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Paternidad y maternidad responsable: una meta más allá de etiquetas sexistas

La igualdad de género tiene que sostener las diferencias como valor, sabiendo que tanto el hombre como la mujer puede cumplir la mayoría de los roles.

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Criar un hijo es todo un desafío para el que nadie está cien por ciento preparado, pero que la mayoría afronta como el reto más enriquecedor de sus vidas. Es un camino, un aprendizaje, un objetivo que nos hace transitar la vida con amor, generosidad y entrega. Conocé algunas claves de la paternidad y la maternidad responsable y disfrutá la aventura de criar.

Hay padres que no saben estar presentes. Hay madres tóxicas, padres maravillosos que crían a sus hijos en soledad y mamás extraordinarias que dejan huellas imborrables en el corazón de sus niños. Nadie nació sabiendo y todos cometemos errores, y tanto hombres como mujeres podemos aprender y apuntalar todo el tiempo nuestra mejor versión a la hora acompañar y sostener la crianza.

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Emma Watson dijo en su discurso en la ONU: “Hombres y mujeres deben sentirse libres de ser fuertes. Es hora de que veamos a los géneros como un conjunto, no como un juego de polos opuestos. Debemos parar de desafiarnos los unos a los otros”

La buena paternidad y la buena maternidad no sabe de sexos, sino de personas. Aún más, cada pareja es muy consciente de sus propias necesidades y llevará a cabo las tareas de crianza y atención en base a sus características. Es decir, son sus propios miembros quienes establecen el reparto y las responsabilidades del hogar en base a la disponibilidad.

El llegar a acuerdos, el ser cómplices uno del otro y el tener claro que el cuidado de los hijos es responsabilidad mutua y no exclusividad de uno solo, creará esa armonía favorecedora en la que el niño crecerá en felicidad teniendo ante todo un buen ejemplo.

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Asimismo, y más allá de los grandes esfuerzos que cada familia lleva a cabo en el seno de su propio hogar, es necesario que también la sociedad sea sensible a ese tipo de lenguaje que alimenta las etiquetas sexistas.

Las mamás que continúan con su carrera profesional y que luchan por tener una posición en la sociedad no son “malas madres” ni descuidan a sus hijos si los adultos cuidan que sus funciones de amor, nutrición y cuidado estén cubiertas.

Los papás que dan la mamadera, que buscan remedios para los cólicos de sus bebés, que van a comprar pañales, o bañan cada noche a los niños no están ayudando: ejercen su paternidad. Revisar y cambiar algunos hábitos culturales redundará en hijos más ricos y más sabios, capaces que desafiar los límites que las generaciones anteriores no supimos derribar.

 

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