Un chico de 12 años fundó una escuela en el fondo de su casa

Nicanor Quinteros vive en San Juan y le ofrece ayuda escolar a todos aquellos niños que quieran asistir. Su abuela Ramona, les brinda una taza de té y pan con dulce.

Tiene 12 años, es sanjuanino y fundó una escuela en el fondo de la casa de su abuela, en el barrio Las Piedritas, para compartir lo que diariamente aprende en su establecimiento escolar, ubicado en Pocitos.

Se trata de Leonardo Nicanor Quinteros, “el Nico”, quien quería ayudar y comenzó a enseñar. El niño bautizó su iniciativa como la “Escuela Unidad y Patria” y tiene muchos alumnos que asisten sin ningún tipo de obligación, sólo para aprender y estudiar.

En el colegio de “Nico” no hay profesores, porteros, ni horarios, pero siempre está él para ayudar a los chicos. Todo lo que él aprende en su escuela de Pocito se lo enseña a sus amiguitos del barrio. “Decidí fundar una escuela porque vi a niños en la calle jugando”, contó el chico a Canal 8 de San Juan.

“Les enseño multiplicaciones, divisiones y jugamos. Son 30 chicos; primero van a la escuela y después vienen acá; se sientan en los bancos y a veces se sientan en el piso”, contó Nicanor.

La escuela de Nicanor se divide en grados, tiene pizarrones, libros de asistencia, una dirección, armarios, un botiquín de primeros auxilios y hasta una campana para llamar al recreo.

Por un reproductor casero, que tiene un micrófono y parlantes incorporados, como atados con alambre, los chicos de la Escuela Unidad y Patria entonan el himno. Una bandera –donada- flamea en cada acto, en aquellos momentos que son celebrados por los chicos en las fiestas patrias y cada día para darle la bienvenida a la jornada y arriarla en el ocaso.

Canal 8 de San Juan llegó al lugar para mostrar cómo Nico se organiza en su proyecto de aprendizaje. “Estoy orgulloso”, dijo el pequeño de tan solo 12 años que brindó su entrevista con un cartel en su espalda que decía lo siguiente: “Los niños tienen derecho a tener una familia”.

Nico tarda 40 minutos en llegar a la escuela en bicicleta. “Ahora se me ha pinchado y casi me voy caminando, pero la hemos parchado”, contó; es que siempre se las ingenia, nunca falta. La abuela, Ramona, lo asegura mientras, llora de emoción. “Sólo le pido a Dios vida para pagarle los estudios”, dice mientras le brillan los ojos.