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Tiene 6 años y en plena helada, cruza dos arroyos para ir a la escuela: su maestra pide un aplauso

La imagen, tomada en una escuela rural de Misiones, se viralizó. Te contamos quién es este niño que es un ejemplo para los adultos.

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El lunes 18, a las 7:30 de la mañana, una maestra llamada Noelia Bairros llegó hasta la puerta de la Escuela Nº196 de Colonia Caa Guazú con un frío de locos. Estaba helando y decidió esperar unos segundos antes de entrar para mirar ese paisaje que perdía su tono rojizo para volverse blanco. Sacó el celular para tomar una foto y, a lo lejos, vio a un alumndo caminando con su mochila en la espalda y las manos en los bolsillos. Era Axel, pero podría haber si cualquier otro porque son muchos los chicos que, en la provincia, caminan varios kilómetros para no faltar a clase.

La foto que tomó Noelia y que un compañero publicó en las redes se volvió viral. La imagen representa a todos los “gurises” misioneros que día a día cruzan montes y rutas a pie para llegar a la escuela y poder alcanzar un futuro mejor.

“Ese día hubo asistencia perfecta, vinieron todos”, le contó Noelia a Infobae. La mayoría de los 80 estudiantes -40 de primaria y 40 de secundaria-, hijos de quienes trabajan en las chacras de la zona cultivando, familias muy humildes de Colonia Caa Guazú, van a la escuela todos los días para ir a buscar una oportunidad, un futuro. “Para nosotros es natural ver llegar a los chicos así. Me gusta el desafío de trabajar en esa zona, porque uno transita el sacrificio del chico”, comentó.

Axel Yamil Antúnez tiene 6 años. Y, cada día, empieza a caminar hacia la escuela solito cuando aún es de noche. Con la mochila a cuestas, camina 3 kilómetros y cruza dos arroyos para llegar a la escuela en Picada Verde, municipio de Leandro N. Alem. Tiene 7 hermanos que van al mismo establecimiento.

Ni el frío del invierno ni el calor de los meses más agobiantes logran sacarlos del aula. Sólo faltan al colegio cuando llueve, porque la crecida de los arroyos hace imposible llegar. Ese día, dice la maestra, no hay nada que celebrar: no es un día de descanso ni de fiaca. Los niños aman ir a la escuela porque encuentran cariño, contención y la esperanza de un futuro distinto.

Podés leer: “El futuro chorro”: la (¿inevitable?) historia del alumno con asistencia perfecta

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