Los ritos, generalmente vinculados a cuestiones de fe, se han practicado a lo largo y a lo ancho de todo el planeta durante toda la historia de la humanidad. Sin duda han de ser miles y miles los que ya no existen y nadie los recuerda.
Costumbres que han llegado hasta nuestros días y no dejan de causarnos asombro y hasta pavor algunas de ellas.
En esta ciudad tiene lugar la que podríamos considerar la más controversial tradición que se desarrolle en ese país. Desde una torre de aproximadamente 15 metros, se dejan caer bebes que, gritando y llorando, descienden en caída libre hasta que su descenso es súbitamente detenido por una manta sujeta por 15 hombres que se encuentran en la planta baja.
Para este acto, un devoto religioso trepa por una cuerda las altas paredes del santuario con un cubo colgando de su espalda. Una vez que está en la parte superior (alrededor de 15 metros de altura), abre el cubo y saca al bebé de adentro y lo entrega a un grupo de hombres que están de pie en el balcón de la torre. Uno de estos hombres se apodera de las manos y los pies del bebé, sosteniendo al niño como si se tratara de una cesta. Balancea el niño de ida y vuelta en el aire, exclamando un canto en la alabanza del Señor. Y entonces, sorprendentemente, se caer el bebé.
Una vez que rebota en la manta una vez, es capturado por uno de los hombres que la sostienen y se lo devuelve a la madre. Es comprensible que el bebe tarde varios minutos antes de recuperarse de la conmoción.
El primer domingo de abril marca en Japón la celebración del festival sintoísta de la fertilidad, el Matsuri Kanamara o más conocido coloquialmente como el “Festival del pene”.
Como forma de adoración, los asistentes cargan un enorme pene de madera por toda la ciudad. Las prostitutas asisten a esta celebración pidiendo por protección en las relaciones sexuales, así como los matrimonios que quieren armonía y quienes desean la prosperidad de sus negocios.
Es un evento que está ganando cada vez más popularidad, sobre todo entre los visitantes extranjeros, cada año.
Antiguamente era muy común en China un acto que era considerado un símbolo de castidad para todas las mujeres. Consistía en la rotura de los cuatro dedos del pie hacia el talón y su posterior vendaje sobre zapatos más pequeños a la talla correspondiente, alargando el proceso hasta diez años. Si bien este ritual está prácticamente en desuso, todavía hay grupos que lo practican.
En la isla de Borneo, una tradición impide que los recién casados utilicen el baño las tres noches y días siguientes a su matrimonio. Se cree que de esta manera se atraerá felicidad y fertilidad a la unión.
En la zona montañosa entre Birmania y Tailandia, en pueblos perdidos conviven las mujeres de la tribu Padaung, conocidas como mujeres jirafa, cuya particularidad consiste en lucir grotescos collares de hilo de cobre que alcanzan hasta los 12 cm a lo largo del cuello, algo que según su tradición las protege de los peligros y enfermedades de la montaña.
La tribu Dani de Indonesia practica un rito que refleja físicamente el dolor espiritual que sienten cuando fallece un miembro de su familia.
Las mujeres de la tribu debían amputarse un fragmento de dedo cada vez que moría un miembro de la familia. Antes de ser amputados, los dedos se atan con una cadena durante treinta minutos para adormecerlos. Una vez amputados, las nuevas puntas de los dedos se queman para cicatrizar el tejido.
Esta práctica cultural se realizaba como un medio para satisfacer a los fantasmas ancestrales, y aunque cada vez se practica menos, aún se realiza de forma esporádica en esta tribu.
En algunos lugares de Escocia, el día previo a la boda, los novios son untados con una mezcla con té, huevos y otros alimentos pegajosos. Luego de esto, deben pasear por el pueblo y mostrarse en esa condición.
La intención es darles un poco de perspectiva, ya que después de ese trance tan humillante, ningún problema del matrimonio les va a parecer tan grave.
En una región del Amazonas, entre Brasil y Venezuela, los miembros de la tribu Yanomami suelen comer las cenizas de los muertos. Lo hacen porque consideran que esto salvará el alma de la persona, y todos los familiares participan comiendo una parte.
En algunas regiones de China, Indonesia y Filipinas, (específicamente en la llamada región Sagrada) luego de que una persona fallece es colocada en un ataúd. Posteriormente los ataúdes no son enterrados sino que suelen colgarse en las paredes de las cuevas.
El ritual se realiza porque de esta manera las bestias no llegarán a los cadáveres, y es una manera de bendecir el alma de esa persona.
Entre los Masai en Kenya una costumbre muy arraigada es la circuncisión, efectuada como símbolo de pureza y castidad. Muchas veces un grito de dolor durante el proceso puede significar motivo de rechazo por parte del resto de la tribu ya que demuestra cobardía. Muchos han muerto en el proceso.
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