“Ni hay chance de que le conteste”, pensás mientras ignoras un mensaje de tu pareja durante un tiempo, le decís que no tenés tiempo para cenar juntos o planeas distintas maneras para que se de cuenta de lo que te pasa.
Si te resulta familiar este comportamiento, este artículo es para vos. Muchas veces hacemos cosas para “castigar” a nuestra pareja por su comportamiento en lugar de decir exactamente lo que nos molestó.
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Las relaciones son complicadas y si queremos armar una pareja estable tenemos que desterrar estos comportamientos que solo atentan contra la comunicación, principal valor para lograr un amor duradero. Pero, ¿por qué sucede esto?
Por qué nos cuesta hablar sobre lo que sentimos
Cuando hablamos de una relación tan íntima como una pareja tenemos que saber que entra en juego uno de nuestras mayores fobias: el miedo al rechazo. En lugar de decir que una actitud nos hizo daño, callamos para no perder al otro pero esto comienza a salir de manera indirecta con actitudes tóxicas para que la otra persona se sienta como nos sentimos nosotros. Esta conducta solo puede generar confusión, malestar y malos entendidos en la pareja.
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Cómo evitar las conductas tóxicas
Las emociones nos dan información muy valiosa sobre lo que nos sucede. Sin embargo, socialmente se nos dijo que no es bueno mostrarlas, especialmente a los hombres y por eso tratamos de esconderlas.
El problema es que las emociones deben ser canalizadas de manera saludable para no generar dinámicas dañinas. En una relación de pareja necesitamos ser conscientes y detectar cuando algo nos molesta y externalizarlo de la mejor manera posible.
Por ejemplo, mi pareja me dice que ha tiene una fiesta con sus amigos el fin de semana yo hubiera preferido hacer otro plan más tranquilo juntos. Racional y mentalmente entiendo que el es libre de hacer lo que quiera pero en mi cabeza tenía otra idea y no puedo evitar que esta situación me moleste.
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Acá es donde se pone en juego la sensación de ser rechazado y es probable que sin siquiera darme cuenta cómo, aparezca en mi cabeza un discurso del tipo “si me quisiera, querría quedarse conmigo”. Esto hace que empecemos a enojarnos pero en lugar de decirle al otro que se quede nos callamos porque tampoco queremos que se quede obligado.
Estas emociones van invadiendo cada rincón de nuestro pensamiento y cuando nuestra pareja nos mande un mensaje aparentemente inofensivo, nosotros ya vamos a tener un enojo acumulado que va a convertir cualquier pavada en una discusión.
Una oportunidad para mejorar
La próxima vez, quizá sea más fácil decirle a tu pareja exactamente lo que te molestó para no desarrollar una bola de nieve que culminé en una discusión explosiva. Pero además, es podés aprovechar este conocimiento para analizar qué es lo que te genera tanto miedo al rechazo o al abandono, y crecer internamente.
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