El COVID-19 sigue siendo un gran desafío para el mundo. El distanciamiento social y el aislamiento social mostraron ser efectivamente las medidas para evitar nuevos casos de contagios y muertes. Sin embargo, las personas empiezan a sentir preocupaciones, miedos e incertidumbres de cómo continuar la vida normal durante la cuarentena, que sigue extendiéndose en algunos países del mundo por el aumento de los casos de manera drástica.
Una burbuja social es un grupo de personas reducido que tienen contacto físico cercano y pueden reunirse siempre y cuando acuerden normas de seguridad y protección para evitar el contagio del COVID-19
Por ejemplo, las personas que viven solas, o personas que forman parte del hogar con padres solteros, cuyos hijos son menores de 18 años, o adultos mayores que ahora viven solos.
Pensar y discutir estrategias de cuidado y distanciamiento luego de este nuevo periodo de la restricción intensiva, puede ayudarnos a pensar nuevas formas de cotidianidad y de crear entornos más saludables.
Podemos prepararnos para eso, siempre cumpliendo con las tres medidas claves que ya sabemos nos protegen del SARS-CoV-2: distanciamiento físico, es decir, los dos famosos metros; el uso de las mascarillas y el lavado de manos.
“Adaptando este enfoque se limita la interacción de las personas a entornos limitados repetidos y similares en estas burbujas sociales, pero al mismo tiempo se amplían para mejorar nuestra calidad de vida que se ha ido deteriorando en estos últimos tiempos”, explicó la doctora Silvina Ivalo, infectóloga de DIM Centros de Salud.
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El objetivo de una burbuja social es en principio tener contacto con personas fuera del hogar, pero de una manera estrictamente restringida. Es decir, si hay diez personas dentro de esta burbuja, solo puedes interactuar con las otras 9 que están dentro del grupo, por lo que se debe elegir bien con qué personas formar un nodo.
“Hay modelos que ya muestran la posibilidad de ampliar los entornos para hacerlos más disfrutables, sin poner en riesgo los resultados logrados por la cuarentena y el aislamiento”.
“Lo que proponen estos modelos llamados burbujas sociales es buscar similitud entre los contactos y el fortalecimiento de las comunidades a través nodos y estrategias de interacción.
La especialista advierte que estas estrategias pueden ser aplicadas para cuando se logre el achatamiento de la curva. Incluso podrían aplicarse en situaciones locales para mejorar el entorno afectivo de las personas.
“Ahora una cosa es un modelo y otra cosa es la vida real, ¿cómo estas estrategias podrían aplicarse en situaciones locales para lograr con los objetivos?
En grupos familiares, que se van ampliando a grupos de vecinos y grupos de trabajo o pequeñas organizaciones y hasta comunidades rurales. Este ejemplo se ve en nuestro país, la pandemia no tiene el mismo comportamiento en todo nuestro territorio”.
“Es un largo camino hacia el modelo deseado de achatamiento de la curva, éste no va a demandar cambios conductuales progresivos y necesarios para la respuesta, presión social, psicológica y económica que emerge de una cuarentena tan prolongada.
A modo de ejemplo, mi mamá que es viuda desde hace un tiempo está viviendo con mi suegra y eso les mejora mucho la calidad de vida. También desde hace un tiempo, dada las condiciones de acuerdos mutuos, se reúnen con su vecina, también viuda y adulta mayor, toman el té juntas algunos días y también algunos almuerzos o cenas los fines de semana. Esto es un ejemplo de burbuja social donde a ellas les ha mejorado mucho”, puntualizó.
Con el asesoramiento de Dra. Silvina Ivalo, Infectóloga de DIM Centros de Salud.
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