Un cuento para pensar y usar mejor las pantallas, por Maritchu Seitún

¿Cuántas horas del día secuestran los dispositivos electrónicos? ¿Cuánto tiempo nos dejan sentados, solos, lejos del mundo que nos rodea? En su nuevo libro “Coco, Mini y la tecnología”, Maritchu Seitún y Sofía Chas invitan a levantar la mirada y desconectar… Para conectar.
los niños y las pantallas maritchu seitun

Nada mejor que entender para encontrar puntos de acuerdo. Abriendo puertas, tenemos menos necesidad de andar por la vida (y por los hogares) gestionando tensiones. Aprendiendo, explicando, compartiendo, peleamos menos, prohibimos menos y cuidamos más. Esa es la apuesta del último libro de la prestigiosa psicóloga Maritchu Seitún y su hija Sofía Chas, diseñadora, editora y licenciada en Orientación familiar. Editado por Grijalbo, se llama “Coco, Mini y la tecnología” y se mete de lleno en un tema que pide a gritos nuevos abordajes: las pantallas.

libro de maritchu seitun pantallas

En dispositivos móviles de lo más variados, niños y adultos estamos cada vez más adictos a eso que ofrecen hoy estas pequeñas pantallas luminosas, que se esmeran con gran éxito en secuestrar cada vez más nuestra atención, nuestras horas, nuestra experiencia de lo vincular.

Es que son atrapantes, sin duda. Parecen resolver todo lo que necesitamos para atravesar el día: nos entretienen, nos informan, nos relacionan, nos educan, nos permiten desafiar límites y más. Mucho más. Nos “acercan” todo para encerrarlo en la palma de la mano. Mmmmm… ¿Raro, no? ¿Cabemos allí? ¿Pueden nuestros ojos ofrecernos todo lo que podríamos tener levantando la mirada, tocando, conversando, caminando, jugando, abrazando… siendo? No, definitivamente. Si las pantallas se quedan con tantas horas y actividades, nos hacen mal. Nos privan de muchas otras cosas. Nos empobrecen. A todos y en todos lados.

“¿Sabés qué es una adicción? Es algo que no podés soltar, que te atrapa como un pulpo, aunque no quieras. Es algo que sentís que necesitás todo el tiempo y querés más y más. Te atrapa y empezás a olvidarte de hacer cosas que eran importantes para vos“, dispara el libro, poniendo en palabras simples un problema cada vez más grande. “La tecnología, tal como la estamos usando hoy en día, nos aleja del mundo real, de los amigos, de la naturaleza, del juego con otros. Nos aleja de los abrazos y nos mete en un mundo donde creemos que estamos con mucha gente pero, en realidad, estamos muy solos”.

Para escribir este nuevo libro, que se suma a una serie que aborda muchos de los temas que preocupan y ocupan a las familias en tiempos de crianza, Maritchu Seitún y Sofía Chas hablaron con pediatras, neurocientíficos, kinesiólosos, oculistas y psicopedagogos. El objetivo de esta exploración fue justamente entender y pensar de qué manera podemos recuperar el control para tomar lo bueno, comprender los riesgos y, por supuesto, minimizar lo malo.

“La idea no es satanizar la tecnología. Yo misma me descubro muchas veces totalmente dependiente del celular -confiesa Maritchu-. Soy grande, soy consciente de la adicción que generan los teléfonos y el WhatsApp y, sin embargo, más de una vez me siento incapaz de alejarme del celular durante varias horas. No solo me da ansiedad por los mensajes y mails que se acumulan, sino que lo extraño porque me entretiene… Pero me pregunto también cuántas cosas que me entretenían dejé de hacer por perder horas con el teléfono. Cuánto dejé de caminar, de pasear, de cocinar algo rico, de hacer jardinería, de charlar con otros. Levantás la mirada y se fueron un montón de horas y el teléfono se quedó con más tiempo del que hubieras planeado dedicarle. Creo que contra eso tenemos que pelear, grandes y chicos”, propone Seitún, psicóloga especializada en temas de crianza y autora de varios bestsellers sobre temas de lo más diversos.

Crédito foto: Unplash

El libro, lejos de convocar a una vida sin pantallas, invita a devolverlas al lugar que merecen. “Son un instrumento útil, práctico, que sirve para muchas cosas, pero se está convirtiendo en el centro de la experiencia vital, y eso no está bueno para nadie“, reflexiona.

Recetas para desconectar

“En las páginas del libro, con textos e ilustraciones accesibles y sencillas, invitamos a pensar juntos cómo podemos hacer para soltar las pantallas, para quitarles el poder de quedarse con tantas horas. Sabemos que a grandes y chicos el celular nos atrapa, como si se nos pegase a la mano con plasticola, pero es algo que podemos empezar a cuestionar”, se entusiasma Sofía, que, como mamá, se encuentra ella misma gestionando las contradicciones de un instrumento que nos da tanto como nos quita. “El problema es quién manda, y estamos viendo que nos estamos volviendo adictos. Es decir, subordinados. Muchas veces es algo que no podemos manejar ni siquiera nosotras, como adultas y como mamás”, dice.

Es que son muchas las opciones, los colores, los estímulos: videos, tutoriales, chats, mensajes, aplicaciones, juegos, shopping. Celulares, tablets, computadora, consolas, televisores. “Son como los colores flúor: atrapan tu mirada y te hacen ver a los demás colores como poco interesantes. Las pantallas generan un adormecimiento, que es un estado entre dormido y despierto que apaga el cerebro”.

La pantalla gana… Y el cuerpo lo sabe

Es claro que la tecnología multiplica oportunidades y tiene beneficios enormes para muchas cosas, pero tomar conciencia sobre la necesidad de restringir el tiempo que le entregamos a diario es fundamental. Las consecuencias del abuso de pantallas son muchas, y el libro las enumera:

  • Aumentó muchísimo la miopía en chicos porque, al estar mirando siempre de cerca, el ojo se pone vago y no ve bien de lejos.
  • Los kinesiólogos ven cada vez más problemas de espalda, con cervicales que pierden su curva natural y contracturas que generan mareos y otros problemas.
  • El descanso se ve afectado. La calidad del sueño empeoró con el uso de pantallas y la cantidad de horas se redujo, algo que atenta contra el crecimiento saludable.
  • El sedentarismo no solo está generando problemas con el peso, sino que debilita la musculatura y disminuye las capacidades físicas.
  • La velocidad con que circulan contenidos por la pantalla afecta nuestra capacidad de concentración y comprensión. Toleramos menos leer, escribir, pintar, jugar juegos de mesa… Nos aburre porque el cerebro está cada vez más perezoso.
  • El exceso de pantallas también está afectando la manera en que nos vinculamos con otros, adentro y afuera de los hogares. Las habilidades sociales se desnutren y la gestión emocional retrocede cuando todo empieza a estar mediatizado por un teléfono, dejando de lado la riqueza de la comunicación humana cuando los cuerpos y emociones protagonizan el intercambio.

“Un neurocientífico nos explicó que, con las pantallas, nuestro cerebro está en las mismas condiciones que cuando dormimos. Esto quiere decir que la pantalla bloquea el movimiento y también la palabra. Por eso no nos movemos ni hablamos, y quedamos como adormecidos o hipnotizados”, reza el libro.

¿Da miedo? Un poco. Pero no es el objetivo de Coco y Mini. “La buena noticia es que hay remedio. Si miramos las pantallas con un límite de tiempo y contenido, no se volverán una adicción”, proponen, y ofrecen una guía de actividades para realizar en familia.

Crédito foto: Unplash

Plan Desatrapador

“Hay que entender que las pantallas están en nuestras vidas y van a seguir estando, pero lo importante es aprender a usarlas bien. El objetivo es lograr un equilibrio“, dice Maritchu, que diseñó con Sofía un “Test de uso del tiempo” y otras tareas para pensar en familia estas cuestiones.

El libro propone espacios de encuentro e incluye un “Plan Desatrapador” para repensar las “reglas de la casa” y disfrutar otras posibilidades, recuperando la libertad de decidir cuánto tiempo le daremos a la pantalla.

Entretenido, fácil de leer y con buenos recursos para desafiar los hábitos que no suman, “Coco, Mini y la tecnología” es un libro indispensable para los tiempos que corren.

Una oportunidad para sacudir(se) las ideas y poner el cuerpo, la mente y el corazón en movimiento. Tomar conciencia es el punto de partida.

hermanos unidos

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