Muchos profesionales y la gran mayoría de la literatura sobre alfabetización mediática sugieren que los padres debemos generar “zonas libres de pantalla” para nuestros hijos. Es decir, debemos obligarlos a apagar cualquier dispositivo electrónico con el que se entretengan en esos momentos: celulares, tablets, estaciones de videojuegos, etc.
Para ello, debemos tener en cuenta que hay por lo menos cuatro momentos cada día en los cuales las “pantallas” deben ser dejadas de lado.
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Basándose en la investigación disponible sobre el sueño de los chicos, los vínculos y el funcionamiento familiar los especialistas opinan que apagar los dispositivos electrónicos durante estos cuatro momentos es algo clave para el crecimiento, la salud física y los vínculos sociales y familiares de nuestros hijos.
Probablemente para poner en práctica estas nuevos horarios sin tablets ni celulares sea necesario hacer cambios en la rutina de los chicos, por lo cual la recomendación es sentarse con ellos y explicar las razones del cambio de reglas. Es importante resaltar las consecuencias negativas que implica el estar “pegado a las pantallas”: falta de sueño o falta de tiempo para hablar y compartir tiempo entre padres o con los hermanos. Seguramente habrá un poco de resistencia pero hay que confiar en la capacidad de sus niños de adaptarse.
La investigación sobre el tiempo de uso y exposición a las pantalla y la calidad y cantidad de sueño es muy clara y muy buena. El uso de dispositivos se asocia con dormirse más tarde y en general menos. Esto es cierto tanto para niños como para adultos.
Ha habido investigaciones que sugieren indican que la luz azul que emana de las pantallas interrumpe nuestra función natural de la melatonina lo que hace más difícil quedarnos dormidos. Por esa razón lo mejor es alejarse de las pantallas una hora antes de ir a la cama.
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Apagar las pantallas a una hora establecida cada noche asegura que el navegar sin rumbo por la web y los mensajes de texto no se prolonguen hasta altas horas de la madrugada.
Es conveniente crear zonas de uso de los dispositivos. Por ejemplo no llevarlos a la cama sería lo mejor. Si los adolescentes usan el celular para despertarse y llegar a tiempo a la escuela lo mejor es volver a tener un despertador a la antigua. Se estima que el 87% de los adolescentes no reciben la cantidad recomendada de sueño. Muchas cosas contribuyen a este problema, pero las pantallas son un culpable fácil de eliminar.
El uso de la pantalla antes del día escolar es parte de un hábito arraigado que en un momento hizo la vida de los padres más fácil y rápidamente hizo que sus vidas fueran más difíciles. Comienza así: un padre necesitaba entretener a un bebé o un niño pequeño exigente mientras se preparaban para salir. Ahora, ese niño es un niño capaz de alimentarse, vestirse y salir el solo por la puerta. Sin embargo, en lugar de aprender a hacer estas cosas, el niño ha aprendido a mirar la pantalla mientras su cuidador hace estas cosas.
Las pantallas hacen las mañanas más difíciles a los padres. No debemos privar a nuestros hijos de la satisfacción que viene con ser capaces de cuidarse por sí mismos
Otra razón importante por la que no deben usarse las pantallas antes de la escuela es que es el mejor momento del día para pensar con claridad y no debemos dejar que esa práctica se vea entorpecida con juegos o pasatiempos sin ton ni son. El cerebro de los chicos debe ser preparado para el día escolar que está por venir. Es una rutina que los beneficiará el resto de sus vidas
Hay momentos naturales para la conexión y la conversación con los hijos. La hora de la cena es uno de esos. Décadas de investigación sugieren que tener una cena familiar de manera regular se asocia con mayor rendimiento académico, mayor autoestima y menor riesgo de depresión juvenil.
La investigación sugiere que la naturaleza de una conversación se trastoca cuando hay un teléfono sobre la mesa. Las personas son menos propensas a hablar de temas profundos y se sienten menos conectados entre sí.
Volver de la escuela o del club en el auto es un buen momento para mantener una tranquila charla y conectarse con los chicos. De más está decir que los teléfonos no deben usarse mientras se conduce pero es bueno que aprovechemos ese momento también para generar un espacio de vínculo.
Por otro lado el viaje en auto puede ser también un momento para descomprimir y reflexionar. Si los chicos no quieren hablar, pueden usar ese tiempo para procesar su día en la escuela o cualquier evento que acaba de terminar. Es bueno que sus cerebros tengan períodos de descanso y no se estimulen constantemente.
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