Una de las madres de las egresadas de la Escuela ORT de Buenos Aires, sede Belgrano, compartió el fin de semana en su cuenta de Facebook el relato de Juliana, la hermana de una de las alumnas, que estuvo presente en el momento que cuatro jóvenes abusaban de una chica de 15 años. Ocurrió el viernes pasado en la fiesta de egresados que se llevó a cabo en el boliche Caix de la Costanera Norte.
La erotización temprana, sin un nivel de madurez que pueda sostener la responsabilidad y el cuidado del propio cuerpo, es un riesgo enorme que sufren los chicos hoy ante la mirada indiferente de muchos padres. Es clave que los adultos y jóvenes tomemos conciencia urgente
“Vi una chica, una nena. No pasaba el metro cincuenta, morocha y flaquita. No podía ni estar parada. Estaba rodeada de chicos, todos la doblaban en altura. Dos la sostenían de los brazos mientras uno la empujaba contra la pared, donde estaba otro chico, éste, desde atrás, le metía la mano adentro del short, mientras que el de adelante la tocaba por adentro de la remera”. Al observar el hecho, Juliana corrió hacia los jóvenes y agarró del brazo a la chica para sacarla de allí. Los cuatro varones que estaban abusando de la chica de 15 tenían aproximadamente 16 años, según describió la denunciante.
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“Empujé a tres de los chicos que la sostenían y la agarré de la muñeca. Tiré de ella para poder sacarla de ahí, pero el chico con la mano en su short no tenía muchas ganas de soltarla. Con mi mano en forma de puño junté toda la fuerza que tenía y le pegué en la cara al chico para que la suelte”, contó Juliana.
Según la información que trascendió, la chica que fue víctima de esta situación estaba ebria, no tenía control de sus actos y tampoco podía sostenerse en pie
A lo indignante de la situación, se suma la actitud de los conocidos de la joven, que lejos de defenderla se mostraron violentos ante la denunciante, mientras justificaban el abuso: la catalogaron de “puta” a pesar de que la chica abusada estaba sufriendo un hecho de violación.
En Argentina se denuncian casi 50 ataques de violación por día. Los datos oficiales incluyen violaciones y otros delitos contra la integridad sexual
Los especialistas señalan que la mayoría de los casos no son denunciados. Ante cualquier caso de abuso o violación hay que comunicarse a la línea gratuita 144 de Violencia contra la Mujer.
A continuación, el texto completo del posteo en Facebook, que ya circula también por WhatsApp, en el que Juliana se dirige a Violeta, un nombre ficticio para identificar a la víctima de la agresión sexual:
Viernes 10 de noviembre, perdón, ya era sábado 11.
Fue la fiesta de egresados de mi hermana.
LA fiesta de egresados.
Si la habrá esperado, ansiosa, entusiasmada, contando los días.
El disfraz, el DJ, el boliche, las luces y la música.
El alcohol, alcohol, alcohol, mucho alcohol.
Pero no solo los egresados, muchos chicos borrachos también.
Las mujeres, entre la libertad, el sexo y los prejuicios que nos siguen habitando
Me acompañó un amigo.
“Dale acompañame a la fiesta de mi hermana, vamos un rato a ver que este todo bien y volvemos”
“Si, te acompaño”
Llegamos. 1 de la mañana. Murga, batucada, trompetas y tambores.
Egresados eufóricos, bailando, saltando, cantando, tocando silbatos. Divirtiéndose, mas que nunca.
Entramos al boliche. Un viernes, ¿qué se puede esperar? Sobraba gente, explotaba, en todos los rincones.
Mi hermana bailando, yo sacándole fotos, la vi ser feliz con sus amigos y amigas. Nada ni nadie podía arruinarle su momento.
Me paro 2 años atrás y me acuerdo cuando fue mi fiesta, la felicidad que tenia era inigualable. En ese momento creí que era lo mas importante de mi vida y hoy me doy cuenta que es una anécdota mas. Algunos me entenderán, otros no.
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“Ju me muero de calor salgamos un poco” – me dice mi amigo.
Este boliche tiene una parte de afuera muy grande con vista al rio, pero hay una parte especial donde no da mucha luz y estaba todo oscuro.
Pasamos caminando por ahí cuando escucho una especie de grito femenino que no llegaba a ser grito, como un grito ahogado.
Miro sobre el hombro de mi amigo que seguía caminando sin darse cuenta de lo que pasaba.
Veo una chica, una nena. No pasaba el metro cincuenta, morocha y flaquita. No podía ni estar parada.
Estaba rodeada de chicos, todos la doblaban en altura.
Dos la sostenían de los brazos mientras uno la empujaba contra la pared, donde estaba otro chico, este, desde atrás, le metía la mano adentro del short, mientras que el de adelante la tocaba por adentro de la remera.
Veía que la chica balbuceaba algo, movía la boca, pero me daba cuenta que no podía hablar.
Se me heló el cuerpo.
Veía como el chico de atrás con una mano la agarraba de la cintura y la otra la movía adentro del short, mientras que el de adelante cada vez le apretaba las tetas con mas fuerza. Me dieron ganas de vomitar, no me podía mover, no podía ni hablar, mi cerebro iba a 100 por hora pero mi cuerpo no reaccionaba. Había perdido a mi amigo de vista. Era yo sola contra todos ellos.
Seguía sin poder moverme. La están violando. Juliana. Reacciona. JULIANA REACCIONA LA ESTÁN VIOLANDO. Rápidamente mi hermana pasó por mi mente, bailando con sus amigas, divirtiéndose. Pensé en mis amigas, pensé en mis primas, pensé en mi vieja, pensé en todas las mujeres del mundo y corrí con toda mi fuerza.
Lo que para mi fue una eternidad debieron haber sido menos de 30 segundos, lo que para mi era una distancia interminable entre esa chica y yo debieron haber sido menos de dos metros.
Empuje a 3 de los chicos que la sostenían y la agarre de la muñeca, tire de ella para poder sacarla de ahí pero el chico con la mano en su short no tenia muchas ganas de soltarla. Con mi mano en forma de puño junte toda la fuerza que tenia y le pegue en la cara al chico para que la suelte.
Me dolió, me dolió toda la mano, pero mas me dolió el alma. Me dolió el corazón. Me dolieron los ovarios. Los cagones se fueron corriendo y los perdí de vista
¿Estuve bien en pegarle? La verdad no lo creo, soy partidaria de que la violencia JAMAS se soluciona con mas violencia. Pero fue lo único que me salio.
“¿Como te llamas?”
Se cayo encima mío no se podía mantener parada.
“Nena escuchame por favor, ¿Cómo te llamas?”
“Violeta” – balbuceó, le sentí el olor a alcohol enseguida.
“¿Violeta que?” – negó con la cabeza
“Violeta, hermosa, me llamo Juliana. ¿Estas bien? ¿Me escuchas?”
Se le doblaban las rodillas, se caía.
“¿Pero quien te crees que sos?” – escucho atrás mio – “Es mi amiga soltala” – me di vuelta y otro metro cincuenta, pero rubio, me gritaba y empujaba.
No se como pude hablar, el nudo en la garganta me estaba haciendo presión y los ojos llorosos no me dejaban ver bien.
“¿No viste lo que le estaban haciendo a tu amiga? Reaccioná piba” – grite.
“Ella quiere” .
Yo seguía sosteniendo a Violeta de un brazo. Violeta seguía sin poder pararse bien.
¿Ella quiere? ¿Ella que no puede estar parada? ¿Ella que no puede hablar? ¿Ella que no sabe ni donde esta? ¿ELLA QUIERE?
Ignoré a la rubia.
“Violeta confiá en mi por favor, ¿cuántos años tenes?”
“Voy a segundo año” – Volvió a balbucear, ¿14, 15 años como mucho?
Me daba vueltas la cabeza.
Se me acerca otro metro cincuenta, esta vez varón.
“No la conozco mucho, la rubia es mi amiga, pero te digo algo de Violeta, es re puta. No te pongas mal por lo que paso”.
Es re puta. Puta. PUTA. RE PUTA.
Lo empuje y fui devuelta a buscar a Violeta.
“¿Estas bien?” – pregunte por milésima vez.
Asintió con la cabeza, ni hablar podía.
“Salí de acá o te mato” – la rubia, otra vez.
“Escúchame, tengo casi 20 años entiendo un poco mas de la vida que vos. Lo que estaban haciendo esos chicos NO está bien, ¿me entendes? CUIDA A TU AMIGA” – se rio en mi cara.
Violeta. Violeta cuídate vos sola porque hoy en día no podes confiar ni en tu propia sombra. Violeta.
“Te juro que estoy bien” – me dijo. Fue lo primero que formuló en todo el tiempo que había pasado.
Violeta estaba todo, menos bien.
Llamé a un guardia del boliche y le dije lo que pasaba. Le describí a los chicos lo más que pude, si, eran chicos, cuando me quise dar cuenta ellos tampoco tenían mas de 16 años. Solo me puedo acordar del que no la soltaba, al que le pegue. Morocho, pelo largo, se fueron corriendo para allá. De tantos nervios no me puedo acordar cómo estaban vestidos.
No me podía ir. Esos chicos iban a volver. Y si no eran ellos, eran otros.
¿Qué puede hacer el guardia? ¿Sacarla? ¿Y si la violan en la calle?
Cuidate Violeta. Que hoy en día no se esta segura en ningún lado.
“Llevala a la enfermería y que la busquen los papás, estaba vomitando” – fue lo mas sensato que se me ocurrió.
El guardia asintió y vi como se la llevaba con la amiga siguiéndola hasta la enfermería, mirándome como si le estuviese arruinando la vida. Ya me lo vas a agradecer rubia.
Volví con mi amigo que seguía sin entender que había pasado. Me tragué el nudo en la garganta y fui a bailar con mi hermana, mi persona favorita en el mundo.
Después de un rato empecé a sentirme mal, me estaba bajando la presión, me latía la cabeza y tenia muchas ganas de vomitar. Mire a los padres responsables que miraban la fiesta desde una piso de arriba, y ya siendo casi las 4 de la mañana le dije a mi hermana:
“No te vayas a la parte oscura, quédate siempre a la vista de los papás, ¿entendes?”
Asintió y siguió bailando en la tarima, me quedé tranquila sabiendo que de ahí no se iba a bajar. Ahora que lo pienso se lo debería haber dicho a algún padre, pero en ese momento ni yo lo podía procesar. No podía hablar, no podía explicarlo.
Me subo al auto y toda la angustia, la bronca, el miedo, todo lo que me había tragado, salieron. Lloré todo el camino a casa.
Mi amigo me miraba, hablándome de otra cosa o poniendo música para que me distraiga y tranquilice.
Qué cosa de locos que vivas tan tranquilo y nunca me vayas a entender. Qué cosa de locos que el simple hecho de que tengas pito te da una seguridad que yo nunca voy a tener
Que cosa de locos, Violeta.
Lucho por vos Violeta, y por todas. Te lo prometo. Violeta.
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