Baño terapéutico dentro del cráter de un volcán activo

A unos 50 kilómetros al noreste de Cartagena, Colombia, a pocos kilómetros de la costa, un intrigante montículo de 15 metros de alto que se parece a un volcán en miniatura se asoma entre el escarpado territorio.

Al acercarnos podemos descubrir que efectivamente se trata de la cima de “El Totumo”, un volcán que en vez de producir las consabidas erupciones de lava y ceniza, sorprende por una distinguida particularidad.

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Es al subir las escaleras que conducen a la cumbre cuando este volcán nos revela una deliciosa rareza: su cráter que tiene un diámetro de unos 5 metros, es una cuba rebosante de un tibio limo marrón grisáceo que tiene la consistencia de una espesa sopa crema.

Al observar a los bañistas en esta pileta de lodo parece que han sido bañados en chocolate.

De acuerdo con la tradición local, El Totumo entraba en erupción y desparramaba cenizas y lava fundida como cualquier otro volcán hasta que un sacerdote local, que vio las llamaradas como la obra del Diablo, volcó agua bendita en la boca de fuego y lo convirtió en este apacible y terapéutico volcán de lodo.

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Hoy en día los turistas pueden subir a una escalera de madera desvencijada pero segura y sumergirse en el lodo, el que contiene minerales como el aluminio, calcio y magnesio. Los locales insisten en que los baños terapéuticos aportan numerosos beneficios para la salud. Lo que es seguro es que al menos se obtendrá una limpieza profunda de los poros de la piel y quedará especialmente suave.

Una vez dentro del cráter de lodo se puede tomar una sesión de masajes relajantes, ejecutados de modo poco ortodoxo pero efectivo. La sesión incluye una especie de bautismo religioso que ocurre cuando el masajista hunde la cabeza de su “victima” en la pileta de barro tibio.

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Pero la aventura continúa y sólo concluye luego de deslizarse por un tobogán para salir del cráter. Una vez fuera, se debe caminar unos pocos metros hasta llegar a un lago idílico donde uno puede lavarse y quietarse todo resto del reconfortante barro. Allí, las mujeres de las aldeas locales literalmente arrebataran los traje de baño de quienes van llegando y lo usarán para lavar la piel,  quietar los restos de epidermis y eliminar también un poco del pudor que uno pudiera tener.

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