Un estudio reciente del prestigioso Pew Research Center descubrió que los millenials han interrumpido otra costumbre arraigada en la cultura occidental. No, esta vez no tiene que ver con palta ni teléfonos inteligentes sino con su hogar. Las personas de entre 18 y 34 años tienen más chances de vivir con sus padres que con su pareja romántica.
Si bien es tentador achacar este hecho a las sucesivas crisis del capitalismo y a la inhabilidad de crecer de los más jóvenes, el principal factor de que esto suceda es que la mayoría de los millenials eligen no sentar cabeza antes de los 35 años.
La falta de compromiso romántica sumada a la caída en popularidad de la idea de vivir solo o con compañeros de piso da como resultado una generación atrincherada en la casa parental.
Se trata de una generación atrincherada en la casa parental
Este hecho no resulta tan sorprendente y que los millenials prefieran vivir con sus padres que con su pareja es consecuencia de tendencias que vienen dándose hace más de tres décadas.
Estas tendencias incluyen que las personas eligen casarse a una mayor edad- en 2014, la mediana era de 27 años para las mujeres y 29 para los hombres-, una caída en la generación de empleo no calificado -lo que hace que las personas menos educadas tengan más problemas para conseguir dinero- y un aumento del período educativo.
La revolución feminista también ha jugado un papel importante ya que el porcentaje de mujeres que accede a una educación superior es mayor. La meta de las mujeres no es casarse sino desarrollar una carrera profesional por sí mismas.
Sin embargo, el matrimonio sigue siendo un factor organizacional de la sociedad para los más jóvenes. Si bien los millenials postergan la idea de casarse, no la descartan.
Si bien los millenials postergan la idea de casarse, no la descartan
El autor de “Adultez emergente” Jeffrey Arnett plantea en su libro que la mayoría de las personas en “sus veinte” se plantea algo llamado “el límite de los 30 años”. Se refiere a que los jóvenes sienten que tienen esa década para resolver sus carreras profesionales, sus preferencias sexuales, el lugar dónde quieren vivir y experimentar pero luego se cansan. Arnett explica que es un período de vida muy “caótico” pero que todavía “casi todo el mundo quiere casarse y establecerse después del huracán”.
Mientras tanto, la casa de nuestros padres es un lugar bastante decente para pasar el rato y según el especialista, a la mayoría de los padres no les preocupa que sus hijos vivan con ellos hasta los 28 años.