La astrología te ayuda a descubrir por qué fracasan tus relaciones y te da claves para mejorarlas y autorrealizarte de manera plena.
En la Carta Natal, los planetas representan herramientas, talentos a desarrollar. Uno de ellos, en verdad un satélite, es el cuerpo celeste más cercano: la Luna.
Astrológicamente, ella simboliza la cualidad más conocida y representa cómo fuimos criados y cómo nos vinculamos con nuestra madre. Nos une a aquel ser del que, alguna vez, dependimos totalmente para nuestra supervivencia.
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Esa memoria es ahora la base de nuestra capacidad para proteger y maternizar, delatando también cuánta dependencia generamos en aquellas personas o lugares que nos importan.
Con este test, evaluamos cómo nos llevamos con la función lunar, cuánto podemos o no proteger sin quedar pegados o identificados con aquello que cuidamos
Suele ser difícil vivir sin apego y lograr un correcto funcionamiento de esta cualidad lunar tan protectora y maternal.
Muchas veces nos refugiamos buscando excesivos cuidados o extrema dependencia en otros, en la familia o en reconocimientos laborales o institucionales. Con frecuencia creamos vínculos de necesidad poco creativos, quedamos atrapados en roles de protegidos o protectores, “de madre-hijo/a”.
En este contexto, nuestra vida queda cautiva del miedo y de la necesidad de reconocimiento, o de la excesiva dependencia, y nos resulta difícil desarrollar intereses, deseos o proyectos más allá de la seguridad de lo conocido.
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La influencia lunar
La Luna, en su rol de “proteger”, puede ser irreconciliable con otras funciones o planetas de nuestra Carta Natal que habilitarían nuestra salida al mundo, a una acción independiente más allá de nuestro lugar conocido y seguro en la familia o en el trabajo.
Solemos estar llenos de miedos e intentando controlar la vida, buscando en personas o en trabajos una protección absoluta. Los miedos que nos atraviesan, nos empujan a crear vínculos plagados de malos entendidos y de anhelos de pertenencia incondicional. Proyectamos en parejas, en roles, en empresas o en principios ideológicos, un espacio donde entregarnos totalmente, sentirnos absolutamente contenidos.
Este test nos dará pistas de cuán tomados estamos por el hechizo lunar, por la búsqueda de un cuidado absoluto e incondicional
Cuanto más logremos visualizar, reconocer y atravesar estos condicionamientos y fantasías universales de contención, mejor podremos contactarnos con nuestras genuinas necesidades.
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¿Con qué grupo te identificas más?
A. Habitualmente…
1) Necesitás estar siempre en actividad, sueles deprimirte si te quedas en tu casa.
2) Intentás todos los días salir un poco, pero también buscas espacios para disfrutar de tu casa.
3) Buscás quedarte en tu hogar, intentas evitar salir lo más posible.
B. Se te hace difícil…
1) Perdonar a otros.
2) Saber quién tiene “la culpa”, a veces te sentís culpable y, otras, víctimas.
3) Dejar de sentirte culpable.
C. ¿Qué es lo primero que viene a tu mente ni bien te despiertas?
1) Una proyección del futuro (próximo o no).
2) El tiempo presente.
3) Un pensamiento del pasado (cercano o lejano).
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D. Te caracterizas por…
1) Dejar todo librado al azar.
2) Planificar sabiendo que habrá imprevistos a los que intentarás adaptarte.
3) Planificar demasiado.
E. Elegí la frase que mejor te representa.
1) Dios proveerá.
2) Uno es arquitecto de su propio destino.
3) Todo tiempo pasado fue mejor.
F. En general te cuesta…
1) No pensar en vos y en tus necesidades.
2) Echar culpas a los otros.
3) Esforzarte por alcanzar un objetivo.
G. Tu vida es…
1) Un camino difícil por el que se avanza con esfuerzo, voluntad y valor.
2) Como la de la mayoría de la gente: con dolores y esperanzas.
3) De muchos sufrimientos y postergaciones, por lo que intentas calmarte con fantasías y sueños que rara vez se cumplen.
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H. ¿Qué piensas de estar en pareja?
1) Valoro de una pareja que no se interponga en mi vida ni en mis proyectos.
2) Me transforma, me hace cambiar. A veces cuesta, pero la vida es más rica, interesante y amorosa en pareja.
3) Necesito estar en pareja, es muy importante para mí.
I. Tener hijos…
1) Es complicado, te quitan mucha libertad… Hay que pensarlo bien.
2) Es trascendente, te vinculan con una forma de amor desconocida y maravillosa. Me gusta ayudarlos a crecer en libertad y confianza.
3) Son lo más importante de mi vida.
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Los resultados
- Mayoría de respuestas 1: Pesadilla lunar, atrapado en tu libertad
No te reconoces como alguien que puede dar protección y cuidado a otros, puede que no quieras ser madre. Como contrapartida, la cualidad maternal aparece inconscientemente y negativamente exagerada y proyectada en relaciones o en instituciones. Si observas, puedes haberte convertido en un hijo/a o niño/a eterno, buscando dar o encontrar en empresas, roles profesionales o en vínculos emocionales una protección y cuidado incondicional.
Pretendes vínculos de total dependencia sin pedir nada a cambio. Íntimamente, sentís que debes ser querido y comprendido sin decir ni hacer nada para que esto suceda. Te cuesta aceptar que te pongan condiciones en tus ámbitos de pertenencia. Sueles infantilizar mucho tu vida. Puedes tener cierta dificultad para crear vínculos de pareja en donde el deseo sexual y la paridad entre ambos se mantengan activos. Sueles crear vínculos en donde uno materniza al otro, generando ciclotimia entre el desborde y la escasez de pasión.
A este grupo pueden pertenecer personas que no pueden o no quieren engendrar hijos, o presentan dificultad tanto psicológica como física en relación a la propia maternidad
Sería interesante percibir la contradicción entre sentirse o valorar ser una persona libre y seductora mientras, a la vez, se está atrapado en un anhelo de encontrar una protección absoluta en una persona, en una profesión o en una empresa que “provea y resuelva todo”.
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- Mayoría de respuestas 2: Alquimia lunar, interdependiente
Buscas equilibrar tus compromisos emocionales con tus necesidades de desarrollo individual. Te conectas con el placer de cuidar y proteger a otros sin aterrorizarte por quedar atrapado en esos vínculos. Eres consciente del fuerte anhelo que todos compartimos por encontrar personas y lugares donde sentirnos totalmente protegidos. Cuidas a veces desde el placer y a veces en forma de servicio, retirándote cuando ya no es necesario sin sentirte abandonado.
Te gusta ver cómo los otros crecen y despegan. También sabes pedir cuando lo necesitas sin sentirte mal o dependiente por eso. Vivís el doble vínculo de ser individuo en desarrollo junto con la necesidad de relaciones de amor, de cuidado y compromiso. En un eterno ir y venir entre tus deseos y los de tu entorno, reconoces terrores y fascinaciones entre el “pertenecer”, sintiéndote protegido y la amenazante necesidad de la propia libertad.
Sabés que la trama entre seguridad y autonomía es compleja para vos y para todos. Vas logrando en tu entorno un contacto nutritivo y con la discriminación adecuada para desarrollar tus proyectos individuales
- Mayoría de respuestas 3: Hechizado por la Luna, atrapado en la protección
Te fascinas con encontrar personas y espacios que garanticen absoluto cuidado y compromiso. Te encanta sentirte elegido y contener. Gracias a tu acompañamiento, los otros se sienten mejor y se desarrollan. Es necesario que prestes atención para no quedar atrapado exclusivamente en el rol de “protector”, en ser solo eso: “la que los otros necesitan para mejorar”. Tus prioridades pasan –exclusivamente- por SER protector.
Al entregarte a este arquetipo de dador absoluto, das respuesta a un gran anhelo colectivo: que haya alguien amoroso y maternal dispuesto siempre a dar y proteger. Al entrar en este territorio de tanta necesidad grupal, corres el riesgo de convertirte en “solo eso”.
Ingresas en una historia con desarrollo y finales propios y predecibles, donde todo ya está escrito. Los anhelos colectivos relacionados con el “rol maternal” (de encontrar en alguien cuidado incondicional) comienzan a dirigir tu existencia. Tu vida es ciegamente movida por los deseos inconscientes, tu destino reproduce un “guión ya escrito”.
Tu destino es el de toda madre: dar todo de sí para nutrir y cuidar, para luego dejar partir, dar libertad o “ser abandonada”. Una vez que el niño crece y se independiza no necesita más de esa función omni protectora y nutricia
El problema es que vivencias esta sensación de abandono de lo que cuidaste en todos los ámbitos de tu vida: con parejas, amigos, empleados. Sentís que diste todo y luego te abandonan. Puede que sientas: “Yo doy todo y siempre me terminan abandonando o no reconociendo lo suficiente”.
- Beatriz Leveratto es astróloga y tarotista.
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