Valdano, el dirigente y anteriormente jugador de la selección Argentina, un respetado pensador del deporte futbolero, decía que un equipo es “un estado de ánimo”. Para él, la sinergia emocional que se genera a partir de la interacción de un grupo humano es clave. Es lo que define todo. Más allá de la calidad técnica, el profesionalismo o lo que sea.
Por lo tanto, cuando esa sinergia se establece, se traduce en un optimismo alto, en una confianza sólida, en una sensación de nutrida reciprocidad. ¿Podría ser esto lo que le pasó a nuestra querida Selección Argentina, que ganó la última Copa América y en la noche del martes pasado consiguió el pasaje al Mundial por adelantado?
De repente Messi dejó de vomitar en la cancha, los jugadores se ven mucho más fluidos y cómodos en el juego y hay una sensación continua de liderazgo contra cualquier equipo rival, aún cuando puedan existir dificultades en un partido.
¿Cómo explicarlo? ¿Cómo explicar que apenas un par de años atrás todo parecía distinto, era el espejo más parecido a nuestro propio país: multiplicidad de recursos sin éxito evidente?
Un periodista deportivo puede adjudicarlo al refuerzo de puestos claves como el arco y los centrales en defensa, la aparición de un par de mediocampistas y el resurgir de Di María adelante, por ejemplo.
Pero nosotros como psicólogos sabemos que hay algo más. Y ese algo más hace que todo sea más fácil. Y ese algo más ya comenzó a generar éxitos. El modelo de la Selección Argentina puede ser el modelo que nos ayude a pensar en equipos de trabajo (cualquiera sea el área) efectivos y saludables.
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Para Rosana Orizi, neuroeducadora del equipo de neurociencia del club Estudiantes de La Plata, “cuando un equipo de fútbol se considera exitoso, como lo fue nuestra Selección Argentina al ganar la Copa América ante el seleccionado brasileño y en el mítico estadio Maracaná, se debe a una multiplicidad de causas”.
También señala que es difícil determinar cuáles de esas causas predominaron en ese logro que claramente marcó el despegue (por el impacto de lo logrado en términos competitivos) de la Selección, pero sugiere que podemos pensar en algunas variables.
“Un equipo de fútbol no es la suma de sus integrantes, es mucho más que eso, cada jugador es un sistema complejo y dinámico que se mueve en un mundo igual de diverso –continúa Rosana-. Cada uno cumple su función dentro de esa pequeña sociedad y el resultado final es algo novedoso, fruto de la interacción de cada uno de los sistemas que lo componen y en permanente adaptación al entorno.”
Y sostiene que más allá del momento personal en cuanto a lo futbolístico y del crecimiento de cada uno como deportista, es muy importante destacar determinadas cualidades de la Selección Argentina actual:
“Cuando se conjugan todas estas características se puede hablar de cohesión grupal, de un verdadero ‘equipo’ y esta cohesión permite un estado de mayor fluencia y mejores posibilidades para concretar las metas“, dice Orizi.
“Y detrás de todo esto hay un cuerpo técnico que obviamente propicia, avala, considera, permite, valida y transmite los mismos valores. Todos: jugadores y cuerpo técnico en perfecta armonía y comunión que tienen como estandarte el ‘nosotros’, antes que el ‘yo’“, finaliza.
En este contexto, el éxito es el fruto de un proceso. Y ese proceso parece haber comenzado bastante tiempo atrás, incluso antes de la Copa América 2019.
La licenciada Andrea Vázquez, psicóloga de nuestro equipo Train Your Brain y psicóloga de la primera división del club Boca Juniors, identifica dos etapas importantes en la historia reciente de la Selección: la primera antes de la Copa América 2019 que fue un tiempo de consolidación de un grupo nuevo. Y la segunda desde entonces hasta hoy, cuando se comenzó a cosechar el trabajo realizado.
Claramente hay un proceso que se está visibilizando más ahora, y que sentó las bases de los frutos que hoy recogemos.
Pero quizás podamos agrupar las variables claves en cuatro aspectos, y recordar que esto es aplicable a cualquier equipo de trabajo.
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Cuando el presidente de la AFA, Claudio “Chiqui” Tapia, eligió a este cuerpo técnico estaba totalmente solo y nadie lo apoyaba. “Se la jugó y le salió muy bien”, dice Facundo Sava, coach, psicólogo social, director técnico de la primera división de Quilmes y miembro del equipo de deportes en Train Your Brain.
“Asimismo las decisiones y las elecciones de quienes integran el cuerpo técnico siempre están basadas en el sentido común, la sensibilidad y un fuerte sentido grupal. Desde Scaloni, el ratón Ayala y todos los integrantes trabajan en la misma dirección”, agrega Facundo.
Claramente en todo equipo existen diferencias jerárquicas. En la selección Messi está en la cúspide. Un poco más abajo vienen los que tienen experiencia mundialista, como Agüero (ahora en un parate por su problema de salud) y Otamendi, y en un tercer escalón todos los recientemente integrados.
Todos respetan esa jerarquía y la tienen presente, pero la camaradería hace que el poder se horizontalice. Esa sinergia emocional que los conecta predomina sobre todo. Para Facundo Sava, “la sensibilidad y conexión del cuerpo técnico con los jugadores es la gran razón que permitió ese clima interno”.
Andrea destaca que en este equipo de hoy “hay una comunión y un deseo de ganar que es tan intenso como el de entrenar, de estar juntos y de compartir momentos”.
“El deseo de enfrentar cada día de entrenamiento y dejar todo ahí es lo que va a diferenciar un jugador de un ganador, la calidad que van ganando en cada entrenamiento actúa como multiplicador de la motivación”, continúa Andrea.
Eso parece verse en cada fecha de las eliminatorias: se potencia el afecto y la unión en el plantel, se cohesiona más el grupo. Esto también hizo “emerger” líderes otrora tapados, escondidos en el plantel. Es el caso del “Dibu” Martínez, de Romero y de De Paul, por ejemplo. La evolución personal y profesional de los jugadores en un contexto favorecedor como éste es clave.
El otro aspecto clave para la psicóloga es que la llamada cariñosamente “Scaloneta” pudo sacarse un inmenso peso de encima y alcanzó algo que le era negado largamente: un trofeo internacional.
Según la psicóloga, “ganar la Copa América los liberó de una gran presión y en ese espacio de liberación pudieron construirse con una visión ganadora, desprovista de obligaciones y comenzaron, por fin, a disfrutar”.
Sí, disfrutar estar juntos en un nivel de competición como éste es algo muy difícil de lograr para cualquier plantel en el mundo.
“Generar contextos de diversión y disfrute paralelamente al profesionalismo genera mejores resultados -sigue la licenciada-. La emoción es generadora de movimiento, la emoción nos impulsa a actuar. Nuestros pensamientos y emociones están conectados neurobiológicamente con nuestro movimiento y viceversa. Sentirse ganador, pensarse ganador es lo que crea la emoción necesaria para entrar en acción.”
Parafraseando a Valdano diríamos que este equipo, más que un “estado de ánimo”, que es algo inestable y volátil, es un “sentimiento”, un sentimiento colectivo que parece haber alcanzado una consistencia y continuidad en el tiempo. Un sentimiento muy prometedor.
Fuente: Martín Reynoso, psicólogo y director de Train Your Brain Argentina.
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