Luego de que fuera aprobada la ley que prohibirá la práctica de carreras de galgos en la Argentina, las organizaciones que protegen a estos perros, indicaron que esta raza se puso de moda y que las adopciones crecieron significativamente si se comparan las cifras con las de algunos años atrás.
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Una de estas entidades, “Adopta un galgo en Argentina” dio en su sitio web las razones por las cuales quienes quieran tener un perro deberían pensar en los galgos. Indican por ejemplo que: “Al mismo tiempo que son excelentes compañeros; leales, tranquilos y cariñosos; son una de las razas más maltratadas en varias partes del mundo. En España les dicen “perros de usar y tirar”, y en Argentina no es diferente”.
“Con toda la polémica que se armó, la gente está mucho más informada y ahora sabe que son perros normales, que no son máquinas de correr y empezó a adoptarlos”, coincidió Alejandra Peralta, de Adopta un Galgo, quien informó que en los siete años que lleva en la defensa de esos perros la ONG ya entregó mil ejemplares.
Sumándose a esta interpretación, Inés Sánchez, directora de la ONG Proyecto Galgo, creada hace cuatro años coincidió con Peralta: “Fue exactamente con la polémica del año pasado que subieron las adopciones”, dijo Sánchez, quien contó que “en los primeros años cada vez que entregábamos un perro abríamos un champagne, pero el año pasado aumentaron muchísimo”.
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Para poder dar respuesta esta ONG tuvo que sumarle otros cuatro refugios en el interior del país donde cuidan a los perros que son abandonados a los dos campos que la organización ya tenía en la provincia de Buenos Aires.
Sánchez dijo que daban en adopción un promedio anual de 100 galgos, pero que tras la nueva norma calcula que ese número ascendió a 150.
“Es fabuloso, porque un día ves a uno paseando con su perro y a los dos meses ya ves que aparece con otro más. Es que con uno solo no te alcanza”, se entusiasmó Martín Dickinson, un psicólogo que vive en el barrio de Recoleta en Buenos Aires quien después de la muerte de su viejo perro decidió adoptar a Juana, su primer galgo y a los nueve meses ya eran tres los perros de esa raza que vivían en su casa.
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Las dos ONG’s mencionadas trabajan de la misma manera, rescatando los perros que van a parar a las direcciones de zoonosis o que son abandonados en basurales, donde terminan cuando sus dueños no los quieren más porque están lastimados, porque ya no sirven para cazar o se convirtieron en un gasto innecesario desde que las carreras fueron prohibidas.
Los perros son recuperados y una vez que están curados y adaptados a una nueva vida se entregan en adopción
Amigables, estilizados, sin pelusas molestas ni ladridos que enojen vecinos, en eso todos están de acuerdo cuando hablan de las razones de porque se volvieron fanáticos de los galgos.
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