Hace casi dos años, la emotiva carta a Lionel Messi de Yohana Fucks, una maestra entrerriana de 30 años, dio la vuelta al mundo. Lio había anunciado su renuncia a la Selección y ella sacudió corazones y conciencias con un mensaje a corazón batiente. Fue casi un impulso, un desgarro, y una honestidad que volvió a conmover las redes hace algunos días, cuando contó una historia que no podemos esquivar. “El futuro chorro”.
En su perfil de Facebook, llamado “El diario de una maestra”, Yohana dio detalles de lo que
vivió en una de las tantas jornadas de lluvia de este mes cargado de aguas y tormentas. Contaba que su alumno “llegó con su mochila, un tanto desprolijo, con su guardapolvo sucio”.
La historia detrás de “la maestra que le escribió a Messi”
“Nació en una familia pobre. Pobre de esas que no les falta sólo comida, sino oportunidades, valores, conocimientos, esperanza. Pobre donde no encuentra tiempo para el cariño, ni para el diálogo”, detalla la maestra. Pero, sigue Yohana, “jamás falta a la escuela, y los días de lluvia torrencial suele ser el único que asiste. Cuando no lo hace, mi corazón se aflige porque entiende que algo triste pasó en su hogar durante la noche. Al siguiente día, llega y me comenta que entraron a su casa por allanamientos, que buscaban armas porque su hermano mayor ‘no anda en cosas buenas’ ; y si no me relata que hubo ‘quilombos’, que la banda de fulano vino a disparar contra las paredes de su hogar por problemas con un familiar o por diferencias entre grupos del barrio”.
“¿Qué sucede en el medio? ¿Qué ocurre en estos gurises que son ejemplo de honestidad y
esfuerzo hoy y que mañana deberán luchar demasiado para no convertirse en delincuentes? ¿Es su culpa o somos todos parte de esos fracasos?”, dice. “Ojalá pudiera lograr que el barrio, la ciudad, el mundo, se convirtiera en una inmensa escuela pública”.
“Que sea por vos”: la maestra entrerriana volvió a escribirle a Messi
“Viernes de lluvia. Pocos alumnos. Entre ellos, uno de los gurises de los que tanto aprendo a diario. Llegó con su mochila, un tanto desprolijo, con su guardapolvo sucio y su voz casi
imperceptible. Lo llamé invitándolo para que me diera eso que sino la seño indica como
deuda: el beso nuestro de cada reencuentro. Tímido y sonriente, se acercó a regalarme
uno. Y, casi de inmediato, se fue a comedor con su hermano más peque que lo venía a
buscar para el desayuno compartido que pueden disfrutar en su escuela. Este gurisito es el que la sociedad tilda como futuro chorro. Nació en una familia pobre. Pobre de esas que no les falta sólo comida, sino oportunidades, valores, conocimientos, esperanza. Pobre donde no encuentra tiempo para el cariño, ni para el diálogo.
Jamás falta a la escuela, los días de lluvia torrencial suele ser el único que asiste. Cuando
no lo hace, mi corazón se aflige porque entiende que algo triste pasó en su hogar durante
la noche. Al siguiente día, llega y me comenta que entraron a su casa por allanamientos,
que buscaban armas porque su hermano mayor “no anda en cosas buenas”; y sino me
relata que hubo “quilombos” que la banda de fulano vino a disparar contra las paredes de
su hogar por problemas con un familiar o por diferencias entre grupos del barrio.
Hoy llegó, a pesar del agua. Hoy dijo presente como siempre en ese lugar donde recibe
amor, ayudas, aprendizaje, alimentación, protección. Todo eso que no encuentra en ningún otro lado. Y cuando volvió de tomar su taza de leche, vino a mostrarme orgulloso que había vendido 14 paquetes de fideos. 14 él solito. Fideos que ofrecen las seños de jardín para costear los gastos de festejos para los jardineros en su día. Y él se había esmerado tanto en ayudar. No me asombró, ya el año pasado había vendido rifas para pagar su pasaje para un paseo que habíamos programado con una empresa de turismo.
También es el primero en alcanzarme dinero que encontró en el patio, o una merienda extraviada que seguramente él no podría comprar.
Y hoy me pregunté, ¿qué sucede en el medio? ¿Qué ocurre en estos gurises que son
ejemplo de honestidad y esfuerzo hoy y mañana deben luchar tanto para no convertirse en delincuentes? ¿Es su culpa o somos todos parte de esos fracasos?
¿Por qué el hijo de pobre será pobre? Alerta médico sobre la infancia vulnerable
Yo también me indigné cuando entraron a mi casa a robar y me llevaron lo que con tanto
esfuerzo logré tener. Yo también me enojé y me sigo llenando de impotencia cuando esos
chicos (que llevan la misma vida que los hermanos de mi alumno) hacen tanta maldad
impunemente. Pero me niego a creer que simplemente no hay arreglo. Que la solución es
meterlos más jóvenes presos. Que encontraremos alivio en cárceles super pobladas desde donde luego salen con tesis sobre delitos y mucho más resentidos con el sistema que los excluye.
Desearía que todo ese dinero se invirtiera en educación. Me aferro a esa única manera que creo válida para revertir esto y ayudar a nuestros hijos y nietos dejándoles un mundo
mejor. Porque mi alumno ama su escuela porque ahí se siente parte, se siente igual, porque allí recibe lo mínimo que necesita para ser feliz. Porque en la escuela pública
luchamos contra los prejuicios y las etiquetas, atendemos a cada uno en sus necesidades y les garantizamos respeto por sus derechos, tratando de no estigmatizar a nadie por sus orígenes, su apellido o su condición social.. quizás por eso mi alumno sostiene sus valores humanos y los enriquece en nuestra comunidad educativa.
Ojalá pudiera lograr que el barrio, la ciudad, el mundo, se convirtiera en una inmensa escuela pública
Yo quiero que cada uno cumpla su condena cuando se equivoca. Pero quiero que se tenga el mismo rigor contra los pibes chorros de barrios marginales que con aquellos jueces, profesionales, funcionarios, que son los verdaderos narcos poderosos que mueven fortunas de dinero a costa del manejo de esos otros, los “negritos”, a los que manejan a su antojo con el simple hecho de no darles otra opción para su vida que no sea ser soldados de sus negociados.
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Yo le temo más a la educación que a la guerra. Y esos mafiosos, también”.
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