Sobre un monte inmerso en la llanura de la pampa en La Playosa, localidad de la provincia de Córdoba en Argentina, se encuentra la capilla San Bernardo, un espacio de recogimiento de 92 metros cuadrados hecho completamente en ladrillo y rodeado de árboles, proyectado y dirigido por el arquitecto rosarino Nicolás Campodónico.
Y este sencillo pero conmovedor oratorio, ubicada a 170 kilómetros de la capital cordobesa, fue reconocida por el portal ArchDaily, el sitio de arquitectura más importante del mundo, como la mejor construcción religiosa de este año.
El ladrillo es el único elemento físico, tangible, de esta obra y fue recuperado de una casa rural centenaria y de sus corrales que estaban en el lugar. El sitio no tiene electricidad ni ninguna otra utilidad, la naturaleza impone sus propias condiciones.
Barro convertido en ladrillo y luz, eso es todo lo que necesito Campodónico para emocionar a quienes conocieron su obra.
De hecho la cruz, en realidad, no existe materialmente. De acuerdo a la orientación del Sol, única fuente de iluminación del templo, la cruz se va corporizando como sombra sobre las paredes.
“Pienso que lo más interesante de la obra no es lo arquitectónico, sino la cruz. Hace unos años tuve la oportunidad de hablar con Don Ambrogio Malacarne -monseñor dedicado a la adecuación entre la liturgia y las Iglesias en Italia, ya fallecido- quien me dijo que durante los últimos 2000 años la cruz había sido representada en distintos estilos, proporciones, materiales, pero siempre era una representación, un símbolo…Por el contrario, ésta es una cruz ritual, no rememora, sino que recrea la crucifixión…”, manifiesta Nicolás Campodónico.
Tal es así que en el exterior, dos postes, uno vertical y otro horizontal colocados por separado, se proyectan hacia el interior cuando la luz del sol los ilumina. Como resultado, todos los días durante todo el año, la sombra de estos, se desliza a lo largo del interior curvo, terminando su recorrido superpuestos entre sí.
Tal como relata el sitio ArchDaily cuando describe el proyecto: “Actualmente todos sabemos que Jesucristo sólo llevó el polo transversal en su espalda en su camino hacia el Gólgotha. La crucifixión se completa conceptualmente con la reunión de ambos polos, recreando la cruz. Cada día, las sombras de los polos se abren paso por separado, como en el “Vía Crusis”, para finalmente encontrar y recrear la cruz, no una cruz simbólica sino ritual, donde la Pasión vuelve a pasar todos los días gracias al sol, adquiriendo una dimensión cósmica”.
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