El fenómeno de los paraísos fiscales se supone conocido pero parece obvio que no lo es tanto. Ni siquiera grandes escándalos reveladores como los “Panamá papers” o, años atrás, el “Offshore leaks” han logrado que la dirigencia mundial cumpla con compromisos asumidos públicamente y termine con el poderoso sistema extraterritorial que refugia el dinero proveniente de las más nefastas actividades del planeta.
El premio Pulitzer es el máximo galardón periodístico otorgado en los Estados Unidos. Este año fue concedido al Consorcio de Periodistas de Investigación (ICIJ en su sigla inglesa), al grupo de medios Mc Clatchy y al Miami Herald por la brillante investigación desarrollada -en el mundo por el ICIJ y en EEUU por los dos medios indicados- respecto de los “Panamá papers”.
Por cierto el premio es merecido. La investigación exhibe lo mejor del periodismo, el seguimiento exhaustivo de un tema crítico hecho con seriedad, prudencia y compromiso, enfrentando a intereses poderosos y actuando de modo de asegurar que no hubiese filtraciones parciales o usos intencionados de la información antes de tiempo. Vale la pena escuchar de boca de sus protagonistas -en el caso, de los periodistas argentinos que intervinieron y merecen similar reconocimiento- como lo hicieron.
El mérito de los periodistas es muy grande pero es de presumir que su desazón por la falta de resultados prácticos derivados de su gran tarea sea equivalente
Pasó un año de la publicación de los “Panamá papers” sin que haya habido consecuencias de mínima significación para los paraísos fiscales, esos curiosos ámbitos por los que transita un tercio de los dineros del mundo y por los que circulan los fondos provenientes de la corrupción, el narcotráfico, el crimen organizado, la evasión fiscal y demás lindezas de la modernidad líquida y globalizada.
Es posible que dentro de un par de años casi nadie recuerde el significado de los documentos panameños en un mundo donde la memoria se diluye cada día, donde las noticias tienen vigencia ya no por meses o semanas sino por días o horas
Basta rememorar el “Offshore leaks”, la investigación dada a conocer en abril de 2013 por el propio ICIJ que sigue a disposición de quien quiera verla en sus archivos públicos. Ese arduo trabajo -86 periodistas de 46 países trabajaron 15 meses- sacó a la luz los movimientos financieros en los paraísos de 120.000 empresas y fideicomisos extraterritoriales y unas 130.000 personas, incluyendo muchos de los multimillonarios de todo el planeta y numerosos personajes de distintos ámbitos del poder económico y político.
Una encuesta seria seguramente revelaría que el porcentaje de personas que hoy conoce -o, mejor, recuerda- el “Offshore leaks” es insignificante
Otros estudios ratificaron conclusiones similares. La Tax Justice Network publica hace años amplia información según la cual, por ejemplo, sólo los argentinos tenían en los paraísos alrededor de 400.000 millones de dólares en 2012. Esos datos ponen mejor en perspectiva los resultados del blanqueo efectuado en nuestro país que los expertos coinciden en considerar muy exitoso pero que, al cabo, no llega a un tercio de tales estimaciones.
Las consecuencias para los Estados son enormes. Se estima una pérdida anual de 140.000 millones de dólares por los impuestos que se dejan de percibir a causa de los paraísos. Es notorio que eso afecta las obligaciones de cada Estado para con sus ciudadanos. En un mundo que vive en constante crisis económica cabe preguntarse cuántos de sus problemas se solucionarían integrando a la economía legal semejantes fortunas ocultas.
Las investigaciones y estudios no bastan para encarar el tema de fondo. Peor aún, la mayor difusión de los escándalos surge del uso político de los datos para la pelea partidaria, del intento de dañar al rival eludiendo que se trata de un problema sistémico que va mucho más allá de algunos dirigentes o personajes célebres involucrados.
En la cumbre del G-20 del año 2009 los máximos dirigentes del globo se comprometieron a tomar medidas serias y urgentes para erradicar los paraísos fiscales. La primera gran investigación del ICIJ fue conocida en 2013. La segunda, ahora premiada, en 2016.
Cuántos Pulitzer más serán necesarios para tomar por las astas el toro que más daño causa a la humanidad?