Con el sello de sencillez que lo caracteriza desde que inició su camino religioso, el Papa Francisco ya había pensado dónde y cómo pasar los últimos años de su vida. Cuando la posibilidad de un cambio de domicilio hacia el Vaticano era algo remoto, Jorge Bergoglio había previsto que, tras cumplir 75 años y jubilarse como obispo, se mudaría a la sencilla habitación número 13 del Hogar Sacerdotal Monseñor Mariano A. Espinosa, ubicado en el barrio de Flores, en Buenos Aires. Allí vivió hace muchos años, cuando era vicario.
Sobre la habitación elegida, Jorge Bergoglio había dicho: “Prefiero que no sea en la planta alta. No quiero estar por encima de nadie: mejor abajo”. Eso les había pedido a las hermanas del Buen y Perpetuo Socorro, que cuidan el hogar, según puede leerse en una nota publicada en el diario tucumano La Gaceta, publicada en el año 2013.
Tras dejar el barrio de Flores, “monseñor Bergoglio” iba seguido al hogar, destinado por años a ser vivienda de religiosos ancianos. “Venía tipo diez de la mañana y comenzaba a recorrer una por una las habitaciones de los sacerdotes enfermos. Los escuchaba, bromeaba con ellos… Era muy cálido. Después, a eso de las doce menos cuarto, se sentaba a conversar con nosotras”, recordó la hermana María Lucía Fassono.
Esta semana, el sacerdote Fabián Báez, párroco en Villa Urquiza, subió a su cuenta de Twitter dos fotos de la habitación. En ellas se ve un austero espacio con piso de madera, ocupado por una cama, un ropero, una silla, un sillón de un cuerpo y un ventilador eléctrico. Esa habitación actualmente no tiene un ocupante permanente. La utiliza algunas veces monseñor Poli, actual arzobispo de Buenos Aires.
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