Educación

“La currícula no decía nada de ésto”: carta a los educadores en tiempos de coronavirus

César Bona, prestigioso maestro español, invita a pensar: “La pregunta no es si van a perder ritmo escolar, sino cómo pueden salir mejores de ésto. Y eso, desde las administraciones educativas, deberían dejarlo claro. Docentes, familias e infancia siempre caminarán juntos.”

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César Bona, uno de los 50 mejores maestros del mundo según el Global Teacher Prize, nos convoca a reflexionar sobre el desafío que tienen las escuelas, los maestros y los padres en tiempos en que el coronavirus interrumpió la asistencia a clases. ¡Excelente!

El currículum no decía nada de ésto

“Nada de lo que está sucediendo estas semanas está en la currícula. Nada de lo que estamos viviendo aparece en los libros que hemos estudiado. Sí que aparecerá en los que se estudiarán, y quizá para entonces explicarán no solo qué es y qué está provocando este virus, en lo social y en lo económico, sino también cómo reaccionamos ante la nueva situación que ha provocado y qué herramientas consideramos esenciales, y no me refiero solo a internet.

El fin de la educación es dar herramientas, no solo transferir conocimiento. Desde las administraciones deberían haberlo dejado muy claro

Esta es una oportunidad para invitar al compromiso con la familia, a repartirse como buen equipo las tareas de la casa. Es la ocasión para que chicos y chicas aprendan a gestionar su frustración, su estrés, su ira, su alegría o sus miedos (y aquí sí deberíamos enfatizar la necesidad de que esas herramientas lleguen a todos).

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Es el momento para guiarles sobre cómo administrar el uso de la tecnología y el no uso de la tecnología. Para que prueben a sumergirse entre las páginas de algún libro. Para que investiguen. Para estimular su creatividad, su curiosidad. Para abrir la puerta a conversar. Para ver ejemplos de solidaridad (que hay muchos), de respeto, de compromiso social. Para aprender a cuidarnos más. Para entender la importancia del ejercicio físico. Para descubrir por qué estar al sol un rato (cómo lo añoramos) nos da vitamina D y para qué sirve. Para saber cómo reaccionar si vuelve a suceder algo así. Para ser más comprensivos, más empáticos y más cuidadosos con nuestros actos.

Esta situación extraordinaria (fuera de lo ordinario) nos está brindando la posibilidad de conocernos más, y en educación es algo que no debemos dejar pasar por alto

Si la sociedad defiende la educación inclusiva, éste es un buen escenario para aceptar ese compromiso. Y ya no me refiero solo a niños y niñas con distintas capacidades, sino también a la infancia en familias en riesgo social y con pocos recursos. En este país hay cerca de un 30% de pobreza infantil. Entiendo que internet no estará entre sus prioridades. El 44% de las familias tienen solo un ordenador y el 14% ninguno, según los datos de la OCDE. Si les mandamos tareas dentro de nuestras posibilidades, hay que pensar también “dentro de sus posibilidades”.

En muchos casos, su familia no sabrá o no podrá ayudarles. En otros muchos, nada de lo que estemos haciendo telemáticamente les llegará, porque no tienen acceso a internet.

Si hay algo que necesitan chicos y chicas ahora es sentir que seguimos con ellos, que no están solos (más allá de su familia) y que tenemos ganas de volver a verlos

Sé que parece que el tiempo del correo postal ya pasó, pero una carta, una llamada pueden hacer más que dos horas de tarea al día. La pregunta no es si van a perder ritmo escolar, sino cómo pueden salir mejores de esto. Y eso, desde las administraciones educativas, deberían dejarlo claro. Porque un docente no es mejor por mandar más tareas, ni ha de justificar su trabajo mandando ejercicios cada día y saturando a las familias.

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Un maestro, una maestra, es fundamental siempre en esta sociedad, pero más ahora, apoyando a las familias a pasar un trago como éste, diciendo a niños y niñas que, cuando ésto pase, volveremos a vernos y nos reiremos de ello.

Docentes, familias e infancia siempre caminarán juntos. ‬Son semanas de grandes aprendizajes para todos, y lo que aprendamos no lo olvidaremos jamás. Es importante que tengamos flexibilidad ahora, pero más importante aún es que la tengamos después, cuando todo haya pasado y las diferencias entre unos y otros sean mayores, porque es probable que eso pase.

Entonces será una buena prueba para nosotros más que para los niños, y será entonces cuando veamos todas las dificultades, todos los retos y todo lo bonito que hay en el arte de educar”.

 

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