La vida y sus estaciones astrológicas: qué energía transitamos a cada edad

Cada siete años, nuestro ciclo astrológico se renueva y empezamos a transitar una etapa con una energía particular, única, con claro impacto en nuestras vidas.
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Cada siete años, nuestro ciclo astrológico se renueva y empezamos a transitar una etapa con una energía particular, única, con claro impacto en nuestras vidas.

Podemos decir que la vida se divide en tres grandes actos:

  • Primer Acto:
    Desde el nacimiento hasta los veintiocho años. La personalidad en el mundo familiar.
  • Segundo Acto:
    Desde los veintiocho años a los 56 años. La personalidad en el mundo social.
  • Tercer Acto:
    Desde los 56 años a los 84 años. La personalidad en el misterio.

Los septenios son períodos de tiempo que organizan y definen las distintas etapas de la vida humana.

Primer Acto: desde el nacimiento hasta los 28 años

Primer Septenio: desde el nacimiento hasta los siete años

Regido por la Luna: es la etapa de la familia y el cuidado.

Los primeros siete años estarán regidos por la Luna, sus funciones serán otorgarnos sustancia, protección, brindarnos afecto, cuidado, nutrición y contención. Lo más importante de este periodo será que nos provean desde el mundo familiar y materno de las necesidades básicas corporales y emocionales. El contacto con la madre y la dependencia de otro para la sobrevivencia serán fundamentales debido a nuestro estado de necesidad y vulnerabilidad absoluta. En este septenio se conforman todas nuestras estructuras emocionales, físicas, culturales y sociales.

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Segundo Septenio: desde los siete hasta los catorce años.

Regido por Mercurio: es la etapa de aprender y Jugar.

En este Segundo Septenio regido por Mercurio será fundamental aprender, comunicar, pensar, reflexionar, analizar, discriminar con la razón, relacionarnos de un modo fraternal, jugar, intercambiar y diversificar. Comienzan los principales momentos de la escolaridad, los amigos se tornan protagónicos y se producen las primeras experiencias de salida del hogar.

Tercer Septenio: desde los catorce hasta los 21 años.

Regido por Venus: es la etapa en que despertamos a la individualidad y al amor.

En este Tercer Septenio Venus rige nuestra vida. Sus funciones están asociadas a amar, gozar, valorar, seducir, complementar, contemplar, embellecer, componer, armonizar, equilibrar, atender y abrir. En este periodo el conocimiento y el juego dan paso a la contemplación, la sensibilidad o la apreciación. Se hará presente la conciencia de género, sexual, que permitirá la apertura de los encuentros amorosos. Se valora la imagen, del mismo modo que los productos del arte o la cultura.

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Cuarto Septenio: Desde los 21 hasta los 28 años.

Regido por el Sol: es la etapa en la que definimos nuestra posición en el mundo.

El Sol protagonizará esta cuarta etapa de vida activando sus funciones asociadas con el brillo, el hecho de ser uno mismo, tener un centro individual o propio para expresar, irradiar, exponer, exhibir, crear, dar vitalidad, estimular y poner pasión a las cosas. Período de gran maduración en los individuos junto a la necesidad de encarar el desarrollo profesional o el sentido de la vocación personal. Anhelo (o presión) de exponer una imagen propia frente a la sociedad. La personalidad gestada dentro de la familia llega a un grado de plena maduración y con él, el fin de la primera Estructura de la Personalidad, los que permite el inicio de una vida más allá de nuestro clan.

Segundo Acto: desde los 28 años a los 56 años

 Quinto Septenio: De los 28 a los 35 años

Regido por Marte, es la etapa de la conquista del deseo.

Marte regirá este periodo activando sus funciones asociadas a impulsar, desear, conquistar, arriesgar, ejecutar, fundar, arder, erotizar, proyectarse, ser autónomo y emprender. En esta etapa se desarrolla mayor independencia y autodeterminación para concretar los proyectos de vida propia, ya sea formar una familia, emprender una profesión o conseguir un trabajo determinado. Este período requiere una gran energía y esfuerzo personal para lograr conquistar los propios deseos. Se inicia una nueva estructura de vida, a partir del corrimiento de la familia de origen y el nacimiento de los hijos se traduce en un camino donde moldear la propia creatividad.

Sexto Septenio: De los 35 a los 42 años.

Regido por Júpiter: es la etapa de dar sentido a lo que soy.

Júpiter protagonizará este período activando sus funciones asociadas a sintetizar, dar dirección, comprender, confiar, expandir, dar sentido trascendente, jerarquizar, orientar, fluir, guiar, alegrar y entusiasmarnos en nuestras actividades. Se percibe una mayor madurez emocional en nuestros actos, pues comenzamos a sentirnos seguros frente a nosotros mismos. La estabilidad y los logros llegan conjuntamente con la sensación de atravesar una meseta existencial que genera profundos cuestionamientos que pueden promover una apertura filosófica y espiritual que nos irán conduciendo hacia otros rumbos.

Séptimo Septenio: De los 42 a los 49 años

Regido por Saturno: es la etapa de la crisis de madurez.

Saturno protagonizará este período en donde se activan sus funciones asociadas a estructurar, realizar, afirmar, consolidar, construir, madurar, culminar, concretar, tomar responsabilidad, ganar autoridad y asumir el sentido de la realidad. Se altera la vivencia del tiempo y se toma conciencia de la finitud de la vida y la posibilidad de la muerte. El cuerpo será un testigo de este proceso (en las mujeres, por ejemplo, con la menopausia). Se percibe una desilusión y, al mismo tiempo, una de liberación de nosotros mismos, que nos dará la oportunidad de realizar algunos de los anhelos postergados o bien gestar o imaginarnos nuevos ideales. Declinación en la figura de los padres y su lugar de autoridad indiscutida en nuestra vida.

Octavo Septenio: De los 49 a los 56 años

Regido por Quirón: es la etapa del balance de lo logrado.

Quirón protagonizará este período activando sus funciones asociadas al contacto con la propia herida, la capacidad de resignificación sobre el dolor –al acompañar el sentir de los demás–, el servicio o el compromiso social, la revelación de sentido a partir del conocimiento sobre el sufrimiento humano y la conciencia del talento de la resiliencia (como la capacidad de los sujetos para sobreponerse a periodos de dolor emocional o situaciones adversas, de afrontar esa adversidad y salir fortalecidos, alcanzando un estado de excelencia personal y profesional).

Es tiempo de cosechar los frutos de la Estructura de la Personalidad que iniciamos a los 28 años, que convive con la sensación de estar llegando a los máximos logros profesionales o familiares: se reconocen y aceptan los éxitos y los fracasos, lo que somos y lo que ya no podremos ser. Este balance genera un replanteo al sentido de la vida más allá de la familia o la profesión.

Saber que lo que nos pasa a una cierta edad les pasa a todos los seres que te rodean, te unifica biológicamente. sentirse parte de algo mayor ayuda a aplacar ansiedades o miedos

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Terecer acto: desde los 56 hasta los 84 años

Noveno Septenio: De los 56 a los 63 años

Primer portal transpersonal: la trascendencia de la imagen personal.

En este Septenio se inicia la experiencia transpersonal. Esto significa que nuestra vitalidad ya no se orientará hacia la afirmación de la identidad propia ni hacia la construcción de una posición en el mundo, sino hacia la realización de un sentido trascendente de la existencia. Es tiempo de darnos permiso para iniciar una nueva vida o por el contrario sentirnos expulsados de una forma vida en la que se anhela permanecer. Se libera la necesidad de esforzarnos por alcanzar los logros personales junto a una nueva forma de participación social, con la oportunidad de consagrarnos a actividades de servicio, espirituales o solidarias. Surge también la necesidad de dar respuestas más relajadas, serenas o contemplativas (antes que comprometidas con una fuerza corporal o física). Se recupera la pasión por las cosas, más allá de cualquier especulación económica, profesional o afectiva.

Décimo Septenio: De los 63 a los 70 años.

Segundo portal transpersonal: construyendo el futuro.

Este periodo propone participar de un orden espiritual –profundo y fundido en el misterio– que trascenderá el mundo de las expectativas y los logros personales. Brotará una de comprensión de la realidad plena de serenidad. Esta mirada plena de sabiduría podrá ser frustrada si pretendemos mantener una actitud de conquista y de logros o si guardamos una valoración muy baja sobre lo que realizamos en el pasado. La cualidad espiritual de este tiempo nos invita a indagar de un modo profundo en nosotros mismos y nos exigirá que nos animemos a investigar nuestro mundo interno, a explorar los aciertos y fallidos de nuestro pasado y descubrir en ellos nuevos significados. Es tiempo de nuevos códigos de vida que incluye un nuevo diseño del hogar y del clan familiar.

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Undécimo Septenio: De los 70 a los 77 años

Tercer portal transpersonal: descubrir la trama del misterio

Se profundiza el giro hacia una visión transpersonal de la existencia. La acción estará comprometida entonces –y cada vez más–en el otorgamiento de un sentido trascendente y plenamente consciente a la vida. Se produce una transformación de la realidad con relación a los vínculos. Es un periodo de pérdidas y revitalizaciones donde se corre el riesgo de generar aislamiento o bien una oportunidad de recrearse socialmente junto a los otros. Se toma conciencia del legado y la herencia. Se produce la formación de sucesores y discípulos para entregar la propia creatividad a la red humana. Es un particular periodo de libertad y permiso de exploración creativa sin especulaciones.

Duodécimo Septenio: De los 77 a los 84 años.

Cuarto portal transpersonal: recapitulación y libertad.

La escena final de nuestra vida es paradojal. Nos aproximamos a la recta final de la existencia y podemos comprenderla con una profundidad que nunca antes habíamos experimentado. Saber que llegamos a nuestro desenlace nos otorgará libertad para realizar el balance más sincero de nuestra vida: solos frente a nuestra conciencia. Es tiempo de saldar los pendientes del pasado, una tarea incómoda y exigente tanto como liberadora y pacificadora. Si la sensación de deuda es abrumadora, este Septenio podrá vivirse con tristeza y un reproches hacia nosotros mismos como y los otros. Sin embargo, si la actitud de reconocimiento y comprensión prevalece sobre la crítica y la condena, entonces una aceptación sabia de lo vivido podrá florecer. Alejarnos de los veredictos rígidos acerca de los “éxitos o los fracasos” de nuestra vida, para reconocer qué dichas y desdichas, aciertos y errores fueron necesarios para un aprendizaje del alma. Esta etapa de la vida representa la oportunidad de consagrar: darle a nuestra vida personal un destino sagrado. Percibir a la vida como un camino de descubrimiento antes que de logro. Toda nuestra existencia será tomada como una aventura para la cual nadie viene preparado de antemano. Es tiempo de reparación y de tomar decisiones que alivien dolor en los demás, para agradecer a quienes sentimos en nuestro corazón. Es época de consagrar. Esto es, de darle a nuestra vida un destino sagrado. Todo lo hecho sabrá responder ahora a su sentido trascendente, lo que nos permitirá también confiar en el misterio que nos excede, lejos del egoísmo y del miedo al futuro.

Por Beatriz Leveratto: www.beatrizleveratto.com.ar  Extracto libro de la autora: “Cada Siete Años”, Co autor Aljeandro Lodi. Editorial Aguilar.

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