convierte en crónico?
Estrés es el conjunto de reacciones fisiológicas que prepara al organismo para la acción. El estrés tiene, en principio, una función que permitiría la adaptación del individuo a los cambios del medio. Cuando las demandas del medio son excesivas, intensas y/o prolongadas, y superan la capacidad de resistencia y de adaptación del organismo, se produce el distress o el estrés patológico.
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El estrés moderado se convierte en peligroso cuando las demandas del entorno son excesivas e intensas y se vuelve crónico, entonces lo denominamos distrés o estrés patológico.
Niveles moderados de estrés pueden ser estimulantes para el cerebro mientras que niveles prolongados y altos de estrés pueden tener efectos negativos en la memoria y otras funciones cognitivas
El mecanismo de estrés dispara ante una situación demandante una hormona llamada cortisol que se genera en las glándulas suprarrenales. Esta hormona tiene la función de incrementar los niveles de azúcar en sangre. Los receptores de esta hormona en el cerebro se llaman glucocorticoides y se encuentran en mayor densidad en dos áreas claves del cerebro: el hipocampo, relacionado con la memoria, y las áreas frontales, relacionadas con las toma de decisiones.
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Basados en esta evidencia se puede suponer que el estrés crónico afecta los procesos de consolidación de memoria y otros aspectos de la memoria, además de las funciones ejecutivas y la toma de decisiones. Esto genera que la persona con estrés crónico tenga más dificultades para organizar y enfrentar las demandas diarias, lo que termina por crear un círculo vicioso.
Podemos decir que no necesariamente uno logra el máximo rendimiento dedicándose intensamente y en forma prolongada a una tarea. Es necesario el esparcimiento, la reflexión y el descanso, para lograr el objetivo deseado.
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Las prioridades que uno se impone para su vida tienen como rasgo característico, muchas veces, el alto valor que le otorgamos a nuestro rendimiento. En nuestro trabajo, en nuestra vida familiar, en nuestros estudios, queremos, como una máquina que se esfuerza por trepar a la cima, rendir al máximo .
Pero la exigencia desmedida no deviene de una inteligente estrategia ya que, como el motor de un automóvil, puede dañar todo el sistema, aun para cuando sólo se le pida regular.
El distress es el resultado de la relación entre el individuo y el entorno, evaluado por aquél como amenaza que desborda sus recursos y pone en peligro su bienestar. Nos “estresamos” cuando sentimos que no podemos afrontar lo que el medio nos solicita.
Diversas investigaciones han demostrado que la memoria episódica (la memoria del “cuándo” y “dónde”) se afecta con altos niveles de cortisol. Un investigador alemán, Clemens Kirschbaum, demostró que una dosis de cortisol afecta la memoria episódica verbal. En ese experimento, un grupo de sujetos aprendió una serie de palabras. Luego, a la mitad de los sujetos se les administró una dosis de cortisol y a la otra mitad una dosis de placebo. Los sujetos que recibieron el cortisol memorizaron menos palabras que los otros .
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En la depresión mayor, un trastorno clínico asociado con altos niveles de cortisol, es frecuente observar problemas de memoria. Es interesante destacar que los niveles de cortisol aumentan gradualmente durante la noche a medida que dormimos. Los menores niveles se evidencian al comienzo de nuestro sueño y los mayores niveles de cortisol se observan antes de despertar.
Las consecuencias del estrés prolongado a nivel cognitivo incluyen afectación de la memoria y de las funciones ejecutivas, disminuyendo aún más las capacidades del individuo para enfrentar las demandas del medio y creando un círculo vicioso provocando aún más estrés .
La medida óptima de nuestro rendimiento no se logra a partir de una operación matemática que sume horas de esfuerzo sino más bien de una estrategia en donde se contemple también el descanso, el ocio y el esparcimiento. Como el soldado que sabe hasta dónde jugar, comprometido también en futuras batallas.
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