Prestamos financieros: costo material versus costo emocional de tomar deudas

Probablemente nos haya pasado alguna vez que nos detuvimos a pensar cómo cambiaría nuestra vida si tuvieramos determinada facilidad para adquirir algo que necesitamos. En una situación así inmediatamente muchos pensaran en la posibilidad de pedir un prestamos financiero mientras que otros solo evaluaran la idea para desestimarla y finalmente un tercer grupo ni siquiera considerará la opción de solicitarlo.

Probablemente los más cautelosos terminen considerando que no les hace tanta falta eso que primero creyeron imprescindible y se olviden que alguna vez lo consideraron. O recuerden cada tanto que lo querían para otra vez volver a desestimarlo.

Las opciones son diversas. Podemos recurrir a un banco, podemos empezar a ahorrar o por último, podemos solicitar el monto que necesitamos a algún familiar.

Sin embargo, muchas veces, evitar la opción de pedir un préstamo esconde en realidad el miedo a lo desconocido. La deuda no es mala en la medida que se toma con responsabilidad. Lo que suele ocurrir en muchos casos es que no tomar “responsabilidades financieras” tiene que ver con carecer de disciplina financiera y con no saber organizar los propios recursos para pagar adecuadamente tus compromisos financieros.

Desde el punto de vista del coaching financiero podríamos decir algo fundamental: todo tiene un costo en esta vida. Los bancos, nos cobrarán un costo expresado en interés (fijo o variable), nuestros ahorros implicarán un costo expresado en tiempo y esfuerzo (si queremos llegar a juntar cierto importe, deberemos cultivar la paciencia y la mirada puesta en el mediano o largo plazo), y finalmente, si acudimos a un préstamo familiar, el costo puede ser, para algunos, emocional.

En este sentido, la Asesora Financiera Fernanda Bolagay de la firma Finanzas Integrales nos explica que este tema es muy personal y no podemos generalizarlo porque dependerá de la propia historia de cada persona. En los préstamos “familiares” habrá quienes no tengan conflictos, porque les resulta usual, y estarán quienes realmente lo padezcan.

Según Bolagay “el costo emocional dependerá de lo que uno piense y sienta con respecto al dinero. La sensación de “deberle” a alguien no es un factor susceptible de ser generalizado, sino que se manifiesta en distintas formas según la historia y la manera de pensar de cada uno, según quién sea nuestro acreedor y qué vínculo tengamos con él.”

Y para evaluar las ventajas y desventajas de asumir un compromiso con una entidad o con una persona física Fernanda Bolagay recomienda evaluar varios factores, entre ellos:

  • El motivo por el cual necesitamos el dinero.
  • La urgencia con la que lo necesitamos.
  • El respaldo económico que necesitamos para afrontar un préstamo a tasas altas de interés.
  • El respaldo emocional que necesitamos para afrontar la deuda frente a un familiar o conocido.

“Como todo en la vida, los motivos y razones hacen que cada paso merezca o no la pena. Como en tantos otros ámbitos, en finanzas también debemos pensar en contexto y evaluar “la movida” que realizaremos para que en el juego de la vida salgamos bien parados” expresa la asesora financiera.

Por otro lado pueden existir otras alternativas para hacer frente a imprevistos financieros, siempre y cuando hayamos modificado nuestras conductas y el ingreso que percibimos se haya administrado de forma inteligente. “Todo es posible si se proyecta y se traza un plan pero sobretodo si se realizan las acciones necesarias para cumplir objetivos financieros” concluye Bolagay.