El tema de la corrupción me preocupa y me ocupa desde hace años. La detención de Julio De Vido, procesado por numerosas causas de corrupción, disparan en quienes nos especializamos en estos temas una lista de “deseos” para que este momento, de crucial importancia para la República, marque un giro en la política argentina:
- Que hable De Vido, que incluya en cada causa a los demás funcionarios y a los empresarios partícipes necesarios de sus delitos.
- Que salga todo a la luz y vayan presos todos los delincuentes.
- Que paguen de su bolsillo todo lo robado al Estado e indemnicen los daños causados.
- Que los jueces actúen en tiempo real, con eficacia y rapidez, con la misma vara para todos y sin especular (ni por un minuto) en los tiempos políticos.
- Que nadie (nadie) defienda a un corrupto por cercanía o conveniencia política.
- Que dejemos de lado el “corruptómetro” y a nadie se le ocurra minimizar (mucho menos, justificar) algún acto de corrupción.
- Quizás entonces podamos avanzar de verdad contra un mal profundo y sistémico que destruye las instituciones y corrompe la política. Que no es “de izquierda” ni “de derecha”. Que no es un mal menor, inevitable ni tolerable.
Si no logramos dar ese paso seguiremos girando en el vacío a la espera del próximo fracaso. No desperdiciemos esta oportunidad histórica.