Construida en sólo siete semanas y con la ayuda de un grupo de alrededor de 200 personas de diversas edades y de más de 30 países de origen, la escuela sustentable de Jaureguiberry abrió sus puertas a los primeros 45 niños que recibirán educación pública gratuita bajo un modelo basado en el respeto por el medio ambiente, la reutilización de residuos y el aprovechamiento de los recursos naturales.
Jaureguiberry, una localidad costera del departamento de Canelones de unos 500 habitantes, recibía más niños en edad escolar de los que podía acoger. Por eso, TAGMA, una organización uruguaya sin fines de lucro, conformada por técnicos y profesionales que trabajan de forma voluntaria con la misión de construir y habitar el mundo de formas más sostenibles decidió aprovechar el escenario de esta localidad y desarrollar allí el proyecto de esta nueva escuela eco-sustentable.
La escuela, que se realizó con la técnica de construcción de las casas Earthship, es 100% autosuficiente en cuanto a generación de agua potable, energía eléctrica y calefacción, gracias a paneles fotovoltaicos y tanques en que almacena agua de lluvia que luego es filtrada y bombeada. Además, por cómo está construida no necesita calefacción o refrigeración para mantener una temperatura ambiente agradable.
Esta técnica de construcción fue desarrollada por Michael Reynolds, un arquitecto estadounidense que en la década del 70 considerando que la arquitectura había abandonado al hombre, fundó su propia comunidad en el desierto de Taos, en Nuevo México, y comenzó a proyectar un método constructivo que permitiera a las personas ser más independientes, gracias a una relación armoniosa e inteligente con la naturaleza.
Earthship Biotecture, la Empresa a cargo de construir la escuela, fue creada por Reynolds y desde hace 45 años se dedica a la construcción de viviendas autosustentables. Sus construcciones se encuentran presentes en lugares tan diversos como Sierra Leona, Australia,Escocia, Bélgica, España, Francia, Holanda Canadá, Estados Unidos,Guatemala, Haití, Argentina y México, entre otros.
Sus edificaciones están diseñadas para funcionar autónomamente, obteniendo la electricidad del sol y del viento, utilizando el agua de la lluvia y calefaccionadas y refrigeradas a partir del sol y la tierra. Además, son construidas con materiales naturales o reciclados -generalmente de neumáticos, botellas de vidrio y botes de aluminio. Por otra parte, la escuela producirá sus propios alimentos orgánicos.
“Ha sido una locura, pero ha sido la concreción de un sueño”, comentó una maestra de la institución, cuyo nuevo establecimiento tiene 270 metros cuadrados de superficie y un costo de US$300.000. Al respecto, cuando se dio a conocer el proyecto, en mayo del año pasado, Reynolds visitó Uruguay y contó que “el dinero sería aportado por la organización”, que a su vez realizaría un concurso académico de formación “para que la gente aprenda, se pague una matrícula” y con esos fondos financiar el proyecto.
Tal como lo explican en su sitio web “Esta escuela, de Modelo Rural, permitirá a toda la comunidad vivir a diario la reutilización de residuos, el aprovechamiento de los recursos naturales y el respeto hacia el medioambiente.”
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