La leche materna contiene todos los nutrientes que tu bebé necesita durante los primeros 6 meses de vida. Protege al niño de infecciones y tiene beneficios en todos los planos. Para poder sostener la lactancia, es clave aprender algunas claves sobre la extracción y sobre cómo calentar leche materna para que llegue a tu bebe en óptimas condiciones.
Te puede interesar: Nutrición durante la lactancia: qué hay que saber
Lo primero que debés tener claro es que la leche materna se puede calentar, pero nunca se debe subir su temperatura por encima de la del ambiente. Debe estar tal cual la tomaría un bebé al momento de lactar. No hay que calentarla en el microondas ni agregarle agua hirviendo ni ninguna otra cosa que la altere. Es fundamental este punto.
Hay tres maneras en las que se puede subir la temperatura de la leche refrigerada:
Te puede interesar: Lactancia Materna: la importancia de la nutrición en los primeros 1.000 días
Para poder aprovechar la leche que producís y el bebé no llega a tomar, es importante aprender cómo extraer la leche materna y cómo conservarla luego de la extracción para que mantenga sus propiedades y beneficios hasta el momento de dársela al bebé.
Te puede interesar: La importancia de la lactancia materna y cómo cuidarla
Extraer y conservar leche materna es muy beneficioso tanto para la mamá como para el bebé porque hace que el cuerpo de la mujer mantenga su producción de leche, previene la mastitis y otros problemas y permite que el bebé tenga alimento cuando la mamá no está o tiene poca leche por cansancio o por cualquier otro motivo.
Es importante que pongas las fecha y hora en el recipiente para saber de cuándo es. Recordá que la cantidad que toma el niño está asociada al peso e irá aumentando a medida que el bebé crezca: esto implica que lo que sobra al mes o dos meses puede faltar más adelante, cuando la mamadera vaya sumando milímetros.
Cuando hayas terminado la extracción, poné la leche en la mamadera o el recipiente apto que tengas preparado y procedé inmediatamente a refrigerarla. Puede ser en una heladerita de plástico con hielo si estás fuera de casa o podés ponerla directamente en la heladera. Allí podés guardarla por 48 horas. Tené en cuenta que, a temperatura ambiente de menos de 26ºC, la leche dura en buen estado entre 4 y 6 horas.
Por otro lado, si querés conservarla por más tiempo, podés guardarla durante 14 días en el congelador y, 3 meses, en el freezer. Sí, se puede congelar la leche materna, pero una vez descongelada no podés volver a congelarla y tenés que descartar lo que no uses.
Te puede interesar: UNICEF advierte: la lactancia materna versus la leche “fórmula”
Aunque la refrigeres de manera adecuada, puede ser que la leche luzca como cortada o “dividida” (como agua y aceite en el mismo recipiente). No te preocupes porque es normal y no implica que esté mala. Sólo tenés que batirla para que se vuelva a unificar.
Si te sacás leche más de una vez en el mismo día, podés almacenarla en el mismo recipiente. Si tenés extracciones de días diferentes, no las unas. Y, si sobra leche cuando alimentás a tu bebé, debés descartarla.
Al descongelar la leche, también puede pasar que tenga olor rancio. No te preocupes porque es normal. Se genera a causa de una enzima llama lipasa que ayuda a la digestión de los bebés. A pesar del olor, sigue siendo buena para el bebé, aunque puede suceder que algunos no la quieran tomar.
Algo que podés hacer para que ésto no suceda es calentar la leche congelada hasta que esté a temperatura ambiente, poniéndola debajo del chorro de agua mientras se va calentando o adentro de una cacerola con agua tibia, como ya te comentamos.
También podés leer: Claves para entender y resolver dudas y problemas con la lactancia
Seguí leyendo:
Utilizamos cookies de terceros para mostrar publicidad relacionada con tus preferencias. Si continúas navegando consideramos que acepta el uso de cookies. Puede obtener más información en:
Politica de Privacidad