Es algo que científicamente está probado pero que desconoce la gran mayoría de la población: zarandear a un bebé para consolarlo puede ser perjudicial para el pequeño, ya que puede padecer graves secuelas.
“La sacudida brusca de un niño pequeño para calmarle puede empujar su frágil cerebro contra el cráneo y provocarle graves secuelas”, advierten las unidades de Neurología y Neuropsicología Infantil del Hospital Universitario 12 de Octubre de Madrid, en España.
Dicha sacudida, conocida como Síndrome del Niño Zarandeado o Trauma Craneal No Accidental (TCNA), puede ocasionar al bebé lesiones cerebrales “muy importantes”, problemas de visión, fracturas costales, asfixia e incluso la muerte.
La sacudida brusca a la que se somete a un bebé cuando un adulto pretende calmar su llanto golpea su cerebro contra el cráneo y puede causar hemorragias, problemas de visión, fracturas costales y asfixia
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“El síndrome se caracteriza por la presencia de hemorragia intracraneal y retiniana, edema cerebral y posibles fracturas óseas ocultas, aunque paradójicamente no existen signos externos traumáticos o son casi imperceptibles”, agrega el hospital.
Según explica los expertos, este tipo de movimientos realizados por adultos no suelen ser premeditados y ocurren en momentos de desesperación ante la imposibilidad de calmar al bebé. Aunque el síndrome puede tener lugar en todos los niveles socioeconómicos y culturales, son factores de riesgo la juventud de los padres, el aislamiento social y familiar, los embarazos no deseados y niños irritables o con problemas de neurodesarrollo.
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