Del #ModoReclamo al #ModoGracias: carta abierta a los jugadores de Argentina

La Selección nos regaló la posibilidad de unirnos y de disfrutar unas cuantas horas de un proyecto en común, algo que no nos pasa desde hace tiempo. Gracias chicos, gracias.

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Terminó el partido contra Francia y Argentina se despide del Mundial de Rusia. La mirada empieza a alejarse de la pelota y la competencia de países y nos devuelve a casa, a la realidad de cada día, a los problemas y alegrías cotidianas, al presente que cada uno transita y construye en su ciudad, su pueblo, su comunidad, su familia. De todo eso nos despegamos unas semanas gracias a ustedes, queridos jugadores, que se calzaron la camiseta y le pusieron el cuerpo a nuestras esperanzas, a nuestras ganas de unirnos y de estar todos de un mismo lado, aunque sea un rato. Por eso, por TODO eso, GRACIAS. Gracias chicos, gracias.

Empezó mucho antes de que lleguemos a Rusia. El clima mundial nos endulzó los días desde que nos regalaron la clasificación, algo que no pudieron hacer los jugadores de Italia, de Chile y Holanda, entre otros. Así que GRACIAS por llevarnos hasta allá. No fue poco.

No jugamos cuatro partidos en tierra rusa por regalo del cielo. Lo hicieron ustedes, con más o menos suerte, pero lo hicieron ustedes. No viajaron hasta allá a alentarlos miles de argentinos ni tantos millones organizaron encuentros ilusionados frente al televisor porque nos lo ganamos nosotros: ustedes, jugadores, nos llevaron hasta allá y, de la mano de un proyecto compartido, nos dieron un montón de horas de sueños, de gritos, de cantos e ilusiones que muchos países y millones de personas no tuvieron. Por eso, queridos jugadores, GRACIAS.

No llegamos al Mundial gracias a nuestras habilidades deportivas ni a nuestros talentos: ustedes, con su esfuerzo y su dedicación desde pequeños, cada uno, se ganó un lugar en los mejores equipos de diferentes países primero y una convocatoria a la Selección después. Poniéndole millones de horas a un deporte se destacaron entre miles, llegaron lejos y, a puro mérito personal, ganaron millones y se pusieron a la altura de calzar la camiseta argentina. Lo hicieron ustedes. No nos deben nada: se lo ganaron. Y nosotros, que no le ganamos a nadie con la pelota ni fuimos tan exitosos como ustedes en nuestros trabajos y profesiones, nos creemos los mejores y los obligamos a todo sin haber hecho nada de nada para estar en Rusia ni, mucho menos, para ser campeones del mundo.

Aún así, sin debernos todo, ustedes, jugadores, se hacen responsable de nuestras ganas, de nuestras ilusiones, y dejan todo para regalarnos una alegría. Como nosotros, tienen días mejores y peores y días de autoestima alta y momentos de ánimos por el piso. Pero, a diferencia de nosotros, cargan con la expectativa y la presión de millones de personas dispuestas no sólo a exigirlos perfectos sino también a agredirlos cuando algo sale mal o cuando pierden ante otros que son mejores, como es justo que pase.

Por eso, queridos jugadores, GRACIAS, perdón y gracias.

No entiendo nada de fútbol, claro. Ni lo pretendo. Pero sí puedo tener la empatía suficiente para ver estos jóvenes que no llegan ni a los 40 años pusieron todo y que lloraron y que soñaron lo mismo que nosotros, con la enorme diferencia de tener la responsabilidad de satisfacernos en sus espaldas, mientras nosotros sólo miramos desde afuera.

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Gracias por regalarnos este rato en el Mundial. Gracias por seguir poniendo garra. Gracias por este recreo que nos permitió pensar un rato en otras cosas. Gracias por tantos niños contentos e ilusionados, teniendo alguna mínima experiencia de lo que es (de lo que era) estar todos de un mismo lado en un país que desde hace años sólo habita el modo pelea, el modo reclamo, el modo queja. Ojalá, terminado el Mundial, aprendamos de ustedes y nos pongamos la camiseta argentina nosotros y nos hagamos cargo de las alegrías y resultados que nos debemos.

 

Gracias chicos. Vuelvan a casa en paz. Dejaron todo. GRACIAS.

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