Tus hijos o hijas entran en la adolescencia y… Aunque parezca imposible, ¡hablar con ellos/as es posible!
Aunque parezca grande, soberbio/a y arrogante, tu hijo/a adolescente está lleno/a de miedos e inseguridades porque está en un estado de transición entre su infancia y su adultez.
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Aunque nuestro consejo parece siempre innecesario, antiguo e inoportuno, ellos/as lo están esperando.
Aunque estés preocupada, acércate con una postura abierta. Esto se transmite en la tranquilidad con la que te sientas en el sillón dispuesto a escuchar.
Lo contrario es la postura rígida y solemne que recuerda más a un juez que dicta sentencias, que a una madre o padre que intentan comunicarse.
Aunque estés enojada, primero escúchalo/a atentamente sin dar opinión, solo preguntando cuando no entiendas algo de su relato.
Aunque te cueste, ahora es tu momento: habla, da tu opinión en forma clara y contundente. Empezá por algo en que estés de acuerdo para “abrirle el oído” y luego seguí con tu forma de ver y pensar ese conflicto, siempre teniendo en cuenta que los tiempos cambian y que hay diferencias entre la cultura en la que vos viviste tu adolescencia y la cultura actual en la que ellos se desenvuelven.
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Aunque te parezca que no hay solución porque te nubla el enojo, siempre hay una forma de desatar el nudo: una puerta que se abre y te enseña la salida, un camino aceitado para aquello que se atascó. Muéstrate serena y firme.
Aunque les cueste reconocerlo, tus hijos/as te sentirán como un referente que guía y orienta al cual podrán volver ante la próxima dificultad o desacuerdo.
Aunque no lo parezca, estamos construyendo un vínculo fuerte entre padres e hijos/as. ¿Por qué fuerte? Por 3 motivos:
1. Porque tolera la dificultad.
2. Porque la manifiesta.
3. Porque encuentra una vía de salida.
Aunque te canses de intentarlo y muchas veces te frustres, ¡nunca te rindas en tender un puente con tus hijos/as adolescentes!
Fuente: Dra Adriana Grande, médica y psicoanalista.
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