Se acerca el 6 de enero, una fecha que los niños esperan con impaciencia porque llegan los Reyes Magos. Los preparativos se nutren de entusiasmo y los rituales son un regalo lleno de ternura. La carta, los zapatos, el agua y comida para los Reyes y sus animales emocionan a los niños y encantan el hogar.
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Según la tradición cristiana, los tres Reyes Magos: Melchor, Gaspar y Baltazar llegaron hace más de 2,000 años a celebrar el nacimiento del niño Jesús portando tres regalos: oro, incienso y mirra. “Y al entrar en la casa, vieron al niño con su madre María, y postrándose, lo adoraron; y abriendo sus tesoros, le ofrecieron presentes: oro, incienso y mirra (Mateo 2:11)”.
El oro es pureza. No se corrompe, no se altera, representa lo más puro del hombre. Se utilizaba en la joyería real y para ornamentos religiosos. El oro, honraba al Niño Jesús como Rey.
El incienso es una resina. Su significado simbólico es la ampliación de la conciencia, la purificación, que va más allá de los apetitos cotidianos. El incienso honraba a Jesús como Divinidad.
La mirra es otra resina, muy empleada con fines medicinales, los embalsamadores egipcios la utilizaban para preparar los cuerpos para la sepultura. La mirra honraba a Jesús como hombre y señalaba su mortalidad.
Su tumba está en la catedral de la ciudad alemana de Colonia, aunque se cree que los restos mortales reposaron primero en Constantinopla y luego en Milán.
Cuenta la leyenda que fue Santa Elena quien encontró los cuerpos y permitió su traslado a Milán. Parece que la santa había encontrado sus restos en Constantinopla, por donde podrían haber vuelto los Reyes Magos para evitar rendir cuentas al malvado rey Herodes (él les había pedido que fueran a informarle cuando encontraran al Mesías).
Según el historiador del arte Rolf Lauer, en 1164 llegaron los restos desde Milán a Colonia y en ese momento se decidió levantar una catedral más solemne, hecho que la convirtió en centro de peregrinaje de los cristianos durante la Edad Media.
En la biblia únicamente el evangelio según San Mateo (capítulo 2), de cuatro evangelios que se conservan, menciona a los Reyes Magos, aunque el evangelista no habla en ningún momento de monarquías y únicamente alude a “unos magos de oriente”. El concepto de “mago” en aquella época (el siglo I) se refería a los sabios que se dedicaban al estudio de los cielos, a la astrología. De ahí que sea lógico que siguieran una estrella, de la que sí llega a hablar San Mateo.
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Pero el número de los magos (no reyes) varió durante siglos y según las tradiciones de cada pueblo. “Las representaciones de la adoración de los magos halladas en templos del siglo III mostraban solo a dos personajes; en las catacumbas romanas hasta el siglo IV aparecían dos o cuatro magos, según los casos; la media docena tampoco faltó en algunas pinturas de la época”, indica Pepe Rodríguez en su libro ‘Mitos y tradiciones de la Navidad’.
Finalmente se estableció que se trataba de tres, ni uno más ni uno menos. Simplemente porque habían traído tres regalos al niño, al menos esa es la teoría más extendida: oro, incienso y mirra, un detalle que sí da el evangelio.
Si el número de los Reyes Magos no quedó claro hasta pasados varios siglos, mucho menos su nombre y raza
Los nombres aparecen escritos por primera vez en un evangelio apócrifo del siglo V, según los estudios de Rodríguez. En el texto se dice que los magos son tres reyes hermanos: Melkon de Persia, Gaspar de la India y Baltasar de Arabia. Éste último no aparece representado como negro hasta las pinturas del siglo XVI.
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Lo que la Iglesia da por demostrado en cualquier caso, es que los restos que se encuentran en la catedral de Colonia son de los Reyes Magos. Cualquiera que visite hoy la basílica de Colonia puede admirar un precioso relicario dorado para el que su orfebre siglos atrás no escatimó en gastos. El relicario luce imponente con sus figuras de oro y plata además de varias piedras preciosas en el centro del altar mayor.
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